LA HABANA, Cuba. – No dicen que es parte del llamado “Ejercicio Nacional de Prevención y Enfrentamiento”, de la redada que, con algunas distracciones, tiene a los dólares de los emprendedores privados en la mirilla como principal objetivo, pero no es coincidencia que hayan elegido esta semana para ese asesinato en masa que es en realidad la Resolución 56 del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN), publicada en la Gaceta Oficial este 5 de diciembre, que ordena la cancelación de todas las licencias comerciales otorgadas a las mipymes, cooperativas no agropecuarias (CNA) y trabajadores por cuenta propia (TCP), a los que muy poquito tiempo atrás, apenas en agosto de 2022, habían autorizado el comercio mayorista como actividad secundaria.
Lo ha establecido el MINCIN, así lo dice el papel, pero se sabe que la nueva normativa se la han lanzado sobre el buró a la ministra que, en estos asuntos, ha pasado a subordinarse directamente al recién creado Instituto Nacional de Actores Económicos No Estatales (INAENE), un instrumento concebido no para “organizar” lo que en la práctica ha demostrado organizarse perfectamente, sin necesidad de la intervención del Gobierno, ni siquiera de su sistema financiero, sino para terminar de extinguir esa parte del “sector no estatal” que les resulta molesta, precisamente porque ha demostrado ser más eficiente y exitosa que un sector estatal que jamás ha conocido de buenos tiempos.
Y además porque le hace sombra a esos “emprendimientos” que aunque fingen ser privados, en realidad son manejados por testaferros de un régimen que, desde mucho antes de la desaparición de la Unión Soviética, ya se había involucrado de lleno en el oscuro mundo de las off-shore, los prestanombres, los paraísos fiscales y demás mecanismos de camuflaje que, bajo el pretexto de esquivar el “bloqueo”, le permitía a Fidel Castro operar libremente como un verdadero magnate bajo los radares de Washington pero, sobre todo, los de Moscú.
Que era una muerte anunciada no solo se dice por las tantas señales que los propios verdugos han venido lanzando desde mediados del año pasado, cuando se les ocurrió demonizar al sector privado para sacarse de arriba la culpa de tanto desastre acumulado sino, sobre todo, por la indiscutible sentencia de muerte que representaba el nombramiento de Mercedes López Acea como titular del INAENE, un engendro burocrático que por su sola existencia hace evidente la segregación tantas veces negada por quienes persisten en hablar de igualdad para todos los actores económicos.
Le tocó a Manuel Marrero Cruz anunciar la cruzada, en diciembre de 2023 cuando habló en la Asamblea Nacional sobre las medidas que llegarían para “corregir distorsiones” pero el pelotón de fusilamiento se lo dejaron a una sanguinaria como Mercedes López Acea, una ingeniera y cuadro profesional del Partido Comunista, que sin conocer absolutamente nada de Economía, terminó al frente del instituto porque solo debe cumplir una única encomienda, reducir el listado de mipymes, TCP y CNA a la mínima expresión, y para eso no hace falta más conocimiento que saber manejar los instrumentos de tortura y muerte.
Intentemos recordar cuáles fueron sus “logros” como viceministra primera en un Ministerio de la Industria Alimentaria que al final de su gestión terminó peor que nunca, irrecuperable, inservible; o como jefa del Departamento de Transporte en el Comité Central del PCC —órgano que rige el funcionamiento del ministerio correspondiente—, una labor de “corrección” del sector a la que aún debemos el caos vivido por estos días.
Si López Acea no pudo ni con la producción de alimentos ni con el transporte, mucho menos hará algo distinto por el sector privado, y es que precisamente no fue encomendada para “corregirlo” sino para exterminarlo, así como el exterminio siempre ha sido lo mejor que sabe hacer.
Quizás hasta logre alcanzar, en franco retroceso, aquellas primeras 35 mipymes que fueran anunciadas a bombo y platillo a finales de septiembre de 2021, y que en poco menos de tres años llegaron a ser miles, en una euforia “mipymera” muy a propósito descontrolada que les sirvió para, entre col y col, enmascarar esas lechugas que en su momento nadie vio porque iban en medio de la multitud disfrazadas de ropa de calle: excombatientes, exmilitares, exrepresores, exdirigentes, exagentes, hermanos de…, hijos de…, amigos de… que se han revelado como “empresarios” solo porque cumplen una orden en tan placentera “misión” (captar y acumular dólares).
No ha pasado ni siquiera un quinquenio —que era el tiempo necesitado por los comunistas soviéticos para “planificar” la economía e inventar nuevos modos de enriquecerse— desde que naciera oficialmente la primera mipyme, y ya han comenzado a firmar las actas de defunción. Porque son menos de 10 los privados que conservarán la cabeza sobre los hombros, es decir, los derechos para importar y vender como mayoristas (lo cual, en el contexto económico cubano, es indispensable para mantener una dinámica que el sector estatal no garantiza) y son decenas de miles los que estarán obligados a aceptar al Gobierno como intermediario, es decir, la rendición.
Un Gobierno (dicho por el propio régimen de modo reiterado) afectado gravemente por el desabastecimiento, la falta de liquidez, el déficit de generación eléctrica, el “bloqueo”, el robo en las empresas, el éxodo laboral, las “traiciones” de vice primeros ministros (como Gil y Di-Lella) que han terminado pagando la novatada de creerse que, aun siendo unos advenedizos, podían competir en cuestiones de negocios personales, de corrupciones, de igual a igual con sus jefes. Y así, por tanto, un Gobierno que hará zafra estos meses venideros con los ingenuos que aún persistan en negociar con los mismos tramposos.
Los saqueará, más allá de las tajadas que les quite en las importaciones y la intermediación porque después les “dará con el cinto” con los impuestos, en tanto los obliga a realizar transacciones como único método de pago. Porque el dinero efectivo apenas les servirá a los privados para cubrir los sobornos, que a partir de marzo de 2025 serán otros nuevos, y además obligatorios para evitar la retención de mercancías en los puertos y almacenes, reservar los mejores productos, obtener los más bajos precios, en fin, todos esos recovecos de la “lucha” donde siempre ha nacido y crecido la corrupción de un sector estatal, burocrático “por naturaleza”.
Si la redada emprendida por estos días ha obligado al cierre temporal y hasta definitivo de muchos establecimientos, la nueva disposición de este 5 de diciembre terminará por cerrar aquellos que quedaron abiertos, confiados en que teniendo los papeles e inventarios “en regla” sería suficiente para sobrevivir a cualquier “ejercicio”.
Ahora les llega la incertidumbre a casi todos. Y solo para los más astutos es el momento de pasar a la clandestinidad como útil recordatorio de aquellos tiempos en que las “mulas” vendían exclusivamente por Revolico cuando no las dejaban vender en la calle. Por suerte quedan las redes sociales para sobrevivir, aunque sea tras perfiles falsos. De hecho, posiblemente más del 80 por ciento del comercio de “no estatales” en Cuba se realice en internet, un espacio a donde se mudará la totalidad de los emprendedores persistentes, así como se ha mudado en pleno esa Cuba que intenta sobrevivir al castrismo y la “continuidad”.
Pero, a pesar de todo lo anterior, y aunque sin dudas es una sentencia de muerte, y detrás de ella se esconde el oscuro propósito de monopolizar para unos pocos compinches el lucrativo negocio de las importaciones y ventas mayoristas, también existe la posibilidad de que esta Resolución 56 no llegue de casualidad apenas unos días antes de que Donald Trump asuma su nuevo mandato.
Se sabe que una nueva andanada de sanciones viene en camino, la experiencia anterior los pone en alerta sobre lo que pudiera pasar con el flujo de dólares a través de las vías formales e informales, y entonces se preparan para “resistir” llenando las arcas apresuradamente o, quizás, preparando el panorama (y el bolsillo) para una negociación de último minuto; a fin de cuentas ya fue enviado el mensaje y aunque quieran aparentar indiferencia, la realidad es que algunos de ellos, sobre todos los comunistas y represores que le han tomado el gustito al papel de empresarios, esperan con ansias una respuesta positiva.