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No a la equidistancia con Hamás

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No a la equidistancia con Hamás

Festejar la matanza de jóvenes que asisten a un festival de música o el secuestro de mujeres, niños y familias por los terroristas de Hamás muestran la nula catadura moral de parte de la izquierda española. Cientos de personas se manifestaron en la Puerta del Sol de Madrid en favor de la causa palestina dos días después de la mayor matanza sufrida por Israel. No es de extrañar. Con los cadáveres todavía calientes, la izquierda radical de Sumar exigía a Israel el cese de los bombardeos y un alto el fuego en Gaza y le criticaba por llevar una política de apartheid con los palestinos. De Hamás ni una sola palabra.

La vicepresidenta, Yolanda Díaz, no se atrevió a calificar de terroristas los atentados contra civiles del fin de semana y el secretario general del Partido Comunista de España, Enrique Santiago, no sabía qué es un grupo terrorista cuando le preguntaban por los actos macabros de los milicianos de Gaza.

En la universidad y en algunos medios de comunicación el caldo de cultivo es parecido. Gran parte de los estudiantes no califican el acto de terrorismo y le encuentran justificación. Como siempre, el antisemitismo militante en España encuentra la excusa perfecta para explicar que el origen del problema son los asentamientos ilegales, las provocaciones israelíes en la Explanada de las Mezquitas, las reiteradas violaciones de resoluciones de la ONU o la creación del propio Estado de Israel.

Entrar en las redes sociales es darse un baño de antisemitismo online. Los mensajes de odio han subido de tono en Francia, Reino Unido, Alemania, Italia o España. La Embajada de Israel en Londres fue rodeada por simpatizantes de Hamás que celebraban con alegría la carnicería del grupo terrorista. No es de extrañar que diversos Gobiernos en Europa, entre ellos el español, hayan incrementado la seguridad en sinagogas y escuelas judías.

La presión sobre Israel, que querrá acabar con el mayor número de terroristas de Hamás y la Yihad Islámica, irá in crescendo

La empatía que ahora puede generar Israel es probable que desaparezca paulatinamente. Conforme la respuesta en legítima defensa del Gobierno israelí sea contundente, se hablará del desequilibrio de fuerzas y del hacinamiento al que está sometida la población de Gaza. Todo ello en lugar de criticar el brutal ataque terrorista sufrido por Israel con cerca de un millar de muertos, más de mil heridos y un centenar de secuestrados.

La presión sobre Israel, que querrá acabar con el mayor número de terroristas de Hamás y la Yihad Islámica, irá in crescendo en cuanto aumenten las víctimas civiles colaterales del conflicto. Los extremistas no dudarán en usar escudos humanos, una práctica habitual cuando se enfrentan a los judíos. Las decenas de rehenes tendrán que pasar un calvario hasta que sean rescatados o intercambiados por milicianos de Hamás. No hay más que recordar al soldado israelí, Gilad Shalit, que pasó cinco años secuestrado por Hamás hasta que Israel liberó a mil presos palestinos. El grupo terrorista dispersará a los cautivos por Gaza y sus kilómetros de túneles con trampas explosivas.

Los Gobiernos democráticos de Occidente deben prepararse para apoyar las acciones de Israel a mediano plazo. La guerra no será corta y menos si se abren frentes en el Líbano con Hezbollah, el brazo armado de Irán en la zona, o se incrementan los enfrentamientos en Cisjordania entre palestinos y colonos israelíes.

Son los Gobiernos occidentales los que deben dar el ejemplo al solidarizarse con la única democracia de la zona pese a sus graves defectos. EE UU, Alemania, Reino Unido y Francia ya han dado su apoyo inequívoco a Israel con una declaración conjunta en la que han expresado su apoyo firme a Israel y su “condena inequívoca a Hamás y sus atroces actos de terrorismo”, un grupo que “no ofrece nada al pueblo palestino más que terror y derramamiento de sangre”.

El Gobierno español, que ahora lidera la presidencia rotatoria de la Unión Europea, no ha firmado ese documento. Aunque Pedro Sánchez condenó los ataques terroristas, no dijo nada sobre el derecho de Israel a defenderse y desde el PSOE se optó por la prudencia ante la masacre. Sus socios de gobierno más radicales como Bildu o Sumar han mostrado equidistancia con la matanza, pero no dudan un segundo en salir a la palestra para tachar de “indignante” la decisión de Bruselas de suspender el pago de la ayuda al desarrollo en Palestina, tal y como hizo la vicepresidenta Díaz. Cuando Israel ha sufrido su 11-S con 900 muertos sobre la mesa, no es el momento de equidistancias, críticas o justificaciones, sino de estar con el pueblo judío.

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Nota de la Redacción: Este artículo se publicó originalmente en The Objective y se reproduce con permiso del autor.

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