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Malaka, la “mami poderosa” del urbano en Cuba

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Malaka, la “mami poderosa” del urbano en Cuba
Malaka, la “mami poderosa” del urbano en Cuba

MATANZAS, Cuba. – Los primeros pasos de Malaka (Jennifer Heydi), cantante cubana del género urbano, fueron en el coro de la iglesia católica a la que la llevaban cuando era pequeña. Su voz destacó junto a la de una compañera. Ambas, enseguida, se convirtieron en las principales cantantes del coro.

Sin embargo, años después Malaka se convirtió en una versión de sí misma, diferente a la de sus comienzos: una mujer empoderada, sin tabúes, restricciones o ataduras, feliz con lo que ha logrado. Esa es la artista que tiene una comunidad que la sigue y a la cual lidera, a veces, hasta sin querer.

―¿En qué momento se encuentra la carrera de Malaka, especialmente después de posicionar varios éxitos entre el público?

―Estoy en un momento muy raro que, al mismo tiempo, me tiene muy contenta. Estoy siendo muy libre creativamente, explorando muchísimo; no me importa el género del tema que voy a sacar, si va a tener alcance o no, no me pongo presión, lo disfruto.

Me abrí hace poco un canal de YouTube nuevo, algo coordinado con mi compañía; quisimos hacerlo, tener mi canal propio para subir lo que me dé la gana. Quiero hacer música pensando más en el mundo, no solo en si le va a gustar a los cubanos, porque, desgraciadamente, pensar solo en el público cubano te limita en lo creativo y no tiene sentido si sabes que puedes hacer más.

―¿A quiénes va dirigida tu música?

―Cuando compongo no pienso en que voy a dirigir mi música específicamente a alguien, intento fluir con lo que me nazca, con el estado de ánimo que tenga o lo que esté pasando por mi cabeza. Supongo que, por identificación, conectan con mi música mujeres jóvenes y una generación un poco más mayor, aunque también tengo seguidores hombres.

Me da mucha alegría cuando siento que las mujeres que me oyen se empoderan o justifican el ser más atrevidas, más espontáneas y libres, o cuando una canción las saca de un estado de ánimo. Considero que de las artistas femeninas [del género urbano] soy de las más visibles que hay en Cuba, pero si me comparas con muchos hombres del género, la mayoría tiene una posición de mayor alcance y seguidores.

―¿Por qué has dicho que no te consideras influencer?

―Digo que no me considero influencer desde un miedo; siento que ese nombre te pone en una responsabilidad y una presión de comportarte de una determinada manera que no me gusta. Me ha costado mucho trabajo ser artista, he tenido que lucharlo, he recibido poco apoyo. Querían que hiciera otra cosa más segura, más remunerada.

Como me ha costado llegar a donde estoy, no voy a permitirme el no ser libre. La palabra influencer me da miedo por eso. Sé que he terminado influenciando a mucha gente. La mayoría de las personas que se me han acercado para decirme que les influencié en algo han mencionado cosas positivas; eso me da tremenda alegría. Por ejemplo, han empezado a entrenar muchachas que me han escrito que se han sentido más seguras con su cuerpo…

―¿Cómo logras que tu discurso musical se entienda como empoderamiento y no como sexualización?

―No pienso en eso, simplemente, me siento empoderada cuando hago alguna canción que esté tocando esa fibra, sin ser muy demostrativa, porque eso no me gusta. Creo que lo que siento se lo transmito a las demás mujeres; por esa razón se sienten empoderadas. Sí he tenido seguidoras que, cuando he hecho algún tema de reparto, hacen twerking y quizás hayan sexualizado un poco.

Creo más en la libertad, por eso también no me gusta que me llamen influencer, porque entras en este tipo de disyuntivas. No quiero que nadie se sexualice por mí, solo quiero que estés cómoda con tu cuerpo. Si lo haces y te sientes bien con equis ropa, enseñando una equis cantidad de piel, que sea por esa razón y no por sexualizarte.

Malaka (Foto: Cortesía)

―¿Consideras que algún tipo de público se puede ofender con el contenido de sus canciones?

―Estamos en un momento en el que todo ofende, hasta lo más absurdo, porque nos hemos hecho mucho menos tolerantes. Considero que hay que ser así con situaciones que hace años se permitían y estaban mal, pero al ser humano le cuesta mucho el término medio, más racional; siento que nos vamos a los extremos.

No veo lógico que ofenda la forma en la que me quiero expresar o en que veo la vida, porque es mía, es mi consideración. Soy una mujer que, lo mismo puedo hablar con mucha elocuencia, que de repente puedo soltar 40 malas palabras, porque no me importa, así es mi día a día, me siento muy libre.

―¿Cómo asumes las críticas, sobre todo por redes sociales?

―Es algo que no es lineal, depende del estado de ánimo que una tenga, de la vibra de ese día… En sentido general las asumo bastante bien, no cojo mucha lucha. Tengo mis inseguridades como todos, pero siento que soy bastante segura, eso me ayuda a no sentirme mal. También depende de la forma en la que digan las cosas. Cuando algo me molesta mucho simplemente hago silencio. Para bloquear a alguien tiene que ser por motivos demasiado fuertes.

Twitter [actualmente X] es una plataforma en la que estoy muy presente, tengo una cuenta bastante grande, y fue una gran enseñanza de cómo asumir las críticas y, sobre todo, el hate [odio]. En publicaciones de personas como Adele, por ejemplo, ¿qué le van a criticar? Sin embargo, ves que tiene hate o críticas sin sentido, porque la gente tiene una imperiosa necesidad de dar su opinión negativa. De todas formas, no considero que yo sea una artista supercriticada.

―¿Qué canción marcó un antes y un después en tu música?

―Está difícil, porque, por ejemplo, Mami poderosa es un trap, un tema que no hizo los números de otros como Diávola o La tanke, que son más de reparto y un poquito más populares, pero hizo que la gente me viera como una artista más empoderada.

Si hablamos de resultados, bueno, muchas colaboraciones que he hecho. La tanke también me ha marcado, ya no soy tanto la “mami poderosa”, ahora soy más “la tanke”.

―¿Qué representa ser una de las pocas mujeres que defiende el género urbano en Cuba actualmente?

―Eso ha ido cambiando con el tiempo. Al principio me sentía muy especial, pero después no es muy cool, porque, a veces, representa una presión, más que en un artista masculino que esté en mi nivel de alcance. En mí hay más presión, porque soy mujer y, siempre están diciendo: “Si eres la única, ¿cómo no tienes los números de fulano?”.

Al final no soy la única, hay un montón de muchachas haciendo música, lo que no son tan visibles. Lo que pienso es en hacer música, no en si estoy representando en el género a las mujeres. Quisiera hacer mi música, ser feliz, que cada día la escuchen más personas, que mi comunidad sea más cercana y apuesten más por mí.

―¿Qué puede esperar el público en cuanto a proyectos para lo que resta de año?

―Pienso seguir sacando música. No quiero presentarme en ningún lugar, sino hacer mucho estudio y seguir en el estado en el que estoy, muy libre. En mi canal de YouTube la gente se divierte, hago videos-reacciones, hablo de cine, les enseño cómo es mi vida, ven cómo son los procesos que tengo como artista… Estoy sumergida en eso, que me roba muchísimo tiempo, pero me encanta. Estoy generando mucho contenido en sentido general, siento que me voy a volver loca, pero estoy contenta.

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