Luis Robles Elizástigui, el reconocido preso de conciencia de 32 años, cuyo único “delito” fue manifestarse pacíficamente en La Habana exigiendo libertad, sigue a la espera de una respuesta a su solicitud de libertad condicional, a pesar de que ya ha vencido ya el plazo legal establecido por las autoridades.
“Ya pasaron esos 90 días”, dice Yindra Elizástigui, la madre de Luis, quien ha estado librando una campaña por la excarcelación de su hijo, reconocido por Amnistía Internacional como un preso de conciencia.
Condenado a 5 años de prisión acusado de “propaganda enemiga” y “desobediencia”, Luis ha cumplido gran parte de su isentencia en la cárcel de máxima seguridad Combinado del Este. Una condena que la ONU ha tildado de “arbitraria” y cuya inmediata liberación ha exigido al gobierno de la isla en reiteradas ocasiones.
A inicios de este año las autoridades carcelarias accedieron a trasladar al joven a un régimen de mínima severidad con derecho a pases periódicos y esto llevó a la solicitud de libertad condicional, pero los plazos establecidos por el propio sistema legal del castrismo no han sido respetados.
“Consiste en decir que nuestros hijos no están presos por motivos políticos, que reciben la atención médica que requieren, que nuestros hijos y sus familias nunca han sido maltratadas… Todos conocen que esto es mentira”, dice la madre de Luis.
A casi tres años de su detención, el caso de Luis Robles Elizástigui se alza como un crudo recordatorio de la represión sistemática contra la disidencia en Cuba y un llamado urgente a la acción Internacional por parte de los organismos garantes de los derechos humanos.
