LA HABANA, Cuba.- En Cuba, en el pasado, la frase “ir de compras” incluía la idea de pasar por el Ten Cent, para ver, adquirir algo y merendar.
Las tiendas Ten Cent de Woolworth, novedosas en su momento, se caracterizaban, entre otros atractivos, por sus precios módicos y por poner la mercancía al alcance de la mano del cliente, que podía revisar y escoger.
Los asequibles precios no implicaban que las mercancías fueran de mala calidad. No obstante, hoy, cuando una persona quiere vender algún objeto de poco valor, y pide una cifra exorbitante, se le dice que “quiere vender una cosa de Ten Cent como si fuera una obra de arte”.
Woolworth podía permitirse esos precios bajos porque adquiría la compra total de la producción de un fabricante o proveedor de forma mayorista. Incluso encargaban artículos con el nombre o marca de la empresa, para hacer así su promoción.
Al valor de la mercancía le agregaban 10 centavos al final. Ejemplo: no ponían 1 peso, sino 1.10 centavos.
En los Ten Cents la estantería era de madera con secciones de cristal en su parte superior. El costo de cada producto se reflejaba en números grandes, puestos en carteles de tamaño adecuado, con aro de metal, a la altura de la vista, algo que los hacía muy visibles al cliente.
La ubicación lineal de los mostradores, con pasillos transversales, permitían que las personas transitaran con comodidad sin tropezar, pudieran recorrer la tienda completa y encontrar las mercaderías, que estaban dispuestas por departamentos.
En los Ten Cents brindaban varios servicios como el de peluquería, y había un área para niños. Otra atracción era la posibilidad de merendar mientras se estaba de compras.
Alrededor de sus amplios locales, encontrabas extensas canchas con cómodas banquetas, y una muy variada oferta de alimentos de calidad.
Recuerdo los emparedados, consistentes en tres rebanadas de pan de molde, con pasta de pollo, jamón o carne; las tostadas a la plancha, las ensaladas de pollo, los muy solicitados Hot Cakes con almíbar (conocidos después por arepas), las hamburguesas, los exquisitos batidos de chocolate, helados de varios sabores y refrescos.
La primera filial cubana de la cadena de tiendas norteamericana Woolworth en La Habana fue fundada en 1924. Estaba en la esquina de las calles San Rafael y Amistad. Se trasladó en 1937 a Galiano y San Rafael, donde se encontraba La Casa Grande.
En La Habana hubo cinco Ten Cents: el mencionado de Galiano y San Rafael, el de la esquina de las calles Obispo y Habana, el de Monte y Suárez, el de 23 y 10, en El Vedado, y el de Primera A y 42, en Miramar, conocido como La Copa. Había otros cinco Ten Cents en el resto del país.
Los edificios de los Ten Cents tenían una estructura similar en su exterior a sus homólogos estadounidense, por la que se podían identificar sin necesidad de mirar el nombre en su fachada.
Aún se puede apreciar, en el suelo, a la entrada de la tienda de 23 y 10, la palabra Woolworth.
De los 1.000 empleados con que contaron los Ten Cents, el 80 % eran mujeres. Toda la empleomanía estaba uniformada y recibían clase de cómo tratar al cliente, siempre de pie, usando el vocabulario adecuado, y con buena presencia. Las mujeres tenían que estar maquilladas y llevar el pelo arreglado. La gerencia se encargaba de garantizarles los medios para ello.
Después de ser nacionalizados en 1960, los Ten Cents fueron perdiendo poco a poco su exclusividad. No fue solamente por la mercancía de menos calidad, la forma de venta y el trato al cliente, sino también por el deterioro de los locales.
Aunque les cambiaron el nombre de Ten Cent por Variedades, contaban con muy pocas mercancías.
Hoy, los Ten Cents de antaño son Mipymes o tiendas de venta en MLC, con artículos muy caros.
Hace varios años, la empresa italiana Italsav hizo un convenio con TRD Caribe y Trasval para surtir la tienda de Galiano con útiles para el hogar, ferretería, aseo y limpieza, artículos deportivos, perfumería, muebles y electrodomésticos. Pretendían recuperar el esplendor del pasado, pero nada de 10 centavos, sino precios espeluznantes, en divisa. Pero todo indica que el negocio no salió como esperaba la parte extranjera, y la tienda cerró sus puertas una vez más.
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