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Los “Héroes de azul” que no salen en televisión

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Los “Héroes de azul” que no salen en televisión
Los “Héroes de azul” que no salen en televisión

En Cuba no hay héroes de azul, hay esbirros, sicarios al servicio de un poder criminal que tiene al país al borde de la anarquía social, el pandillerismo y el matonismo

LA HABANA.-Un nuevo episodio de abuso policial contra un ciudadano indefenso vuelve a colocar en tela de juicio tanto el modo de actuar como la catadura humana y la ética de trabajo de la Policía Nacional Revolucionaria. Ese cuerpo represivo que el gobierno cubano ha intentado humanizar bajo el hashgtag “Héroes de Azul”, que reconoce que no puede lidiar con la creciente delincuencia y evita enfrentamientos con guapos, no lo piensa dos veces para lanzarse sobre personas que no representan una amenaza, pero las somete y golpea como si se tratara de criminales violentos. 

En las unidades de policía se acumulan por centenares las denuncias de asaltos, robos con violencia, estafas a ancianos, sin que exista capacidad logística y voluntad real para resolverlas. Los mismos oficiales dicen que no hay recursos ni combustible, pero además se quejan del salario, las condiciones de vida, la insuficiencia de todo, y hasta desbarran de otros cuerpos represivos que sí disponen de medios para cumplir con el vergonzoso encargo de vigilar opositores y perseguir cualquier manifestación pública de disenso, aunque sea pacífica.

Hace mucho tiempo que la policía cubana dejó de tener utilidad ciudadana. Sus oficiales se han plegado al parasitismo estatal, son meros burócratas que reciben y archivan quejas o, en el mejor de los casos, piloto y copiloto de una patrulla desvencijada que da su vuelta de vez en cuando para cerciorarse de que el barrio se mantiene apegado al tipo de tranquilidad que exige el régimen. Si los vecinos se roban y matan entre ellos, no importa. Las prioridades son otras.

Pero en ese ir y venir con que los oficiales de policía justifican su salario y hacen valer el uniforme que llevan puesto, muchas veces aflora lo peor de su naturaleza. Hace un par de años las redes estallaron ante la golpiza propinada por un oficial a un joven campesino desarmado, al cual tenía, además, esposado de una mano. La sarta de bofetadas fue captada por el celular de una señora que le reprochaba al uniformado su ensañamiento, sin que hubiese el menor amago de respuesta física por parte del muchacho. El suceso tuvo lugar en la localidad de Purnio, provincia de Holguín, uno de tantos parajes olvidados donde la policía actúa como la guardia rural de otros tiempos, supuestamente más crueles que la era fidelista que nos ha tocado vivir.

Otro hecho similar ha sido registrado en un parqueo de bicitaxis y motos, donde dos policías golpearon e intentaron reducir a un sujeto indefenso que les pedía que no le pegaran. El video es insultante por el maltrato excesivo, injustificado, pero también por la degradación de esos dos oficiales que, a todas luces, no tienen preparación para hacer su trabajo. Hasta el momento no ha trascendido la falta cometida por el individuo, pero se ve que no estaba armado ni se comportaba de forma agresiva. Aun así, dos policías no fueron capaces de ponerle las esposas sin golpearlo mientras eran grabados por un grupo de mirones, cuyo sentido de la justicia solo les alcanzó para documentar y visibilizar el abuso.

Más que cumplir con su deber, ambos uniformados parecían estar aprovechando la circunstancia para descargar un poco de la rabia y la frustración que llevan acumuladas, porque su autoridad no los exime de la miseria generalizada, pero les acarrea el desprecio de la gente por abusadores y corruptos, por ser cualquier cosa menos garantes del cumplimiento de la ley y de la seguridad en las calles.

“¿Asere, por qué haces eso, asere?”, lamenta el muchacho después de recibir un tremendo bofetón en pleno rostro. Arrodillado, con la cara oculta en un gesto de evidente dolor, soportaba los tirones del otro oficial que le ordenaba ponerse de pie, mientras el resto se limitaba a observar y grabar sin intervenir. El único que abrió la boca lo hizo para emitir un comentario tan indignante como el proceder de los policías, pues expresaba su preocupación por que dañaran, durante el forcejeo, las motos allí parqueadas, más que por la integridad física del joven agredido.

¿Alguno de ellos estaría dispuesto a declarar como testigo si ese joven, con todo su derecho, decidiera denunciar el maltrato de que fue víctima? Es casi improbable. Miedo, abuso de autoridad y de poder, indolencia ante la injusticia, hacen posibles escenas terribles como esa. En Cuba no hay héroes de azul, hay esbirros, sicarios al servicio de un poder criminal que tiene al país al borde de la anarquía social, el pandillerismo y el matonismo.

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