Los propios cubanos han desdeñado las novedades de la resolución que entró en vigor este martes sobre la libreta de abastecimiento con un argumento demoledor. “Con el debido respeto, para lo que dan por la libreta se gasta más en papel y tinta en las bajas y los desgloses”, reacciona un lector de Tribuna de La Habana.
La noticia apenas está en la reducción del tiempo que los ciudadanos pueden pasar sin darse de baja en el sistema. Hasta ahora, y desde 2021, los cubanos que salían por al menos tres meses del país debían acudir a la Oficina de Registro del Consumidor (Oficoda) a comunicar su nueva situación. Desde este martes, con la entrada en vigor inmediata de la norma, bastará pasar dos meses fuera para tener que tramitar la baja.
La resolución, publicada en la Gaceta Extraordinaria del 5 de diciembre, establece el sistema de inscripción en el registro, sus normas y excepciones, pero el único cambio en términos reales es este y, por la mermada oferta del documento, que controla el sistema de racionamiento vigente en la Isla desde 1962, poco ha sido el interés. La mayoría de las reacciones que se han producido –por ahora solo en redes sociales y prensa– tienen más que ver con el mal funcionamiento del sistema y su pobreza.
Por el hecho que haya viajado no quiere decir que mi familia sea millonaria ni que yo regrese para mi país con el monedero lleno de euros. Todo está super caro y no tengo recursos
“Algo no está funcionando correctamente”, explica una jubilada de 70 años en un detallado comentario. La mujer, de 70 años, salió de la Isla para visitar a sus nietos durante cinco meses y después de cinco años sin verlos, “viaje el cual fue hecho con mucho sacrificio por parte de mi hija”, expone. En cumplimiento de la norma, esta habanera se dio de baja antes de salir del país y regresó a su Oficoda a la vuelta para darse nuevamente de alta, pero le dijeron que debía pasar tres meses acogiéndose al vale piloto, un documento temporal que sustituye a la libreta de abastecimiento mientras se tramita la nueva situación.
“Llevo un mes en mi país y aún no me han dado nada del vale piloto de noviembre. Ni siquiera tengo derecho a comprar el pan que me corresponde a diario. ¿Alguien me puede informar donde está lo que me corresponde? ¿A quién me debo dirigir? ¿A quién le preocupa si como o no? Por el hecho que haya viajado no quiere decir que mi familia sea millonaria ni que yo regrese para mi país con el monedero lleno de euros. Todo está super caro y no tengo recursos para comprar en las mipymes, que son las que tienen todo con precios exhuberantes. ¿Esto es un castigo por haber viajado?”, reprocha apenada.
La mala gestión en las Oficoda tampoco es, en todo caso, una novedad. Desde que en 2018 comenzó el proceso de digitalización de la libreta –que aún no ha concluido–, los desastres se han acumulado poniendo en evidencia un sistema que, lejos de beneficiarse de las nuevas tecnologías, no ha hecho sino empeorar.
Hace más de tres décadas que existe la obligación de comunicar las altas y bajas de fallecidos, residentes en el exterior, modificaciones en el domicilio y otros casos que alteren la composición de los núcleos familiares, pero el incumplimiento era muy elevado, dando lugar a la asignación de más recursos de los previstos por familia. La digitalización llegaba, presuntamente, para aumentar el control sobre los cambios, pero los propios fallos del sistema unidos a la corrupción, mantuvieron a miles de consumidores inexistentes en las bases de datos.
En 2021, una información de la prensa oficial de Ciego de Ávila reveló que 15.000 de los 437.000 consumidores registrados ya no residían en el país. Ese año comenzó un problema que se mantiene actualmente, la escasez de papel, que ha impedido la entrega de las libretas físicas con los problemas que esta situación supone para miles de personas.
En 2021, una información de la prensa oficial de Ciego de Ávila reveló que 15.000 de los 437.000 consumidores registrados ya no residían en el país
En diciembre de 2022, el problema se repitió, y el Ministerio de Comercio Interior tuvo que garantizar que estaba asegurada “la distribución de la canasta familiar normada” pero existían “afectaciones con la disponibilidad oportuna de las libretas de control de los abastecimientos para el 2023”. Los primeros meses del año, en al menos nueve provincias hubo que apuntar las compras en una extensión del documento de 2022 hasta que se completó la confección del de este año.
Los rumores sobre una posible desaparición del documento y sistema, que cada vez es de menor utilidad en la Isla, crecieron desde que en 2011 Raúl Castro afirmó, en el IV Congreso del Partido Comunista, que había una firme decisión de eliminar paulatinamente la libreta. “El problema al que nos enfrentamos, no es de concepto, sino que radica en cómo, cuándo y con qué gradualidad eliminaremos este instrumento de distribución que le ha brindado alimentos básicos, altamente subsidiados, a los más de once millones de cubanos”, dijo.
La mayoría de la población, a pesar del descontento con este método, asume con vértigo el posible fin de un instrumento que ha regido sus vidas durante 60 años.
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