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“La Seguridad del Estado siempre ha apostado por debilitar la masonería cubana”

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“La Seguridad del Estado siempre ha apostado por debilitar la masonería cubana”

Tras el robo de unos 19.000 dólares de su oficina, el Gran Maestro Mario Alberto Urquía, líder de los masones cubanos, se ha atrincherado contra quienes exigen su renuncia. Las medidas para reforzar su autoridad han sido drásticas: destituyó a los altos funcionarios masónicos que lo cuestionaban y realizó un urgente “llamado al orden”. Mientras la crisis avanza, decaen las esperanzas de que aparezca el dinero, del cual depende gran parte de la manutención de los ancianos del Asilo Nacional Masónico Llansó, en el municipio de Arroyo Naranjo.

El escritor Ángel Santiesteban Prats, masón de grado 33 –el peldaño más alto en la jerarquía de la orden– y periodista independiente, ha estado presente en cada fase del proceso y accedió a detallarlo para 14ymedio. “El Patronato tuvo una suma de 21.000 dólares, entre euros y dólares propiamente dichos”, recuerda Santiesteban, quien también es uno de los doce miembros del Patronato del Asilo Llansó, la entidad que se encarga de tomar decisiones sobre la administración.

“El Gran Maestro dice que yo se lo sugerí. No es así. He consultado con otros miembros del Patronato que tampoco recuerdan que yo le haya pedido guardar el dinero en la Gran Logia. Pero sí era de los más preocupados por que el dinero estaba allí”. El escritor describe la precariedad de la cerca que conduce a la “casita” del asilo donde se guardaba el dinero. “Yo tenía obsesión con la posibilidad de que alguien tratara de robar el dinero y lastimara a los trabajadores”.

Según Santiesteban, en septiembre de 2023 Urquía se lleva el dinero a la sede de la Gran Logia, en la calle Carlos III, Centro Habana. “En el Patronato cuestionamos si tener esa cantidad fuera del banco era delito. Él respondió que no. El tesorero de la Gran Logia, que es abogado, hizo toda una disertación para demostrar que no era ilegal”, explica. 

Los argumentos para guardar la suma en el edificio de Carlos III eran claros: a diferencia del asilo, era un lugar protegido. (14ymedio)
Los argumentos para guardar la suma en el edificio de Carlos III eran claros: a diferencia del asilo, era un lugar protegido. (14ymedio)

Los argumentos para guardar la suma en el edificio de Carlos III eran claros: a diferencia del asilo, era un lugar protegido –Santiesteban lo confirma– y tenía una caja fuerte. En octubre, durante la reunión mensual del Patronato, el propio Santiesteban propuso hacer un arqueo entre el tesorero del asilo y el de la Gran Logia. “Allí nos enteramos de que el dinero no lo tenía el Gran Tesorero, sino que lo estaba custodiando personalmente Urquía”.

Urquía guardaba la suma en condiciones inaceptables: “una cajita pequeña”, de su propia familia, “que puso luego en un estante sin ningún tipo de seguridad” y que iba a quedar expuesta durante unas vacaciones que tomó el Gran Maestro.

En enero, por retrasos del Estado en la distribución, no entraron los suministros habituales para los ancianos del Llansó. “Hay una alarma el día 9, y el director del asilo llama a las 11:00 am al Soberano [José Ramón Viñas Alonso], que preside el Patronato. El Soberano responde que irá inmediatamente a la Gran Logia para buscar 1.000 dólares para comprar los alimentos en una mipyme y avisa a Urquía.

La respuesta de Urquía, desde su oficina en el onceno piso del edificio, fue que “el elevador de la Gran Logia está roto”. Y se ofreció a llevar la cantidad solicitada a las oficinas del Supremo Consejo del Grado 33 –en el número 164 de la calle Jovellar–, donde trabaja el Soberano. Viñas, en cambio, dijo que prefería ir él y subir las escaleras y así, de paso, “hacer el arqueo del dinero”, relata Santiesteban. Urquía se resignó, pero advirtió a Viñas de que sería él quien lo llamara cuando estuviera preparado para recibirlo.

La respuesta de Urquía, desde su oficina en el onceno piso del edificio, fue que “el elevador de la Gran Logia está roto”

No lo llamó en todo el día. A las 7:00 pm, el Soberano recibe por fin el aviso del Gran Maestro, que le pidió ir a su casa. Allí, Urquía admite que el viernes 5 de enero “descubrió que le habían robado”. Cuando Viñas le reclamó una explicación al hecho de que Urquía le hubiera prometido llevar los 1.000 dólares que requería el Llansó, alegó que había actuado así “para no hablar del asunto por teléfono”.

“Hay que convocar al Patronato”, urgió Viñas. Los doce miembros, entre ellos Santiesteban, deciden que hay que hacer una denuncia del robo. La reunión tuvo lugar a las 4:00 pm del martes 9 de enero.

“Fuimos a la unidad de Zanja y no nos atendieron hasta las cuatro de la mañana”, cuenta Santiesteban. Cuando por fin llegó el oficial instructor, les espetó: “No me hagan perder tiempo”. Santiesteban le preguntó si con esa frase estaba sugiriendo la posibilidad de que fuera un autorrobo. El policía asintió.

Durante la investigación, quiso saber más detalles sobre las llaves y cerraduras de la Gran Logia. “Urquía se puso entonces a ‘sacar conclusiones’, como que otros grandes maestros tenían sus mismas llaves o que alguien pudo sacar una copia”, dice Santiesteban, que subraya un punto: el agente preguntó por qué había tardado tanto en denunciar el robo. “Las huellas podían haber estado allí entonces, pero a estas alturas se habrán borrado”, explicó el agente.

En enero, un retraso en las entregas estatales hizo que el Asilo Llansó solicitara fondos a la Gran Logia para comprar insumos. (Facebook/Asilo Llansó)

La posición inicial de Urquía fue admitir la responsabilidad –si bien no su culpabilidad– por su “negligencia”, ante el Patronato y el Soberano, señala. “Dijo que iba a reponer el dinero, que le dieran hasta marzo”. De dónde iba a sacar los 19.000 robados, Urquía no lo dijo. El Gran Maestro, acota Santiesteban, es dueño de una mipyme que se dedica a la construcción.

“El Diputado Gran Maestro [Gerardo Cepero Díaz] y varios funcionarios pidieron su renuncia. No lo están acusando, en ningún momento la carta dice que él robó. Lo que le dicen es que obró mal, y que su acción ha traído como consecuencia una imagen negativa para la Gran Logia. Su reacción debe ser dimitir, pero él se niega”. De hecho, destituyó a todos los que firmaron la carta y los remitió a la Corte Masónica, “donde pueden ser sancionados o expulsados”, asegura Santiesteban.

De momento, el Patronato está esperando lo que diga la Policía, que –opina Santiesteban– no será relevante. La masonería cubana, valora, está pasando su peor momento desde que el Gran Maestro Manuel Collera Vento, que lideró a los masones cubanos en el año 2000, fuera revelado en 2011 como el Agente Gerardo de la Seguridad del Estado y un “colaborador valioso” en el interior de la orden desde 1975.

La situación se veía venir desde la fuga a Estados Unidos –vía México– del antecesor de Urquía en el cargo, el Gran Maestro Francisco Javier Alfonso Vidal

Frente al mundo, “la masonería cubana está en descrédito”, lamenta Santiesteban. La situación se veía venir desde la fuga a Estados Unidos –vía México– del antecesor de Urquía en el cargo, el Gran Maestro Francisco Javier Alfonso Vidal. “Él dijo que la Seguridad del Estado lo presionó para irse y que lo querían obligar a acusar al Soberano Viñas”, por sus críticas al Gobierno.

Viñas, de hecho, es el factor común de los últimos incidentes que han trastornado el desempeño normal de la fraternidad. Después de las multitudinarias protestas del 11 de julio de 2021, el Soberano escribió una carta en la que increpaba al Gobierno y pedía la renuncia de Miguel Díaz-Canel, por instigar a una guerra civil. “No se lo perdonan. Ha pasado a ser un ‘contrarrevolucionario’. Lo han detenido en el aeropuerto, lo cita la Seguridad del Estado tanto a Villa Marista –su cuartel general– como a estaciones policiales, lo visitan en su casa”, enumera Santiesteban. Este diario ha contactado con Viñas, que ha preferido “no contestar preguntas sobre la institución”, alegando su discreción habitual sobre asuntos internos masónicos.

El robo, las presiones, las fugas, las infiltraciones desde hace décadas, son síntomas de un mismo –y muy antiguo– objetivo, según el escritor: “La Seguridad del Estado siempre ha apostado por debilitar la masonería cubana”.

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