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La pupila que graduó Fidel

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La pupila que graduó Fidel
La pupila que graduó Fidel

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Fue el as de oro que Fidel le sacó al enemigo imperial externo y, sobre todo interno, para cerrar filas y fortalecer la unidad en cada cuadra, en todos los barrios y asentamientos, mediante un sistema de vigilancia popular capaz de detectar y neutralizar los intentos por dañar a la naciente Revolución

Si preguntásemos qué son los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la mayoría de los cubanos podría responder esa interrogante.

Los años no pasan en vano. Por haber nacido después de enero de 1959, alrededor de tres cuartas partes de la población actual probablemente no domine, en detalle, asuntos de verdadero interés relacionados con el nacimiento de la mayor organización de masas de Cuba.

Primero, fue ideada y creada por el Comandante en Jefe Fidel Castro. Segundo, es, indiscutiblemente, uno de sus aportes. Al menos yo no conozco, fuera de aquí, una forma igual de organización, generalizada entre ciudadanos que residen en un mismo lugar.

Fue el as de oro que Fidel le sacó al enemigo imperial externo y, sobre todo interno, para cerrar filas y fortalecer la unidad en cada cuadra, en todos los barrios y asentamientos, mediante un sistema de vigilancia popular capaz de detectar y neutralizar los intentos por dañar a la naciente Revolución.

Recoge la historia que, tras regresar de su exitoso viaje a Estados Unidos, Fidel compareció ante una verdadera multitud humana congregada junto al Palacio Presidencial, para tributarle una alegre bienvenida. Era el 28 de septiembre de 1960.

Rabiosa, impotente, una ingrata mano hizo estallar un petardo. Para decepción del autor y de quienes empujaron: tranquilidad total. Incluso burlesco humor cuando Fidel, ecuánime hasta la médula, afirmó que ese petardito ya todo el mundo sabe quién lo pagó, son los petarditos del imperialismo.

Sobrevino entonces lo que la Casa Blanca, su Agencia Central de Inteligencia y toda su maquinaria de odio jamás le perdonarán al Comandante: «… si creen que van a poder enfrentarse con el pueblo, ¡tremendo chasco se van a llevar! porque les implantamos un comité de vigilancia revolucionaria en cada manzana…».

El momento histórico es otro. Por cierto, ¿acaso menos complejo en el orden económico, social, político, ideológico, de peligro, amenaza y hostilidad imperial? No lo creo.

Por eso los CDR están y estarán ahí. Que a nadie roce siquiera la fugaz idea de prescindir de ellos o de subestimarlos. A los soportes de la unidad no se les debilitan: se les robustece.

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