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La política cubana en tiempos de Chibás y “El Último Aldabonazo”

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La política cubana en tiempos de Chibás y “El Último Aldabonazo”
La política cubana en tiempos de Chibás y “El Último Aldabonazo”

LA HABANA, Cuba.- En días recientes de este mes de agosto, con motivo de conmemorarse un año más de la muerte, en 1951, de un medio tocayo mío, el doctor Eduardo René Chibás Rivas, se han publicado varios trabajos periodísticos. Aquí mismo en CubaNet hay colgados dos. Son ellos “Eduardo Chibás: una controvertida figura de nuestra historia republicana”, de Luis Cino, y “Las casas donde vivió Eduardo Chibás”, de Jorge Luis González Suárez.

Me congratulo de la publicación de esas crónicas (sobre todo de la primera, que hace referencias a pasajes de la vida del polémico personaje). Ellas me dan pie para acometer la redacción de este trabajo periodístico. Matizaré algunos puntos del amigo Cino, pero no creo que por ello pueda hablarse de una polémica, pues las pocas diferencias se centran en cuestiones de opinión, y es natural que cada uno tenga la suya.

Creo que convendría comenzar por el año 1947, cuando el personaje se separó del gobiernista Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) y fundó el del Pueblo Cubano (Ortodoxo). A diferencia de Cino, yo haría hincapié, como causa fundamental de ese cisma, en el hecho de haberse esfumado, en Chibás, las esperanzas de ser el candidato presidencial del llamado “autenticismo”.

Foto: Latin American Studies

La escisión

El hecho cierto es que don Eduardo René, pese a los problemas que se confrontaban bajo la presidencia del doctor Grau, mantuvo con toda firmeza su apoyo a este. Pero todo indica que el Presidente, puesto a escoger entre el oriental Chibás y el pinareño Carlos Prío Socarrás, optó por su comprovinciano Prío.

Fue entonces que se produjo la escisión; y fue sólo a partir de ese momento que, para justificarla, el primero empezó a arremeter contra la corrupción administrativa y el pandillerismo.

Como señala con gran acierto Cino, desde ese momento, Chibás, en su escuchado programa de radio Al aire, empezó a arremeter, de “modo irresponsable e incendiario” y “lanzaba acusaciones a diestra y siniestra contra los gobiernos de Grau y Prío”.

También es verdad que, con ello, el político oriental “hizo mucho daño a la institucionalidad democrática”.

El diferendo con Aureliano Sánchez Arango

Ejemplo de esa irresponsabilidad fue el famoso diferendo con el destacado dirigente auténtico Aureliano Sánchez Arango, que fue lo que, de modo indirecto, condujo a la muerte del personaje. Mucho se ha hablado sobre la hipotética “traición” de un desconocido que no le habría entregado a Chibás las pruebas prometidas que acreditarían una compra millonaria, con dinero malversado, de grandes propiedades en Guatemala.

Sin embargo, la misma secuencia de los hechos parece indicar que las cosas sucedieron de otro modo. Lela Sánchez Echeverría, en su libro La polémica infinita, arroja luz sobre el turbio asunto.

Es verdad que se trata de la hija de Aureliano, pero por ello mismo conoce los detalles del caso. Para empezar, la acusación de Chibás contra Sánchez Arango no surgió en el vacío.

Foto: Latin American Studies

También Aureliano tenía un escuchado programa radial, que se transmitía horas antes que el de Chibás. En una de sus emisiones, el político auténtico criticó los tratos leoninos que —decía él— hacía la familia Chibás con los campesinos cafetaleros de Oriente.

No quiere decir que la denuncia fuera fundada. Sabemos que Aureliano era socialdemócrata, y nadie ignora las tendencias anticapitalistas que tienen esos señores…

El hecho cierto es que unas horas más tarde, en su propio programa Al aire, Chibás optó por lanzar la acusación sobre la supuesta malversación y las compras millonarias en Guatemala. Parece harto improbable que un famoso desconocido le hubiese prometido pruebas del supuesto affaire.

Más verosímil parece que el temperamental político, que no quería “quedarse dado”, lanzara otra de las acusaciones irresponsables e incendiarias que menciona Cino.

El “maletín”

Emplazado para presentar las pruebas, Chibás planteaba tenerlas en su maletín… Por supuesto que el asunto se prestaba para las mofas de todo tipo. Ante todo, claro, de los cultores del humor político, que tantos practicantes tuvo en Cuba hasta que “llegó el Comandante y mandó a parar”… En el libro arriba mencionado se recuerda una anécdota narrada por el periodista José Pardo Llada, él mismo un destacado líder ortodoxo.

Cuenta Lela una confesión que le hizo Pardo Llada: En una ocasión, cuando caminaba junto a Chibás por una calle habanera, fue testigo de la irreverencia de los capitalinos que, en su propia cara, se mofaban abiertamente del líder ortodoxo, mencionando con burlas el famoso “maletín” y las supuestas “pruebas” que nunca se vieron…

Es claro que tratándose (como es el caso) de un individuo obviamente desequilibrado, la salida del embrollo en el que él mismo se había metido podía perfectamente pasar por un gesto extremo y desesperado… ¿y qué mejor que pegarse un tiro en público! En este punto puedo mencionar lo que me narró al respecto Gustavo Arcos Bergnes, un gran luchador por la libertad de Cuba ya fallecido, pero que en vida me honró con su amistad.

El Último Aldabonazo

Me contaba don Gustavo que, el día de “El Último Aldabonazo” (nombre con que fue bautizada la arenga suicida), él se encontraba entre los numerosos asistentes al estudio de radio. Yo le comentaba que el político y periodista, al hacerse el disparo, no lo dirigió a su cabeza o su corazón, sino a su barriga… Eso, en mi opinión, indicaba con claridad que el objetivo que perseguía el político era muy razonable: el de no perder la vida…

A eso se sumaban otros comentarios. Se afirmaba que Chibás, previsoramente, había permanecido en ayunas; que había usado antibióticos para prevenir los efectos del disparo…

De inicio, don Gustavo me planteaba que Chibás no habría podido dispararse en otra parte porque los presentes se lo habrían impedido. Con el tiempo, sin embargo, cambió de opinión y tuvo la gentileza de significármelo.

Por cierto, creo que el colega Cino puede ufanarse de haber dado pie, con su escrito a uno de los más agudos comentarios de un lector. Pese a su extrema brevedad, la única línea caracteriza con concisión y acierto extraordinarios —creo— al señor Chibás Rivas. El lector Drake, que escribe en inglés, dice algo así como: “Este fenómeno cuatro-ojos se ve extraño”.

¿Y si hubiera llegado a la presidencia?

Supongo que, por su apellido y el idioma en que escribe, el comentarista no sea cubano, de modo que es probable que no conozca antecedente alguno del personaje. Además, la foto escogida por la Redacción del diario es una en la que —cosa rara— aparece un Chibás sonriente y apacible; nada de las gesticulaciones enfáticas ni los gritos exaltados que lo caracterizaban.

Pese a ello, Drake supo penetrar en las características del personaje que, como bien señala Cino, “probablemente, de haber llegado a la presidencia (…), hubiera resultado otro líder populista y demagogo más de los que tanto abundan en Latinoamérica”.

Y con respecto a los “millones robados” por Aureliano y los latifundios comprados con ellos en Guatemala, tengo que hacerme eco de los planteamientos de su hija Lela: ¿Dónde se metieron! ¿Quién se quedó con ellos! Porque los únicos herederos del ilustre abogado y político fueron ella misma y su hermano, ¡y ninguno de ambos los ha visto jamás!

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