Home Cuba “La Habana ya no aguanta más y menos con estas aguas”

“La Habana ya no aguanta más y menos con estas aguas”

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“La Habana ya no aguanta más y menos con estas aguas”
“La Habana ya no aguanta más y menos con estas aguas”

LA HABANA, Cuba. – Juana dice que vive en el mismo edificio desde hace casi 60 años. Casi toda su vida. Y que no quisiera pasar sus últimos años en un albergue. Dedicada ahora al cuidado de su nieto más pequeño, de apenas dos años, vive con el temor de que una columna y la escalera que asciende al segundo piso colapsen en el momento en que pase alguno de los suyos, o cualquiera. Incluso ella misma, a quien cada vez le responden menos las piernas y camina más despacio.

El inmueble multifamiliar, ubicado en Maloja 113, entre Rayo y San Nicolás, en el corazón del barrio de Los Sitios, hace mucho tiempo dejó de mostrar sus galas. De estilo ecléctico y con cuatro niveles, de los cuales dos son de puntal alto, fue construido en 1940 según los documentos de la propiedad.

Algunos inquilinos, como César, el encargado del edificio, creen que es aún más viejo, tal vez de los años 20 o incluso colonial, por la incongruencia de la fachada. Intuye que probablemente fue en 1940 que se hizo la remodelación que le otorgó la estructura actual. 

Juana dice que fue en el 2000 la última vez que al edificio “se le pasó una manito”. De los 24 años que han pasado desde entonces, ha sido en los últimos dos cuando más se aceleró su deterioro.

“Hace tres años esas columnas no estaban así. Todavía se podía seguir tirando”, cuenta. “Este edificio antes de la pandemia ya era una vieja con colorete, pero aún aguantaba. Con una buena reparación esto duraba unos 20 años más, pero ellos [las autoridades] esperan a que ya no haya solución, a que se caigan, maten a alguien y entonces buscan culpables, y nada, todo sigue igual. Al mes siguiente hay otro derrumbe y otro herido o muerto”.

Edificio de la calle Maloja, No. 113, en Centro Habana (Foto de la autora)
Edificio de la calle Maloja, No. 113, en Centro Habana (Foto de la autora)

El pasado 1 de junio, alrededor de las 7:30 de la mañana, todos los vecinos salieron despavoridos de sus viviendas al escuchar un fuerte estruendo. A la más crítica de las tres columnas que sostienen el interior el edificio, se le desprendió un trozo de concreto, dejando aún más débil la estructura y expuestas las cabillas, también roídas con los años.

“Todos pensamos que se había caído completa de lo fuerte que se sintió aquello… y eso que todavía no habían empezado los aguaceros fuertes y diarios que hay ahora. Cuando el sol diga a salir de verdad y a sentirse fuerte es que van a empezar a caerse estos edificios y balcones. Ese trozo que cayó de la columna deberíamos tomarlo como un aviso, y hacer algo ahora”, dice Juana.

Los derrumbes en la capital habanera son cada vez más frecuentes. Se han convertido en una escena habitual. La crisis multisistémica que impacta a la Isla, sumada a la negligencia y desidia de las autoridades, arroja al peligro la vida de múltiples ciudadanos. No menos importantes son las sucesivas modificaciones y divisiones que se realizan a estos edificios para albergar más personas, dada la crisis de vivienda imperante. Esto influye, sin dudas, en el aumento del peso que hace desplomar las estructuras.

Edificio de la calle Maloja, No. 113, en Centro Habana (Foto de la autora)
Edificio de la calle Maloja, No. 113, en Centro Habana (Foto de la autora)

Estos incidentes ocurren sobre todo en los meses de junio a noviembre con el azote de varios eventos meteorológicos: lluvias intensas, vaguadas, tormentas eléctricas y huracanes. En marzo pasado, cuando tres personas tuvieron que ser rescatadas tras colapsar dos pisos de un edificio multifamiliar, las autoridades confirmaron al menos 26 derrumbes totales relacionados con las lluvias intensas que afectaron la región occidental en esa fecha.

Según una fuente oficial consultada por el diario 14ymedio, las lluvias de los últimos días han causado al menos 19 derrumbes parciales en la capital. Solo en esta semana se han reportado cuatro: una vivienda en la céntrica calle Monte (una persona lesionada), la parte superior de una casa de dos plantas en el municipio Playa, un balcón en el bar-restaurante El Tablazo en El Vedado (tres lesionados) y el desplome de una pared en una vivienda del Cerro (un fallecido).

Desde que comenzaron las lluvias de junio, en Maloja 113 no solo se cayó buena parte de la columna: “Esto se está cayendo de a poco cada día. Hoy un pedazo de la columna, mañana otro, pasado un pedazo de arquitrabe, un pedazo de techo de los pasillos”, cuenta Juana. “Suerte que no ha habido nadie pasando en esos momentos porque eso le cae a cualquiera y mínimo le raja la cabeza o lo desmaya”.

“Es realmente preocupante. Aquí hay niños, una muchacha embarazada, gente de la tercera edad. Hay personas, seres humanos. Eso debería ser suficiente. No entiendo por qué siempre tenemos que esperar a que pase lo peor, cuando la cosas se pueden atajar a tiempo”.

Cabillas y vigas oxidadas a la intemperie, techos, paredes y arquitrabes agrietados a punto de soltar trozos de mampostería, como si la mezcla, hecha antaño para fundir, ahora, con el tiempo, se convirtiera en cuerpos extraños que la estructura busca expulsar. Así luce el interior del edificio.

Edificio de la calle Maloja, No. 113, en Centro Habana (Foto de la autora)

“Si te fijas la parte más mala de esa columna es del piso dos al tercero. En general no es bueno su estado, pero es en ese tramo que más mala está. Las cabillas están doblándose. Es evidente que no puede sostener los pisos tres y cuatro”, señala Anita, una mujer proveniente de Santiago de Cuba, que lleva un año alquilada en el edificio.

Anita sube y baja todos los días con mucho miedo. El tramo de escalera que conduce al segundo nivel, en el que vive, está tan crítico como la columna.

“Soy mensajera. Entro y salgo todo el tiempo. Subo y bajo estas escaleras más de 10 veces al día. Y mira como está, una viga prácticamente afuera, desmoronándose toda. En cualquier momento también se cae, y nos quedamos incomunicados”.

Un mes antes, cuando el deterioro del inmueble comenzaba a hacerse más notable y a levantar alarmas entre los vecinos, Anabel, cuya vivienda es la más próxima a la columna, fue a la oficina de Arquitectura y Urbanismo a reportarla. A los 15 días, cuando estuvo el dictamen técnico, retornó. Había que apuntalar el área que sostenía la columna. No obstante, debía presentarse el arquitecto de la comunidad y hacer una revisión técnica y un informe final. Le alertaron, sin embargo, que todo eso podía demorar; tal vez si pagaba de manera informal podía acelerarse un poco el proceso.

“Me dijeron así: La Habana entera se está cayendo, hay más de 700 edificios a punto de colapsar y centenares de órdenes de apuntalamiento. Hay que esperar”, dice Anabel.

La orden para apuntalar el inmueble de Maloja 113 es la 424-31. Aunque ninguno de los inquilinos sabe con exactitud el significado de la numeración, sospechan que son los números 424 en espera de apuntalamiento. Algo bastante desalentador y preocupante cuando perciben que el edificio se les viene encima en cualquier momento.

“Hay cola hasta para apuntalar, hasta para evitar que haya pérdidas humanas y materiales. La Habana entera se está cayendo de verdad, por eso es obvio que haya cola hasta para eso. Lo malo es que cuando nos toque ya sea demasiado tarde”, advierte César.

De algunos vecinos ha surgido la iniciativa de recoger dinero para pagar o acelerar el proceso. También para contratar una brigada de constructores que derriben la columna y la vuelvan a fundir. Incluso han hecho más: poco antes del desplome parcial de la columna, C. y Yankiel, otros inquilinos, midieron la distancia del piso al arquitrabe, consiguieron un tronco de madera bien grueso tiempo después y apuntalaron a su manera.

Edificio de la calle Maloja, No. 113, en Centro Habana (Foto de la autora)
Edificio de la calle Maloja, No. 113, en Centro Habana (Foto de la autora)

“Para ir tirando está bien, parece que lo sostiene, pero no es la solución ideal.”, explica C., quien ha pedido mantenerse en anonimato. “Aquí estamos sobreviviendo por iniciativa nuestra, si no nos ponemos nosotros es por gusto. A esta gente [las autoridades] lo único que le preocupa son sus hoteles y su politiquería. Tenemos que salir a resolver nosotros, ir a nuestros trabajos y también ir a que otros vengan a hacer su trabajo. En edificaciones como estas era para que hubiera inspecciones y visitas más seguidas por parte de la gente de vivienda”.

Lo más preocupante para C. y para Yankiel fue que, al colocar el palo que suplantaría la función de la columna, notaron que no cabía, por lo que tuvieron que rebajarlo, pese a que anteriormente habían hecho la medida. Todo indica que, en el tiempo trascurrido entre la medición y la obtención de la madera más el desmoronamiento progresivo y silente de la columna, el piso cedió unos centímetros.

“Tal vez si no llegamos a poner ese palo a tiempo y liberar de peso a la columna, se hubiera caído el piso de arriba”, sostiene C.

Hace poco más de una semana se presentó el arquitecto de la comunidad y confirmó que había que apuntalar tanto el área de la columna como la escalera.

“Pero seguimos en las mismas, a la espera de que vengan a apuntalar correctamente. Cada día se cae un pedazo distinto, y uno con el corazón en la boca cada vez que siente un ruido”, dice Juana. “Aquí en La Habana uno vive acostumbrado a que algún edificio se va a caer siempre. Y un día puede ser el tuyo”.

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