Carlos Miguel Castro Ochoa, un curandero rural del municipio mexicano de Ixmiquilpan, en el estado de Hidalgo, enfrenta un juicio tras la muerte de un paciente a quien había prometido curar el cáncer con veneno de escorpión azul procedente de Cuba. El “médico naturista”, como se presenta, cobró por adelantado unos 17.000 pesos –cerca de 1.000 dólares– por el tratamiento con Escozul, un producto fabricado en la Isla.
Según la prensa mexicana, Castro Ocha suministró a su paciente “grandes frascos con etiquetas impresas de manera casera”, cuyas dosis se aplicaban por vía oral mediante un gotero. Se trataba de “una sustancia proveniente de Cuba sin los permisos sanitarios necesarios en México”. Aunque la nota no revela el nombre del medicamento, publica una imagen de su etiqueta, que corresponde al formato antiguo de los pomos de Escozul.
Castro Ochoa llevaba años atendiendo a sus pacientes con tratamientos “alternativos” y “decenas de personas acudían a su consultorio improvisado al interior de su vivienda”, en la calle Calero de la localidad rural de El Nith. El pasado diciembre, los familiares del paciente –que falleció en la sala de urgencias de un hospital de Ixmiquilpan– le reclamaron el dinero perdido y este “respondió con amenazas” y alegando que “la autoridad no podría hacerle nada”.
No es la primera vez que Castro Ochoa enfrenta problemas con la Justicia, pero –afirma el diario Milenio– se libra porque “es de origen extranjero”. El curandero prometió a quienes acudían a él tratar el cáncer en etapas avanzadas, diabetes, leucemia, epilepsia, disfunciones sexuales, cálculos de riñón y otros padecimientos. Siempre con el dinero por delante, aclaran.
Un bando municipal de Ixmiquilpan, publicado en 2007, prohibió a los “curanderos y adivinos” operar en cualquiera de sus localidades
Un bando municipal de Ixmiquilpan, publicado en 2007, prohibió a los “curanderos y adivinos” operar en cualquiera de sus localidades y expulsó a los reincidentes, asegura el periódico. Sin embargo, Castro Ochoa evadió la ley por su “presunto origen extranjero”.
Son frecuentes en México los grupos de Facebook o Telegram que venden ambos “fármacos” como cura del cáncer. Uno de estos grupos, atendido por un usuario que se identifica como el doctor “Alejandro CR”, vende Vidatox como “tratamiento homeopático general” y descalifica a Escozul como “un tratamiento muy costoso”.
“Yo traigo el Vidatox directo de Cuba”, explica sin ambages Alejandro CR. “Es complicado traerlo a México, a veces lo retienen. Es por eso que vas a encontrar en internet a otras personas que, como yo, lo venden aquí”. Menos asequible, añade, Escozul exige “ir a Cuba, donde te hacen un estudio y te personalizan las dosis de acuerdo al tipo de cáncer. Los tratamientos con Escozul pueden durar años”.
El “doctor” advierte contra los “anuncios que dicen que Vidatox no sirve” y explica su razón de ser: “Se trata de una competencia comercial”, mentiras lanzadas por Escozul porque “no están de acuerdo en que exista Vidatox con un precio mucho menor al que ellos cobran”. Acto seguido, Alejandro CR indica a sus potenciales clientes que lo contacten por privado para más información.
La mente detrás del Escozul es el microbiólogo Alexis Díaz, el mismo científico que en 2011 comenzó a vender Vidatox
Escozul es uno de los dos compuestos derivados del veneno de escorpión azul (Rhopalurus junceus) que la Salud Pública de la Isla promueve y vende caro en el extranjero. Fabricado por los laboratorios Lifescozul –que tiene varias sucursales en la región, incluyendo a México–, el producto se presenta como “la formulación más avanzada del veneno del escorpión azul”.
La mente detrás del Escozul es el microbiólogo Alexis Díaz, el mismo científico que en 2011, cuando trabajaba para la estatal Labiofam, comenzó a vender Vidatox, al cual atribuía “probada eficacia antitumoral, analgésica y antiinflamatoria”. Desde entonces, Cuba ha insistido en las propiedades curativas del veneno de escorpión y ha publicado numerosos artículos “científicos” que intentan demostrar su efectividad y promover su compra.
El equipo de Lifescozul, muy activo en redes sociales y con cuartel general en la costosa clínica internacional La Pradera –fundada por Fidel Castro en La Habana en 1996–, ofrece tratamientos carísimos a sus pacientes. Para ser atendido en la Isla, tendrá que desembolsar 1.200 dólares o más. Si quiere que le envíen el medicamento a su país, hay que pagar entre 80 y 110 dólares mensuales mientras dura el tratamiento.
En 2021, Escozul firmó dos contratos en México con las empresas Pharmometrica y Research Pro. En 2022, cerraron un trato con el Tecnológico de Monterrey
En 2021, Escozul firmó dos contratos en México con las empresas Pharmometrica y Research Pro. En 2022, cerraron un trato con el Tecnológico de Monterrey, para dar más peso científico al trabajo de Escozul. La ambición del doctor Díaz: obtener el Registro Sanitario del producto, que permitiría su venta autorizada en todo el mundo.
Rivales aparentes en lo público, Escozul y Vidatox tienen un origen común en La Habana y los comerciantes improvisados que los venden –como Castro Ochoa y Alejandro CR– no distinguen estos matices a la hora de lucrar con un producto del que se desconoce cómo llega a sus manos.
La realidad médica, no obstante, es clara: no está probado científicamente que el veneno de escorpión pueda curar el cáncer. El prestigioso centro de investigación contra el cáncer Memorial Sloan Kettering –fundado en 1884 en Estados Unidos– ha explicado que los beneficios atribuidos a Escozul o Vidatox “están mayormente basados en anécdotas, testimonios y experimentos que pueden no haber sido ejecutados correctamente”. Y añade que “en Cuba, de donde son originarios estos productos, el Gobierno rechazó el uso de Escozul en 2009 por no contar con suficiente información”.
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