LA HABANA, Cuba. – Como seguramente tenía previsto, Nicolás Maduro fue declarado reelecto para su tercer período presidencial de seis años, con supuestamente el 51,2% de los votos, la noche del aniversario 70 del nacimiento de Hugo Chávez. Ahora la dictadura en Venezuela se sustentará con mayor represión a los opositores y confrontación armada, con juicios y más persecución contra los opositores.
La Comisión Nacional Electoral achacó la demora en el anuncio de los resultados a un hackeo del sistema de transmisión de datos. Las sospechas de manipulación provocaron la reclamación de transparencia por muchas figuras y entes internacionales, incluido el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken.
La puesta en escena para cumplir el compromiso con Estados Unidos de efectuar los comicios a cambio del relajamiento de las sanciones, fundamentalmente las relativas al petróleo, había incluido el compromiso de nueve candidatos presidenciales a colaborar y respetar los resultados.
La injerencia de las autoridades cubanas en todos los ámbitos de Venezuela tendrá modificaciones si Nicolás Maduro pretende simular el avance por sendas democráticas e independientes. Los efectivos cubanos incrustados en la conducción de las fuerzas de seguridad y militares, y en todos los ministerios, organizaciones políticas y sociales tendrían que ser retirados.
Los delirios de Fidel Castro y Hugo Chávez de dominar América Latina y el Caribe, influir sobre el sur global y penetrar en Estados Unidos fenecieron con ellos mismos. La muerte de Chávez comenzó la debacle, que Fidel retardó con la imposición de Nicolás Maduro, los militares chavistas y al pueblo venezolano.
Las conversaciones con la Administración Biden, interesada en los recursos petroleros venezolanos, llevaron a los compromisos de realizar las elecciones a cambio de relajamiento de algunas sanciones. Sin embargo, lo más probable es que las tensiones se recrudezcan.
Maduro aspira a ser aceptado como miembro del grupo BRICS y el incremento de las relaciones con los países integrantes de la OPEP y otros. Sin embargo, el “Gallo de Venezuela” ha logrado mayor pérdida de credibilidad, incluso entre presidentes afines como el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
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