LA HABANA, Cuba – En vísperas del “ordenamiento” crearon las tiendas en MLC para abastecer las que venden en moneda nacional (lo que jamás sucedió), y ahora este año, después de declarar fallida la “corrección de distorsiones”, y confiados en que la gente ya olvidó el propósito de las primeras, abrieron los mercados en dólares ¿para llenarles los anaqueles vacíos a las pobrecitas para las que probablemente también ha comenzado el proceso de extinción?
Porque lo cierto es que se trata de otro atraco más de GAESA, para el cual el primer ministro Manuel Marrero Cruz se ha prestado como el mayor entusiasta, quizás en honor a los tiempos cuando se estrenaba (y entrenaba) como inversionista en el cuartel general de los militares empresarios, esa mafia a la que poco le importa que a la más nueva mentira de “desdolarizar dolarizando” se le vean los costurones tan chapuceros, a fin de cuentas los cubanos han creído y aguantado cosas peores, desde aquella vez que Fidel Castro prometió una revolución “verde como las palmas” y terminó siendo tan roja como ordenaron que fuera desde Moscú.
Pero ahora sí, más o menos, se puede decir que la promesa de “verdear” la realidad comienza a cumplirse. De hecho la iniciativa se hizo pública el primer día de 2025, en medio de las celebraciones del régimen por otro año más de dictadura, y aunque el tono escogido por los continuistas no sea exactamente aquel anunciado en enero de 1959 sino el de la Reserva Federal, se pudiera decir que es muy similar al que usan nuestros magnates criollos en sus uniformes, porque es el color que predomina en esas cuentas en paraísos fiscales que no saben de “bloqueos” ni de fiscalizaciones, de impuestos ni de falta de liquidez porque han sabido muy bien mantenerlas alejadas de ese Banco Central de Cuba que igual en algún momento extinguirán (tal como hicieron con el endeudado Banco Nacional de Cuba) para evadir reclamos y demandas.
Pero lo más probable es que el tiempo no les alcance y no sea necesario volver a renombrar lo que han convertido, con tanto “experimento”, con el saqueo como única “política monetaria” en un vertedero de billetes viejos e inservibles, que apenas sirve para la simulación de pagar a los jubilados (y minutos después desplumarlos).
Comparado con el desastre ocurrido en el comercio minorista —que igual ha tenido la corrupción y el saqueo (y no el “bloqueo”) como principales responsables— el Banco Central ha terminado convertido en una pobre y desabastecida tenducha en pesos cubanos, mientras que el Banco Financiero Internacional y el Havana International Bank (Havin Bank) son como el nuevo supermercado dolarizado de 3ra. y 70, aunque el de Londres mucho más antiguo y mejor abastecido, más hábilmente disimulado, a pesar de que a través de él, desde 1970, han pasado buena parte de todos esos dólares que habiendo salido de Cuba (o teniéndola por destino final) jamás regresan, al menos no convertidos en beneficios para los millones de hombres y mujeres que no estarán invitados a la apertura del Hotel Torre K este 15 de enero.
Todo lo que ha sucedido en los últimos meses, bajo la apariencia de un proceso de “rectificación”, incluida la ofensiva contra el sector privado que alcanzó su climax con el llamado “ejercicio contra la corrupción” (donde no rodó la cabeza de ningún corrupto de los grandes) apunta a que los militares de GAESA se alistan para una “implosión controlada”, e igualmente inevitable.
El tiempo se les agota y la desesperación por llenar los bolsillos antes de que finalice el conteo regresivo (alrededor del 20 de enero, cuando Donald Trump retorne a la Casa Blanca) se deja ver en cada “iniciativa”, que no por gusto ni por casualidad llegan acompañadas de amenazas, de advertencias contra quienes piensen que esto de “desdolarizar dolarizando” es el colmo de la desfachatez. ¿Y si no por qué acompañar la noticia de la apertura de un mercado (que solo es el primero), de la inauguración de un hotel de lujo (que solo es el más reciente) con la ratificación de la condena de 15 años a la joven Mayelín Rodríguez, cuyo “delito” fue el de transmitir en Facebook unas protestas populares; la detención del artista Nando Obdc bajo la acusación de “terrorismo”; y la apertura de un proceso penal contra el periodista Henry Constantin, entre otros excesos y bravuconerías?
Quieren saquear en paz, sin molestones ni quejosos, porque a fin de cuentas aunque los dólares arriben a Cuba por las vías “no formales”, aunque lleguen desde tierras “enemigas”, en la lógica de los comunistas igual les pertenecen, en tanto han sido los genios creadores de esta “dinámica interna” de ganar dólares sin producir nada que no podría funcionar, primero, si no hubieran simulado una apertura total al sector privado para unas horas más tarde ponerles la zancadilla; y segundo, si no hubieran articulado en complicidad con Daniel Ortega un éxodo masivo que, por las malas intenciones con que fue pensado, debiera ser considerado como una invasión, en tanto servirá a la dictadura para fortalecerse con nuevas generaciones de emisores de remesas, por una parte, y para sembrar un considerable “grupo de influencia” pro-castrista en el corazón de Miami, por la otra.
Quienes piensen que exagero con lo anterior deberían detenerse a pensar, por ejemplo, en lo que gritó o dejó de gritar ese público que asistió al concierto del repartero conocido como Bebeshito, en quiénes conformaron ese público en Miami y si en realidad ese auditorio se hubiera llenado si el componente principal no hubiera llegado en la más reciente “oleada migratoria”, donde el común denominador es ese “hombre nuevo” que, forjado en marchas, actos de repudio y chivatería, prefiere gritar “Sufre Otaola” que “Patria y Vida”, que “Libertad”. Pensar, además, por qué el concierto fue noticia de interés para el Departamento Ideológico del PCC, que no tardó en anunciarlo en el NTV como gran acontecimiento.
Parecen elementos desconectados pero la triste realidad es que para comprender lo que está pasando hay que verlos en conjunto, en tanto el régimen ha puesto las esperanzas de salvarse no en esos obedientes, miedosos, mudos y oportunistas que quedan dentro de la Isla —porque en nada pueden ayudar, a no ser como receptores de remesas— sino en esos obedientes, miedosos, mudos y oportunistas que se han marchado y que están dispuestos a retornar (solo de vacaciones) siempre que la miseria en Cuba les permita fingirse como clase con privilegio, aunque apenas en virtud de los dólares que gasten en 3ra. y 70, y en los otros mercados, gasolineras, hoteles, concesionarios, importadoras y bares de la desdolarización dolarizada que se multiplicarán según avance el 2025, y con él la posibilidad de una “implosión controlada” con la que los militares evitarían esa explosión popular a la que temen.