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La céntrica calle habanera Ayestarán llega en la desidia a su centenario

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La céntrica calle habanera Ayestarán llega en la desidia a su centenario

MADRID, España.- Ayestarán, una de las vías más conocidas y de necesario tránsito de la capital de Cuba, se extiende desde Carlos III –oficialmente en el presente Avenida Salvador  Allende–, en la intersección con Infanta, hasta la Avenida de Boyeros.

Había tenido las denominaciones de Martí o Gutiérrez de la Vega, pero en 1904 el Ayuntamiento le designó el nombre de Luis de Ayestarán y Moliner, considerado el primer habanero que se incorporó a las filas del Ejército Libertador en la guerra iniciada el 10 de octubre de 1868, ejecutado con solo 24 años en septiembre de 1870, tras ser apresado por tropas españolas y sometido a un Consejo de guerra sumarísimo.

En los Cuadernos de Historia Habanera de Emilio Roig de Leuchsenring (1889-1964), Historiador de Ciudad de La Habana, en el tomo dedicado a Las calles de La Habana. Bases para su denominación. Restitución de nombres antiguos, tradicionales y populares. Municipio de La Habana, con el título de “Nuevos pueblos, Barrios y repartos/ Nombres antiguos. Nombres modernos”, se apunta debajo de Nombres antiguos los de Martí o Gutiérrez de la Vega, y debajo de Nombres modernos, el de Ayestarán. Y se precisa: “En 12 de diciembre de 1904 el Ayuntamiento le dio el nombre de Ayesterán, impropiamente escrito, en homenaje al insigne patriota y revolucionario Luis Ayestarán y Moliner, miembro de la Cámara Constituyente de Guáimaro en 1869 (…). Por existir ya en la ciudad de La Habana una calle con el nombre de Martí, proponemos se conserve el actual nombre, escrito debidamente, de AYESTARÁN”.

Al llegar a su centenario, la afamada arteria no escapa del deterioro, la mugre y la desidia que sufren la mayoría de las calles capitalinas. Tampoco se ve tan transitada como otrora.

La basura se desborda de sus contenedores formando montículos alrededor. El que fuera un bello y llamativo edificio, que se incendió hace más de dos décadas en la esquina de Carlos III, “luce” lo que queda de sus ruinas ─cada día más maltrechas y próximas al derrumbe ─; en los bajos, donde durante años se hizo la cola para la ruta 76 que recorría la Avenida de Boyeros, se acumulan escombros y desperdicios de todo tipo (papeles, tapas, pomos, trapos) que retienen sus carcomidas columnas.

Portal del edificio incendiado, en la actualidad. (Foto: CubaNet)

Allí estuvo la reconocida firma farmacéutica y de perfumería Warner-Hudnut, luego el hotel El Sol para caballeros y después de 1959 se convirtió en apartamentos familiares, a los que se iban añadiendo barbacoas de madera para disponer de mayor espacio habitable, hasta ser arrasado por las llamas.

En la acera de enfrente y detrás del señalamiento que anuncia la entrada de Ayestarán, los ventanales del costado de la Escuela de Medicina Veterinaria Carlos III, conocida como Clínica veterinaria, cuyo frente da para esta avenida, reclaman urgente reparación.

Clínica veterinaria. (Foto: CubaNet)

A varios metros del derruido edificio, aún “pervive” el añejo parquecito que atesora una fuente “(…) réplica de la histórica Font de Canaletes ubicada en la catalana Rambla de Canaletes de Barcelona (…)”, donada por Aguas de Barcelona ─según reza una tarja con fecha de 2002, pero esta se halla sobre deteriorada base─. Y a pocos pasos, también ha ido perdiendo pedazos el sencillo monumento consagrado a Luis Ayestarán.

Foto: CubaNet

La Compañía Litográfica Habana surgida en 1907 de la unión de los talleres citadinos para la producción de las habilitaciones que acompañaban las cajas y tabacos de los Habanos cubanos comercializados en el mundo, ahora es la Unidad Empresarial de Base (UEB) Litográfica perteneciente a la Empresa Ediciones Caribe, a la que dan paso las ajadas losas que merecen “retoque” junto con algunas mallas y cristales frontales.

En cambio, la Parroquia de San José, en Ayestarán y 19 de Mayo, ofrece una imagen más reconfortante: su fachada pintada de color amarillo con puertas de madera carmelitas, precedidas de podado césped, trasmiten limpieza; pese a los discordantes alrededores.   

Parroquia de San José. (Foto: CubaNet)

Así, con toda una historia detrás, de importantes hechos y edificaciones ─muchas más de las aquí descritas, y que incluyeron las muy visitadas “casitas de Ayestarán” o “posada de Ayestarán” que las parejas alquilaban por unas horas y eufemísticamente se les bautizó de “albergue Init”─ desmejorada y descuidada, llega la capitalina calle Ayestarán a su centenario.

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