“Es un placer no estar en un ambiente hostil, al contrario de Miami”, dijo este viernes en Casa de las Américas, entre risas y la complicidad del público, la profesora estadounidense Susan Eckstein. Autora de Cuban Privilege (Cambridge University Press, 2022), un polémico estudio sobre las facilidades migratorias otorgadas a los cubanos en EE UU, la académica recordó que era una vieja amiga de La Habana.
Eckstein, celebraron sus anfitriones, ha desarrollado una “labor sistemática” para promover “la Revolución cubana y su impacto dentro de los Estados Unidos”, aunque –aclararon– siempre “desde su posición de académica en Boston”. Su libro ha motivado “mucha atención” del exilio, añadieron, motivando carcajadas en los presentes por la alusión a Miami, donde se organizó una tensa presentación del volumen el año pasado.
La profesora no es una desconocida en “la Casa”, donde estuvo por primera vez en la década de 1970, afirmó. “Puede que ustedes conozcan la imagen en la cubierta del libro”, dijo la académica, mostrando una enorme balsa arrastrada por una multitud de cubanos durante el llamado Maleconazo de 1994. La foto, que a los emigrados de Miami les recordó la penosa travesía entre una orilla y otra, huyendo de la desesperación del Período Especial, fue el punto de partida de Eckstein para criticar las políticas migratorias de EE UU.
¿Por qué Washington permite que los cubanos entren y se establezcan en territorio estadounidense? Porque, según Eckstein, son “blancos”, “muchos” y “millonarios”
¿Por qué Washington permite que los cubanos entren y se establezcan en territorio estadounidense? Porque, según Eckstein, son “blancos” –a diferencia de los haitianos, acotó–, son “muchos” –2,3 millones, la mayoría en Florida, “el estado más adecuado para quedarse”, se mofó– y son “millonarios” (varias grandes fortunas de Florida pertenecen a los cubanoamericanos). Para facilitar esa entrada, las autoridades han ofrecido “beneficios inéditos”, el último de ellos el programa de parole impulsado por la Administración de Joe Biden.
Washington, añadió la profesora, siempre ha querido “derrocar a la Revolución cubana”, y una de las estrategias ha sido “atraer a la clase alta” y los profesionales, para despojar al régimen de capital humano. Una vez en EE UU, el objetivo ha sido “entrenar” a los cubanos de un futuro Estado “post Castro y amigo de EE UU”. Los presidentes Barack Obama y Biden han intentado “suspender” los privilegios, pero la influencia de la comunidad de exiliados en Florida es demasiado fuerte y, en última instancia, sólo han logrado “depurar” el flujo: solo migran aquellas personas cuyos familiares en Florida tienen dinero.
Eckstein esquivó con éxito al elefante en la habitación: si Cuba es un país tan avanzado en seguridad social, salud, educación, ¿por qué se van sus habitantes? Las explicaciones que dio la académica no son las mismas que ofreció en Miami, pero cayeron mejor al público. Los cubanos se van del país por el “efecto contagio”: si una persona decide emigrar, es lógico que se apodere de sus vecinos un deseo impostergable de marcharse también.
Es verdad, admitió, que muchos cubanos están decepcionados de su Gobierno, pero eso, en una “sociedad abierta” como Cuba, no es determinante, insistió. Culpó, curiosamente, a un aliado del régimen de La Habana, Nicaragua, por implementar el libre visado y facilitar el trabajo a los “contrabandistas” de migrantes.
Aunque a Eckstein le interesaba comentar las principales ideas de su libro, guardó lo mejor para el final: una fotografía de la presentación de Cuban Privilege en Miami, el 9 de diciembre de 2022. Las caras contrariadas del público, en un auditorio de la Universidad Internacional de Florida, eran la mejor contraparte de la entusiasta audiencia de Casa de las Américas. “Pensé que disfrutarían verla”, dijo. “Allí fui atacada por la comunidad cubanoamericana”.
Eckstein salió airosa de una ronda de preguntas y respuestas que no la pusieron en ningún aprieto. El público, sin embargo, no estuvo a la altura: sin librerías ni plataformas de compra por internet, pocas personas en el país han podido adquirir el libro. Una de las pocas personas en la Isla que cuenta con un ejemplar es Miguel Díaz-Canel, que tuvo el cuidado de mostrar el libro sobre su escritorio pocos días después de su presentación en Miami.
La académica concluyó definiendo a Florida como un estorbo para implementar cualquier política migratoria radical, criticó –no podía faltar– el embargo y agradeció poder sentirse “en Casa”. En una audiencia compuesta por incondicionales del régimen, como el ex ministro de Cultura Abel Prieto , actual presidente de la Casa de las Américas, o la periodista española Ana Hurtado, no podía ser de otro modo.
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