De Santa Clara a La Habana, de La Habana a Cancún, de Cancún a Miami. El viaje de Brandy, una perra criolla de cinco años, no fue muy distinto al que hicieron sus dueños doce meses atrás. Pero el reencuentro tuvo un precio: tensiones, sobornos para tramitar la documentación y 3.000 dólares en gastos.
“A Brandy la dejamos en Cuba con unas amistades a las que les prometí que no me tomaría más de unos meses llevarla a Estados Unidos. Terminó siendo un año, pero ya está aquí conmigo”, cuenta a este diario Lorena, una santaclareña de 52 años. “Nosotros le tomamos mucho cariño después de recogerla de la calle y, a pesar de que no todo el mundo ve con buenos ojos que gaste un dineral en mi mascota, decidí traerla a Miami”, asegura.
“Hay muchas personas que se dedican a eso y cobran entre 2.100 y 2.800 dólares dependiendo del tamaño del animal y hasta el precio de los pasajes de avión”
Los trámites fueron lo más engorroso, cuenta la cubana. “Mientras ahorraba fui investigando formas para traerla. Descubrí que hay muchas personas que se dedican a eso y cobran entre 2.100 y 2.800 dólares dependiendo del tamaño del animal y hasta el precio de los pasajes de avión por temporada”, explica Lorena. Con casi 30 libras, Brandy es un animal que se considera de peso mediano.
Por la vía “legal”, resume la cubana, Estados Unidos solicita la desparasitación interna y externa de la mascota y varias vacunas, incluyendo la antirrábica, que debe ponerse, esperar un mes y luego sacar sangre del animal, centrifugarla y mandarla congelada a un laboratorio en el estado de Kansas, que es el único que se dedica a hacer ese tipo de análisis. Luego deben esperar unos meses a que la institución responda y solo entonces, con la tarjeta de vacunación lista, pueden viajar las mascotas a EE UU.
“Estos requisitos los exige la CDC (Centro de Control de Enfermedades) en Estados Unidos, que tiene a Cuba entre los países con alto riesgo de rabia canina. Los cubanos, sin embargo, ya hemos encontrado vías para sortear esos controles”, asevera Lorena.
El primer truco, continúa, “es enviar a la mascota a un tercer país y México, por la cercanía y lo fácil que es enviar luego a los animales a EE UU, ha sido la escala perfecta. Después de que llegan allí, previa falsificación de la tarjeta de vacunación en Cuba, las autoridades mexicanas no se enteran de dónde vienen las mascotas o si no se le paga a los veterinarios encargados de examinarlos. Ese trámite se ha vuelto un negocio al que recurren todos los cubanos y que elude los varios meses de espera que impone Kansas”. A Brandy, asegura la santaclareña, incluso le pusieron etiquetas de vacunas fechadas en 2020. “Ellos tienen todo listo, solo hay que pagar”.
“La suma total que pagué por el viaje, incluyendo los papeles, fue de 2.600 dólares, ya que Brandy es una perra mediana y debía viajar en la barriga del avión. Por un perro pequeño, que pueda acompañar a su dueño arriba, el coste es de 2.500. Ese precio también incluye el pasaje de la persona que la llevó hasta México y que debí pagar aquí por Zelle (aplicación estadounidense de transferencias). El resto del dinero vienen a recogerlo a mi casa en Miami”, explica Lorena.
Una vez que Brandy llegó al aeropuerto fue despachada hasta el avión en el huacal y voló a Cancún con la aerolínea Viva Aerobus
A eso, calcula, debió sumar la compra en Miami de un huacal para transportar a Brandy y su envío a Cuba a través de las agencias de paquetería. Asimismo, la compra de una correa y otros accesorios y el pago del viaje de la mascota a La Habana en compañía de sus cuidadores temporales. “Todo eso salió en unos 550 dólares, porque envié un extra para que en el viaje al aeropuerto comieran algo. Solo el carro salía en 40.000 pesos cubanos, y las meriendas, un bocadito de jamón en 400 y un refresco en 150”, refiere.
Una vez que Brandy llegó al aeropuerto fue despachada hasta el avión en el huacal y voló a Cancún con la aerolínea Viva Aerobus. “No todas las compañías dejan viajar con mascotas”, señala Lorena.
Tras una noche en México, Brandy abordó un segundo vuelo a Miami a través de la compañía aérea de carga Estafeta. Una hora después, su dueña la recogió en uno de los almacenes del aeropuerto de Fort Lauderdale. “Todos los trabajadores del aeropuerto se detuvieron a ver cómo sacaba a Brandy del huacal y lo alegre que se puso cuando me vio. Fue un momento emocionante y me hizo pensar en lo mucho que se quiere a los animales en el mundo a diferencia de en Cuba, donde algunos llegaron a sugerirme que la sacrificara y otros abandonan en la calle a sus mascotas en cuanto pueden dejar el país. Es una lástima que hasta los perros cubanos lleguen ilegalmente a Estados Unidos”, lamenta Lorena. “En eso se parecen a nosotros”.
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