LA HABANA, Cuba. – En días pasados hubo dos actividades importantes en las que no estuvo presente el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Según la explicación que brindó, el heredero de los Castro estaba padeciendo de un “estado viral” que lo mantenía enfermo.
La indisposición de Díaz-Canel coincidió con la visita gubernamental de primer nivel a la provincia de Pinar del Río con vistas a evaluar los daños que el huracán Idalia causó en ese territorio.
El primer ministro Manuel Marrero, quien a la postre encabezó la comitiva, debió soportar la andanada de quejas de los pobladores de esa provincia, debido a que ahora la prioridad parecen ser los estragos de Idalia, pero todavía siguen sin resolverse muchas de las destrucciones que hizo el huracán Ian en septiembre del año pasado, en especial en el tema de la vivienda. Hay que recordar que en un anterior chequeo de la marcha de las tareas de recuperación en Pinar del Río se dijo que, hasta el pasado mes de julio, solo se había reparado el 32% de las 90.394 viviendas afectadas por el huracán Ian.
En verdad, las imágenes mostradas por la televisión dejaban ver a un Marrero Cruz en apuros, sin poder ofrecer una respuesta clara al pueblo pinareño, que ya se resiste a las promesas gubernamentales que no llegan a materializarse.
Por otra parte, la “enfermedad” de Díaz-Canel también le impidió atender a la visita que hicieron a la Isla los representantes del Club de París, uno de los principales acreedores de la deuda financiera que mantiene Cuba a nivel internacional.
La cúpula del poder dejó solo a Ricardo Cabrisas en la reunión con los acreedores de la Isla. Y el señor Cabrisas, una vez más, aplicó el guion que el castrismo tiene reservado para estos casos. En un tono lastimero se refirió a los muchos problemas que ha afrontado Cuba ―por supuesto el “bloqueo” incluido―, que le han impedido avanzar en el pago de la deuda. Y al final logró, no sin antes jurar que su gobierno se comprometía a pagar algún día la deuda, que se acordara una nueva reprogramación para el pago a los países que conforman el Club de París.
Esta ausencia de Díaz-Canel a la reunión con los representantes del Club de París cobra mayor resonancia si tenemos en cuenta los planteamientos del gobernante cubano durante la Cumbre por un Nuevo Pacto Financiero Mundial que se celebró en la capital francesa en junio de este año. En ese cónclave, el señor Díaz-Canel, en un tono cercano al que empleaba Fidel Castro cuando abogaba por que los países tercermundistas no pagaran su deuda externa, solicitó “una reforma” de las instituciones financieras internacionales que tuviera en cuenta “los legítimos intereses de los países en desarrollo”. Aquí cabría preguntarse: ¿estaría el Club de París entre las instituciones financieras que el gobernante cubano pide reformar?
Mas, sea de una u otra manera, resulta comprensible que Díaz-Canel haya evitado dar la cara en esta ocasión después de la bravuconería que había mostrado en París. Máxime teniendo en cuenta que ahora tendría que hablar bajito, y solicitar un nuevo perdón por los impagos de su gobierno.
Todo lo anterior nos hace dudar de la hipotética enfermedad del gobernante. Tal vez la cúpula del poder ―dícese Raúl Castro y los altos mandos militares― haya optado por no deteriorar más la imagen del presidente, y que la “papa caliente” la hayan tenido que sostener sus subalternos.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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