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Este “Período Especial” pudiera ser definitivo

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Este “Período Especial” pudiera ser definitivo
Este “Período Especial” pudiera ser definitivo

LA HABANA, Cuba. – Si los apagones, la falta de combustible, los desabastecimientos, los desmayos en las calles y las marcas del hambre en los cuerpos son algunas de las principales señales de una crisis agudizada, entonces estamos en “Período Especial”, que es como Fidel Castro bautizó la hambruna de los años 90, consecuencia de la desaparición de la Unión Soviética.

Incluso el maquillaje de las mipymes comienza a correrse con la escasez de dólares y el cierre forzoso de muchas, así como ha ido cayendo el colorete de las inversiones extranjeras, de la Zona Especial de Mariel, del boom del turismo, y hasta de la “rusificación 2.0”, que fueron las últimas maniobras de “golpecitos en el pecho” para finalmente terminar proyectando una imagen de recuperación económica que cada vez se percibe tan “descolorida” como la “continuidad” política.

Cierto conocido me narraba su reciente experiencia en la terraza del Hotel Paseo del Prado, esa misma instalación de “lujo” que en 2022 pasó a ser administrada por la canadiense Blue Diamond cuando la cadena francesa Accor se dio por vencida después de tres años de pérdidas económicas y desengaños políticos: “En el menú solo había pizza para picar, dos tipos de cervezas, algún refresco de lata. El whisky, agotado; los tragos, un asco. Nada frito, porque no había aceite. Nada de aceitunas, quesos, jamón ni siquiera lo básico en cualquier bar de quinta, y eso que es un cinco estrellas”, me decía esta persona que no reside en Cuba y a la que le bastaron unos pocos días de “vacaciones” para quedar convencida de que no regresaría jamás: “Si lo mejorcito está así, no quiero ver cómo está lo demás”, me dijo cuando lo animé a salirse del llamado “circuito de lujo” de La Habana. 

Y más allá de que, como se rumora por ahí, Blue Diamond pueda servir como la fachada “canadiense” de otros oscuros negocios, en tanto sus inversiones en Cuba son un tanto “raras” para ser apenas un sinsentido, la realidad es que el Hotel Paseo del Prado está peor que en los tiempos de su anterior administración. Aunque para decir algo a su favor, no se diferencia mucho de la mayoría de los hoteles cubanos, donde falta poco para que a cada turista, al registrarse, le asignen una cartilla de racionamiento.

Si así están algunos de los mejores ejemplares en el “sector prioritario” de la economía cubana, lo demás es evidencia irrefutable de que Cuba se hunde en una nueva fase crítica del Período Especial, ese del cual algunos (ya con acceso a remesas del exterior o ya porque a fuerza de “inventos”, oportunismos, estafas y corrupciones han logrado un estado financiero “extraordinario”) declararon el final, aun cuando más de la mitad de la población de la Isla continúa viviendo con menos de un dólar diario o, en el común de los hogares de obreros e incluso de trabajadores profesionales altamente calificados, hace más de dos décadas que desayuno, almuerzo y cena se fusionaron en un solo bocado como único milagro del día.

Nos adentramos en una crisis profunda, probablemente insalvable, que para muchos sobrevivientes de la anterior, hoy en la tercera edad o camino a ella, será mortífera como lo fue para miles de cubanos en esos infernales años 90 que, por lo visto, no sirvieron de escarmiento a un régimen que hoy persiste en los mismos errores económicos y políticos que no permiten al país salir adelante como debiera ser, impulsado por sus propios ciudadanos, vivan donde vivan y piensen como deseen pensar porque lo esencial no debiera ser la porfiada y traumática “construcción del socialismo” sino, simplemente, comenzar por construir una verdadera economía y que luego el tiempo diga (y no el Partido Comunista ni los militares con sus miedos a perder el “descontrol”) a dónde deseamos continuar viaje. Eso sí sería “pensar como país”.

Los indicadores, las estadísticas, las malas noticias y, sobre todo, la propia realidad a pie de calle muestran que la cosa irá a peores puesto que la válvula de escape de la emigración —convertida en una verdadera estampida en masa hacia Estados Unidos y para dónde sea— se ha salido de control y ahora nadie sabe cómo cerrarla, puesto que no solo se van extinguiendo la fuerza laboral y el talento joven sino que, además, el dinero de las remesas y los emprendimientos privados han ido disminuyendo significativamente, puesto que estos últimos en su gran mayoría solo sirven para generar el capital suficiente para emigrar o para sacar el dinero fuera de Cuba.

El descontento popular desborda las calles y cada día se vuelve incontenible. Del Gobierno apenas llega la simulación por respuesta, incluso a tragedias como las de los médicos secuestrados en Kenia, sumada al desprecio por otros reclamos, como el de los damnificados de tornados y ciclones, de los enfermos que llevan meses a la espera de una cirugía, de los ancianos que han dejado de tomar los medicamentos porque estos se exportan o se regalan a cambio de favores políticos. 

Si a lo anterior se suma que la alianza con Rusia (entre otras malas apuestas políticas) se ha vuelto extremadamente peligrosa, y que el descontento se viraliza e impacta más allá de las redes sociales haciendo propicios los estallidos espontáneos, impredecibles, contra un Miguel Díaz-Canel aturdido por la falta de liderazgo, los resquebrajamientos internos, la corrupción, la mediocridad e incapacidad de la mayoría de los “cuadros de dirección”, entonces el escenario es muchísimo más complejo que el de los años 90. La buena noticia, si es que hubiera alguna, es que esta pudiera ser la crisis definitiva.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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