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En Cuba, los turistas desconfían de las tarjetas en MLC y prefieren pagar en 'cash'

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En Cuba, los turistas desconfían de las tarjetas en MLC y prefieren pagar en 'cash'

Con siete años en Estados Unidos y un oficio de carnicero, Yoandy regresó este octubre a Cuba para pasar unos días con su familia. Además del abrazo de los suyos, este villaclareño de 46 años se topó con serios problemas a la hora de pagar por productos y servicios. La peor parte de la experiencia se la debe a la falta de tarjetas prepagadas de bajas denominaciones en divisas.

“Me quedé una par de noche en casa de mi familia en La Habana, pero mi esposa prefirió irse a un hotel en El Vedado”, cuenta a 14ymedio Yoandy. El alojamiento, gestionado por una empresa extranjera, era uno de los que utilizan los turistas estadounidenses y los cubanoamericanos que viajan a la Isla para evitar alquilarse en aquellos que el Departamento del Tesoro de EE UU ha puesto en la lista negra por su vinculación con los militares.

“A la tercera noche me fui al hotel con mi esposa y todos los días teníamos un problema distinto, para comer en el restaurante del hotel o tomar unas copas en el bar, porque no se puede pagar en dólares en efectivo, tienen prohibido cobrar en cash”, recuerda. “Todos los gastos se tienen que hacer con tarjetas magnéticas, pero en Cuba no funcionan las emitidas por los bancos de Estados Unidos”.

“Todo se lee muy bonito cuando te llega la publicidad de estas tarjetas pero en la práctica son más un tropiezo que una facilidad”

Para sortear esa restricción, las autoridades cubanas comenzaron a comercializar a partir de junio de 2021 unas tarjetas de prepago en moneda libremente convertible (MLC) que se compran en los aeropuertos, hoteles y Casas de Cambio (Cadeca) a lo largo de la Isla. Pueden usarse para pagar reservaciones de hoteles, excursiones, compra de boletos aéreos, en tiendas, para alquilar un auto y comer en restaurantes.

Los turistas pagan la tarjeta en dólares, euros, yenes o libras esterlinas y luego es posible recargarla agregando más divisas, pero a la hora de regresar a su país no podrán recuperar la moneda extranjera que queda de fondo, sino solo extraer pesos cubanos de los cajeros automáticos –a la tasa oficial de 120 CUP por dólar– o traspasar el monto en MLC a la cuenta de algún pariente o amigo en la Isla.

“Todo se lee muy bonito cuando te llega la publicidad de estas tarjetas pero en la práctica son más un tropiezo que una facilidad”, razona Yoandy. Sin el nombre del propietario escrito, y con una validez de dos años, las autoridades bancarias aseguran que el comprador puede guardar la tarjeta para usarla en otro viaje a la Isla, pero a Yoandy esas le parecen ventajas que no va a usar. “Esta es la primera vez que regreso en siete años”, cuenta.

Al inicio de comenzar a venderse las tarjetas prepago, la denominación más baja era de 200 MLC, pero luego se pusieron en circulación las de 50 y 100. “Era mucho mejor contar con estas, porque los turistas no quieren arriesgarse y comprar una de 500 o 1.000 de la primera vez, porque no saben cuánto van a gastar. Algunos vienen con paquetes de todo incluido y solo usan la tarjeta para cenar en paladares”, reconoce un empleado de un Infotur en La Habana Vieja.

“Pierden dinero, sin duda, porque no son flexibles. Lo peor es que en lo que el turista se entera del mecanismo retorcido que han creado ya se ha llevado varios disgustos”

“Lo que notamos cuando venían a preguntarnos sobre las tarjetas es que la mayoría prefería comprar de 50 o de 100 MLC y luego irla recargando en la medida en que le hiciera falta tener más fondo”, explica a este diario el trabajador estatal. “Pero para lograr eso habría que tener disponibilidad siempre de toda la gama de tarjetas: si alguien quiere ser cauteloso, que compre la de 50 y si alguien quiere arriesgarse que compre la de 1.000”.

Pero, concluye el empleado “las de 50 y las de 100 están siempre en búsqueda y captura”. Su falta trae incontables pérdidas a los hoteles, al decir del cubanoamericano Yoandy: “Nos frustramos en la carpeta del hotel porque solo tenían tarjetas de 500 para arriba, salimos, doblamos la cuadra y comimos en una paladar que nos aceptó el dólar en efectivo”.

En varias llamadas a dos hoteles en El Vedado y otros tres en La Habana Vieja, esta Redacción confirmó que ahora las tarjetas a la venta son “las de más de 200 MLC”. Solo en uno de esos alojamientos, una empleada aseguró que estaban esperando que esta semana “entren las de 50 y las de 100”.

A Yoandy le cuesta entender que aquello que surgió para solucionar un problema para el turista haya terminado entorpeciendo el servicio de los hoteles y los restaurantes oficiales. “Pierden dinero, sin duda, porque no son flexibles. Lo peor es que en lo que el turista se entera del mecanismo retorcido que han creado ya se ha llevado varios disgustos”.

La esposa del emigrado, de origen estadounidense, “no daba crédito a lo que veía”, apunta el hombre. “Ella no podía entender que el restaurante del hotel tuviera comida, estuviera lleno de camareros, el bar lleno de botellas de bebida y nosotros no pudiéramos ser atendidos porque no podíamos pagar en dólares y nos negábamos a que nos vendieran una tarjeta de MLC en 500 fulas”.

Las tarjetas prepago no pueden ser solicitadas por nacionales cubanos ni residentes permanentes en Cuba. Al no tener nombre inscrito “tampoco me quise arriesgar a comprar una de más precio y dejársela a mi madre para que se gastara los MLC que le quedaran cuando yo me fuera”, apunta. “Porque en las tiendas en divisas le piden a la gente el carné de identidad o el pasaporte para verificar que el propietario de la tarjeta no vive en Cuba”.

En su caso, como en el de tantos otros que se topan con la misma dificultad, la solución para cenar o beber unos tragos ha sido irse a los negocios privados. “Dólares, euros, pesos cubanos y MLC, aquí aceptamos todas esas monedas”, repite con insistencia el empleado que este miércoles atraía a clientes a las puertas de una paladar cercana a la bahía habanera.

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