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El régimen cubano busca su salvación en las inversiones de los emigrados

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El régimen cubano busca su salvación en las inversiones de los emigrados

Quienes durante décadas fueron llamados “gusanos”, “traidores” y “contrarrevolucionarios” han pasado a ser la gran esperanza del régimen cubano para salvar la desastrosa economía. Porque un objetivo primordial parece guiar al Gobierno de Cuba de cara a la conferencia que sostiene con emigrados este fin de semana en La Habana: atraerlos para que inviertan en la Isla y legalizar un proceso que ya empezó sigilosamente con pequeños empresarios de la diáspora.

Pese a la ley cubana y el embargo de EE UU que lo prohíben por el momento, varios exiliados han abierto negocios en Cuba usando prestanombres de residentes en la Isla y, en algunos casos, en asociación con autoridades locales. Entre ellos, aparecen los restaurantes privados La Carreta, Antojos y algunos otros en La Habana, además del centro comercial Diplomarket, todos controlados por residentes de EE UU, con el visto bueno o la participación del régimen.

Aunque no aludió a la situación actual, el director general de Asuntos Consulares y Cubanos Residentes en el Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores, Ernesto Soberón, habló sin disimulo en una entrevista con Juventud Rebelde el pasado domingo.

Pese a la ley cubana y el embargo de EE UU que lo prohíben por el momento, varios exiliados han abierto negocios en Cuba usando prestanombres de residentes en la Isla y, en algunos casos, en asociación con autoridades locales

De igual manera, lo confirmó Reuters citando un “alto funcionario” de Exteriores: “Cuba quiere aprovechar su creciente población extranjera en busca de nuevas inversiones que impulsen la economía”.

En la Conferencia La Nación y la Emigración, la primera en 19 años, participan más de 400 personas, muchas de las cuales, nada menos que el 40%, según Soberón, tienen doble residencia, en Cuba y en el exterior. (Según la agencia EFE, la mayoría de los participantes cuyas identidades han trascendido son personas vinculadas a grupos de solidaridad con Cuba en el extranjero). “Esto no ocurría antes, lo cual es resultado de la modificación de la Constitución que ahora reconoce la ciudadanía efectiva y pueden ser varias”, insistió el funcionario a propósito de la reforma constitucional de 2013.

Soberón añadió a ello las medidas tomadas el pasado julio –la extensión de la validez de los pasaportes ordinarios de seis a diez años, la eliminación de la prórroga obligatoria cada dos años y la reducción del precio para solicitarlo– como parte de la misma estrategia de acercamiento a los cubanos del exterior (si bien no nombró otra de estas, que muchos consideran como una extensión de la penalidad aplicada a la mayoría de los nacionales que se fueron del país: la exigencia de mostrar el pasaporte cubano para los exiliados antes de 1971, que estaban eximidos de esa modalidad de control perpetuo ejercido por la policía política sobre los emigrados).

La mayoría ha montado hoteles, restaurantes y otros comercios, muchos de ellos con un notable éxito

Las autoridades insisten ahora públicamente en que los cubanos en el exterior deben invertir en su país de origen, pero lo cierto es que es algo que sucede sigilosamente desde hace años.

La mayoría ha montado hoteles, restaurantes y otros comercios, muchos de ellos con un notable éxito. Uno de ellos es Frank Cuspinera Medina, vicepresidente de Las Américas TCC Corporation, con sede en Miami, grupo al que pertenece Diplomarket, llamado, aunque abusivamente, el “Costco cubano”.

Cuspinera Medina tiene domicilio en Florida pero también en El Vedado. Su nombre figura en una carta que varios emprendedores cubanos remitieron en 2021 al presidente estadounidense, Joe Biden, para pedirle que levantara las sanciones contra el Gobierno de la Isla, que perjudicaban sus negocios. En la misiva no aparecía como miembro de Las Américas, sino por parte de Iderod Servicios Constructivos, con sede en Cuba.

Esta última firma no está en el listado de micro, pequeñas y medianas empresas ( mipymes) del régimen, pero sí una empresa con su nombre, Cuspinera SURL LVI, dedicada a “brindar servicios de plataforma de comercio electrónico”. Lo mismo que una rama de Las Américas TCC.

Reinaldo Rivero es otro cubano residente en EE UU con un tentáculo en La Habana: aunque su negocio está registrado a nombre de su madre, él es el verdadero dueño, con un socio extranjero, del concurrido bar restaurante Antojos y de una agencia de seguridad que da servicio a los establecimientos del callejón de Espada, en la calle Peña Pobre de La Habana Vieja.

Al cubano Obel Martínez, dueño de La Carreta, le fue concedida la nacionalidad estadounidense. (Facebook)
Al cubano Obel Martínez, dueño de La Carreta, le fue concedida la nacionalidad estadounidense. (Facebook)

Un tercer nombre, con un triunfo fulgurante, es Obel Martínez, dueño de La Carreta. Remodelado y con una rica oferta gastronómica, el emblemático restaurante de El Vedado reabrió en manos privadas el pasado mes de junio y de inmediato se hizo un lugar entre los habaneros de la clase media emergente.

Para entonces, Martínez llevaba tiempo con otro negocio abierto, Mojito-Mojito, en el corazón de La Habana Vieja, elogiado en las páginas de viaje por comentarios que el dueño contesta puntualmente y con amabilidad.

Su firma se encuentra en el lugar 5.639 del registro de mipymes con el nombre de Mojito Martínez y fue aprobada en el último trimestre de 2022. Precisamente en diciembre de ese mismo año, al cubano Obel Martínez le fue concedida la nacionalidad estadounidense. De hecho, según una fuente cercana que pide anonimato, sigue conservando su residencia en Miami, Florida.

“Obel salió huyendo del castrismo y ahora vive de él, gozando al mismo tiempo de todos los beneficios y bondades del sueño americano: juega al capitalismo desde La Habana, con el apoyo de las autoridades locales”, señala la misma fuente, que se hace eco del malestar creado por esta situación en algunos sectores del propio régimen, en particular dentro del Partido Comunista de Cuba, donde hay un debate sobre los privilegios acordados a esa nueva clase de empresarios.

Como proyecto de desarrollo local, agrega la fuente, recibió un préstamo de 10 millones de pesos del gobierno municipal, concretamente en la sucursal 250 del Banco Metropolitano, situada la calle Línea, en El Vedado. Tal y como confirma la televisión oficial en un reportaje del pasado septiembre, La Carreta “fue recuperada gracias a la estrecha colaboración con el gobierno del municipio de Plaza de la Revolución”.

“Obel salió huyendo del castrismo y ahora vive de él, gozando al mismo tiempo de todos los beneficios y bondades del sueño americano: juega al capitalismo desde La Habana, con el apoyo de las autoridades locales”

El propio intendente del municipio, Rolando López Jiménez, explica a cámara que “se asumió la responsabilidad del rescate de la instalación para que brindara un mejor servicio”, además de facilitar la contratación de empleados y rehabilitar los apartamentos situados sobre el establecimiento.

En el reporte no aparece Obel Martínez, pero 14ymedio ha constatado que es quien recibe a la clientela tanto de La Carreta como de Mojito-Mojito presentándose como su dueño.

La ley cubana no permite a un ciudadano de EE UU ser propietario de una empresa en la Isla, aunque las palabras de Ernesto Soberón en Juventud Rebelde sugieren que esto está a punto de cambiar. Sin embargo, hay otra contrariedad mayor, si cabe: según las leyes del embargo, como residente estadounidense también le está vetado hacer negocios en Cuba, a menos que tenga una licencia de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (Ofac).

Hasta el momento, el único estadounidense que se conoce con permiso de la Ofac para establecer una empresa en Cuba es John Kavulich, y mantiene en secreto su negocio, además de Hugo Cancio, del sitio de compras online Katapulk, que ha conseguido una licencia para exportar vehículos desde EE UU.

Tal y como recordaron funcionarios del Tesoro estadounidense a raíz de una reunión de empresarios cubanos en Miami, el pasado septiembre, se tienen que cumplir varias condiciones para no transgredir la ley. Los empresarios residentes en Cuba no pueden crear empresas en Estados Unidos para vender sus productos o comprar mercancías directamente a empresas de EE UU. De igual manera, los cubanoamericanos no pueden establecer negocios en la Isla a menos que lograran la residencia permanente en el país por una repatriación.

Cuba lleva meses interesada en que EE UU apruebe medidas de ayuda a las mipymes en la Isla que, lejos de concretarse, no cesan de suscitar polémica.

Cuba lleva meses interesada en que EE UU apruebe medidas de ayuda a las mipymes en la Isla que, lejos de concretarse, no cesan de suscitar polémica

Sin ir más lejos, el pasado 8 de noviembre el senador Marco Rubio cuestionó al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, por el hecho de que cubanos que llegan a EE UU y solicitan refugio terminen viviendo entre los dos países.

“Se supone que estás huyendo de una persecución política, así que automáticamente eres candidato a recibir dinero por ser refugiado, sellos de comida, Medicare, Medicaid”, enumeró Rubio, que comparó el privilegio de los cubanos de obtener esto al cabo de un año con el de refugiados de otros países que tienen que esperar cinco.

“Algunos vuelven a Cuba por tres meses cada vez, y han estado aquí solo un año. Cómo, si estás huyendo de una persecución, ¿cómo puede ser que un año después pases los veranos en Cuba? ¿Cómo puede ser que viajes entre seis y ocho veces al año a Cuba? Nunca he oído que gente que huye de la persecución vuelva a ese lugar repetidamente. Hay un problema aquí, ¿o no?”, aseveró el senador republicano.

Quizá Cuba tome medidas inmediatas para regularizar la situación de sus empresarios con doble nacionalidad. Menos claro está que las tome EE UU respecto a las restricciones del embargo. Lo que es un hecho es que los dueños de estas firmas siguen funcionando sin problemas.

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