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El gas licuado pinta gris con pespuntes negros

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El gas licuado pinta gris con pespuntes negros
El gas licuado pinta gris con pespuntes negros

El 31 de octubre del año en curso el Tribuna de La Habana digital publicaba una nota de la Empresa de Gas Licuado anunciando que a partir del 4 de noviembre se vería “afectado” el suministro de ese combustible en La Habana, Artemisa y Mayabeque

LA HABANA, CUBA.-Cuando durante la llamada “revolución energética” el queroseno de uso doméstico fue sustituido por gas licuado (un cilindro de 10 kg por núcleo), las viviendas beneficiadas con el canje (a saber, 1 700 000 en total) se consideraron en principio afortunadas. El reemplazo suponía dejar atrás las incomodidades y peligros asociados al empleo de la luzbrillante para cocinar. O al menos eso esperábamos

Si embargo, si bien en sus inicios existía cierta estabilidad en la distribución, el servicio comenzó a declinar a partir del año 2013. ¿La causa? Supuestamente la falta de cilindros. A pesar de ello, en el 2015 comenzó a venderse el gas licuado por la libre. La comercialización se efectuaba mediante contrato, según el cual el cliente no solo debía abonar el precio del recipiente, sino también el del regulador y el de la manguera.

Esa medida benefició a algunos núcleos de nueva creación, así como a aquellos hogares que solo poseían un cilindro, y a otros tantos que no disponían de los equipos electrodomésticos vendidos por el Estado durante aquella campaña, para los cuales rara vez se encontraba piezas de repuesto. A ello se suma que los sempiternos apagones frecuentemente impedían (e impiden) el empleo de electrodomésticos para la cocción de los alimentos. Sin embargo, esos contratos fueron suspendidos en el año 2019, a la vez que la ración del combustible sufrió una disminución, expresada en la dilatación del ciclo de compra. Y aunque la diferencia era en apariencia de “solo” 2 o 3 días, los nuevos plazos vinieron a agudizar la escasez de una cuota que ya era insuficiente.

Para añadir más precariedad a nuestra situación, en el 2021, con el inicio del “reordenamiento económico” (cuando supuestamente fueron eliminados los “subsidios” y las “gratuidades”) el gobierno cubano elevó el precio del gas licuado a 180 pesos. Y no contentos con ello, en el año actual los dirigentes anunciaron, bajo la misma premisa, la implementación de un nuevo precio, esta vez de 225 pesos, que entraría en vigor a partir del 1º de marzo. Afortunadamente el ominoso plan no se ha hecho realidad hasta la fecha, aunque desconocemos por qué. Ciertamente no será por consideración al pueblo. Véanse, si no, las displicentes palabras del ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, al respecto: “Esto es un producto que está subsidiado, y ese es el objetivo fundamental que se busca con la subida de precio. Que tampoco es nada… son 45 pesos”.

Precios aparte, el 31 de octubre del año en curso, el medio oficialista Tribuna de La Habana, en su versión digital, publicaba una nota de la Empresa de Gas Licuado anunciando que a partir del lunes 4 de noviembre se vería “afectado” el suministro de ese combustible en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque (justamente las más perjudicadas por el paso del huracán Rafael).

Valga acotar que el director general de la Empresa, Iván Agustín Lora Alfredo, ofreció disculpas a los consumidores. No obstante, omitió informar cuándo se reanudaría el servicio, de modo que las especulaciones no se han hecho esperar, y la voz popular afirma que no será antes de diciembre. Así pues, la situación se pinta gris con pespuntes negros, máxime si se tiene en cuenta que los dirigentes involucrados no han aplicado medidas alternativas para minimizar el impacto del problema (como sería la venta de otro combustible, por ejemplo carbón, como se ha hecho en Santiago de Cuba).

En el mencionado texto el organismo achacaba dicha interrupción a una demora en la descarga debida a “complicaciones en el sistema de pagos”, ya que “el crédito antes disponible fue retirado”. De acuerdo con la nota, se trataría de “otras consecuencias del embargo económico y financiero que Estados Unidos mantiene sobre Cuba”. Por si el amable lector no está familiarizado con los retruécanos de la dialéctica artificial, traducimos: “No nos entregaron la mercancía porque no pagamos; antes nos fiaban pero ya no. Pero la culpa no es nuestra por ser mala paga, sino del malvado vecino del norte, que nos tiene ojeriza”.

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