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El agente del FBI que detuvo a Ana Belén Montes presenta su libro en Miami, 'Queen of Cuba'

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El agente del FBI que detuvo a Ana Belén Montes presenta su libro en Miami, 'Queen of Cuba'

Los días previos a su arresto, el 21 de septiembre de 2001, la espía Ana Belén Montes vivió sumida en un estrés que intentaba mitigar con la meditación y el deporte. Le había pedido a sus contactos en La Habana “un novio”, porque pensaba abandonar la contrainteligencia y rehacer su vida. No pudo ser: luego de 17 años al servicio de Fidel Castro, Montes fue arrestada por el FBI.

El hombre que le colocó las esposas tras meses de investigación, Pete Lapp, cuenta la historia de Montes con lujo de detalles en su libro Queen of Cuba, que será presentado este viernes, a las siete de la noche, en la librería Books and Books, de Miami. Lapp –que concedió una detallada entrevista a 14ymedio cuando la espía fue liberada el pasado enero, tras 20 años de reclusión– opina que el trabajo de Montes para La Habana puede resumirse en un símbolo: su radio de onda corta.

El aparato, marca Sony y confiscado por el FBI tras el arresto, acompañó a Lapp durante su conversación con los periodistas Juan Manuel Cao y Miguel Cossío, en América TeVé. Con esa radio, Montes anotaba los mensajes en clave que transmitía La Habana en la emisora Radio Habana Cuba y recibía instrucciones de sus jefes cubanos.

El agente, que trabaja hoy como encargado principal del Centro de Análisis de Amenazas del Departamento de Defensa de EE UU, define a Montes como una mujer muy inteligente y una espía excepcional. De 1950 a 2021, expone Lapp, fueron identificados 148 espías de distintas nacionalidades en EE UU. De ellos, solo 12 eran mujeres, siete de ellas de origen hispano y todas vinculadas a altos cargos en las instituciones gubernamentales.

Pete Lapp, ex agente del FBI que arrestó a Montes. (Captura)
Pete Lapp, ex agente del FBI que arrestó a Montes. (Captura)

Solo Montes era soltera y ocupaba un puesto prominente como analista principal de Washington para los temas relacionados con Cuba. “Los cubanos se cuidaron mucho de aludir a su género en las comunicaciones encriptadas que interceptamos”, asegura Lapp. De hecho, en los mensajes se hablaba constantemente del Agente S, a veces llamado Sergio, para no delatar a Montes o a su alias: Sonia.

Montes tenía un contacto que la atendía en EE UU, un tal Ernesto, detalla Lapp, y un jefe anónimo en La Habana, a quienes pasaba la información que recolectaba. “Mientras más prestigio ganaba como analista en Washington, a más reuniones la invitaban y más acceso tenía a información confidencial”, añade. “Su destreza le abrió muchas puertas”.

“El día en que la arrestamos, su jefe dijo: era mi mejor analista”, afirma el ex agente del FBI. Para llegar a Montes hicieron falta años de cacería hasta que, en 1994 –con el desmantelamiento de la llamada Red Avispa de espías cubanos–, se empezó a ver con más claridad un método para desencriptar las comunicaciones cubanas.

Montes anotaba los mensajes en clave que transmitía La Habana en la emisora Radio Habana Cuba. (Pete Lapp/América TeVé)

“Así se identificó al Agente S”, dice Lapp, que, siendo radioaficionado desde niño, dio con una pista adicional: La Habana no transmitía para alguien que tuviera una radio en Miami, sino para una persona situada mucho más lejos, en una ciudad del norte de EE UU. Cuando Lapp encontró el artefacto Sony en el apartamento de Montes, no le quedaron dudas de que las hipótesis del FBI habían sido acertadas.

Una fotografía de 1988 es, para Lapp, otra de las imágenes que sintetiza la vida de Montes. La imagen muestra a la espía con su familia. Su padre, ex militar, y dos de sus hermanos, que desempeñaron una exitosa carrera en agencias gubernamentales de EE UU. Cuando se tomó esa foto, Montes ya había viajado clandestinamente a Cuba en dos ocasiones, la habían condecorado con una medalla y –aunque Lapp lamenta no poder probarlo– tenía “sangre en sus manos”.

Las informaciones que Montes brindó a La Habana pudieron haberle costado la vida a Gregory Fronius, un militar estadounidense asesinado en El Salvador. Cuando Montes fue interrogada tras su detención, le dijo a Lapp que los soldados estadounidenses que murieran como resultado de las informaciones que mandaba a Cuba, “conocían el riesgo” de trabajar para una “máquina de guerra” como la de EE UU.

Al cabo de 20 años, Lapp alega que no admira a los servicios de inteligencia cubanos, pero sí reconoce su capacidad de encontrar gente fría, inteligente y dispuesta a todo por el régimen, como la “reina de Cuba” Ana Belén Montes.

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