MIAMI, Estados Unidos. – La cantante cubana Doris de la Torre, conocida por su excepcional contribución al movimiento filin, dejó una huella imborrable en la escena musical de la Isla. Nacida el 18 de mayo de 1932 en Santa Clara, entonces provincia de Las Villas, y fallecida el 9 de junio de 2003 en la misma ciudad, emergió como una de las voces más influyentes y, a la vez, enigmáticas de Cuba.
De la Torre se distinguió como una artista polifacética y dotada. Su padre, Miguel Ángel Díaz “Miguelito”, cofundador del Trío Pinareño, pudo haber influido en su temprana inclinación hacia la música. Doris comenzó su carrera en su ciudad natal y más tarde se trasladó a La Habana, donde su talento la llevó a ganar una mención en un concurso televisivo con la canción Doce Cascabeles.
Su paso por el grupo Los Armónicos de Felipe Dulzaides fue un período clave en su carrera. Aquí, Doris no solo cantó, sino que también tocó el vibráfono y la guitarra, experimentando con el bossanova brasileño y el jazz melódico. Este período fue decisivo para consolidar su posición en el movimiento filin, donde fue aclamada como “La Reina” del género por su habilidad para jugar con tonos y armonías.
Doris también estudió guitarra con el profesor Macías y en 1953, comenzó a trabajar en CMQ (radio y televisión) y en cabarets de La Habana. Su presencia en la escena musical se fortaleció con su trabajo con Los Armónicos, grabando tres discos y destacándose como vocalista y vibrafonista. A finales de los años 50 y principios de los 60, se convirtió en una figura prominente en los clubes habaneros.
Su primer álbum como solista, lanzado en 1959 y luego en 1961, fue dirigido por el maestro argentino Eddy Gaitán. Este álbum incluyó colaboraciones con artistas como Felipe Yanes, Orlando Hernández, Walfredo de los Reyes y Jesús Caunedo, entre otros. Las críticas de la prensa de la época elogiaron su estilo único y fuerte personalidad, y su interpretación de temas como Tú dominas, Una rara sensación, Imágenes, y Me recordarás aún resuenan en la memoria colectiva.
A pesar de su popularidad, su carrera enfrentó obstáculos. Las autoridades cubanas comenzaron a marginarla, restringiendo sus apariciones en televisión y radio y limitando sus oportunidades de grabación.
De la Torre se exilió en Estados Unidos, donde continuó difundiendo las canciones de filin. A pesar de los desafíos, su legado en el movimiento filin permanece intacto, aunque a menudo no se le reconoce lo suficiente junto a otros contemporáneos como Gladys León y La Freddy.
Doris de la Torre, una artista indudablemente talentosa, terminó sus días en su natal Villa Clara. Su último álbum, Doris de la Torre Legendary Cuban Diva, lanzado en 2001, es un testimonio de su habilidad y pasión.
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