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Denuncian persistente uso de torturas en prisiones cubanas

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Denuncian persistente uso de torturas en prisiones cubanas
Denuncian persistente uso de torturas en prisiones cubanas

MIAMI, Estados Unidos. – A pesar de las negaciones oficiales, nuevas denuncias indican que la tortura y los malos tratos continúan siendo prácticas comunes en las prisiones cubanas. Entre el 1 de enero y el 10 de octubre de 2024, el Centro de Documentación de Prisiones Cubanas (CDPC) registró 111 incidentes de tortura física o golpizas en 38 prisiones de 15 provincias del país.

“Me dieron con tonfas, me tiraron escaleras abajo, me arrastraron por pasillos enteros entre cuatro y cinco guardias”, contó al CDPC Normando Hernández, activista y periodista independiente que pasó más de siete años encarcelado tras la Primavera Negra de 2003. “Desde que salí de la prisión, es rara la semana en que no tenga una pesadilla relacionada con algún maltrato o situación vivida allá adentro”, confiesa Hernández al CDPC.

Las celdas de aislamiento son, según Hernández, “una de las torturas más comunes” que sufren los reclusos, sean políticos o no. Explica que en estos espacios reducidos, los presos son esposados con “shakiras” que inmovilizan manos y pies, y son dejados en el piso en posición casi fetal. “Te tiran cubos de agua fría en las noches, en esas celdas húmedas”, añade. Al quitarles las esposas, “tus miembros están entumecidos y no puedes incorporarte ni caminar por tantas horas que te dejaron en esa posición”.

Denuncias y testimonios alarmantes

El disidente Mario Alberto Hernández Leyva, de 54 años, denunció recientemente haber sido víctima de golpizas y encierros en celdas de castigo en la Prisión 1580, ubicada en San Miguel del Padrón, La Habana. José Díaz Silva, líder del Movimiento Opositores por una Nueva República (MONR), relata que a Hernández Leyva “todos los días lo colgaban de una cama con unas esposas porque no quería vestirse de preso ni poner las manos detrás. El único apoyo que tenía para pararse era la punta del pie”.

Díaz Silva, quien también sufrió torturas antes de su destierro en 2022, describe algunas de las prácticas a las que fue sometido: “Estuve dentro de una patrulla bajo el sol, por horas. He recibido golpizas. Han simulado que me van a asesinar con pistola, con policías prestados, con capucha en la cabeza”.

Tras las protestas del 11 de julio de 2021, las denuncias de torturas aumentaron significativamente. Mario Miguel García Piña, manifestante pacífico detenido en Mayabeque, describió cómo fue sometido a la “patrulla horno”: “Me dejaron dentro de la patrulla, con un calor tremendo… Allí estuve más de una hora. Tenía mucha sed. Pedí agua y no me hicieron caso, no me la dieron hasta el día siguiente”.

Aunque el artículo 51 de la Constitución cubana de 2019 prohíbe la tortura y los tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, y el Código Penal vigente establece penas de entre siete y 20 años de cárcel para funcionarios que cometan tales actos, la realidad en las prisiones contradice la legislación.

Durante el Examen Periódico Universal de Cuba en la ONU, en noviembre de 2023, el fiscal Dixan Fuentes Guzmán afirmó que en el país “están totalmente prohibidas las torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes”. Sin embargo, organismos como el CDPC y el Centro de Información Legal Cubalex señalan que estas prácticas persisten y que existe una impunidad generalizada entre los agentes del Ministerio del Interior y otras instituciones estatales.

Laritza Diversent, directora de Cubalex, sostiene que “la tortura es práctica común en Cuba”. Menciona métodos como “interrogatorios de más de cuatro horas, a veces utilizando técnicas como la exposición a altas y bajas temperaturas. Golpizas tampoco faltan”.

Métodos de tortura y maltrato

Entre las formas de tortura reportadas se encuentran técnicas como “el potro”, que consiste en esposar de manos y pies al recluso, acostado, y golpearlo. Leosbel Pérez Carbonell, detenido en Kilo 7, Camagüey, fue víctima de este método en julio de 2024. Otra práctica denunciada es “la bicicleta”, que implica lanzar a los reclusos esposados desde lo alto de escaleras. Julián Manuel Mazola Beltrán, condenado por las manifestaciones de 2021, fue sometido a esta tortura en la prisión de Guanajay, provincia de Artemisa.

El uso injustificado y prolongado de esposas y “shakiras” es otra forma de maltrato. En mayo de 2024, Oreste Varona, en la Prisión La Empresita de Camagüey, fue dejado esposado a la reja de su celda de aislamiento.

Negación de atención médica como castigo

La negación de asistencia médica y medicinas se utiliza intencionalmente para causar daño a los presos, especialmente a los políticos. Camila Rodríguez, directora del CDPC, enfatizó que “se trata de un acto deliberado de tortura para castigar, sobre todo, a los prisioneros políticos”.

Impacto psicológico y aislamiento

El aislamiento prolongado y las condiciones inhumanas también afectan gravemente la salud mental de los reclusos. Alfredo Felipe Fuentes, víctima de la Primavera Negra, describió su experiencia: “Fui encerrado en una celda de castigo, aislado. Eso fue una tortura mental… Dejarte en una celda de 1,39 metros de ancho por dos de largo, con un hueco en el piso para hacer necesidades… eso es una tortura psicológica tremenda”.

La actriz y fotógrafa Iris Mariño García, detenida en Camagüey tras las protestas de 2021, relató que estuvo en condiciones de “tortura psicológica”: “Había ratones, cucarachas. Era una oscuridad total, no podía mirar la palma de mis manos. Estaba húmedo, casi una mazmorra”.

Llamados internacionales y falta de transparencia

En 2022, el Comité contra la Tortura de la ONU solicitó al Gobierno cubano “investigar de modo pronto, independiente y exhaustivo” los casos de uso excesivo de la fuerza y malos tratos ocurridos durante las protestas del 11J. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) también ha otorgado medidas cautelares a detenidos como Julián Manuel Mazola Beltrán, al considerar que sus derechos “a la vida e integridad personal enfrentan un riesgo de daño irreparable”.

A pesar de ser parte de la Convención contra la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos y Degradantes, Cuba no ha ratificado su Protocolo Facultativo, que permitiría visitas periódicas a cargo de órganos internacionales y nacionales independientes a los lugares de detención.

“En foros internacionales, funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores promueven la narrativa falsa de que los actos de tortura fueron ‘radicalmente eliminados y prohibidos por la Revolución Cubana’, pero el régimen del Partido Comunista no permite que nadie ingrese a las prisiones para comprobarlo”, concluye el informe del CDPC.

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