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De Winnipeg a Santiago de Chile: cuando el deporte cubano exportó la violencia

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De Winnipeg a Santiago de Chile: cuando el deporte cubano exportó la violencia
De Winnipeg a Santiago de Chile: cuando el deporte cubano exportó la violencia

LA HABANA, Cuba. — El multicampeón olímpico cubano de lucha grecorromana, Mijaín López, golpeó a un cubano residente en Chile por llevar una bandera que tenía escrita la palabra “Libertad”. El suceso tuvo lugar luego de un juego de pelota entre Cuba y Brasil, en el marco de los Juegos Panamericanos que se celebran en Santiago de Chile. El choque terminó con la derrota del equipo caribeño cuatro carreras por dos.

No es la primera vez que ocurre este tipo de incidente en el deporte cubano. Las Series Nacionales acumulan numerosos hechos violentos sobre el terreno, y también algunos eventos internacionales han servido de escenario para que atletas cubanos, en nombre de una ideología, ataquen a quienes critican el régimen y sistema político que impera en la mayor de las Antillas.

Uno de estos hechos tuvo lugar en los Panamericanos de Winnipeg, Canadá, en 1999. Juan Padilla y Javier Méndez le fueron encima al exiliado cubano Diego Tintorero y le propinaron varios golpes. En entrevista para El Nuevo Herald, Padilla se negó a hablar del incidente e incluso negó haber golpeado al sujeto en cuestión, aunque los videos digan otra cosa. El legendario segunda base, como tantos otros que repartieron ofensas y bofetadas en nombre de Fidel Castro, no mostró arrepentimiento ninguno por su conducta.

Dos años más tarde, en un juego celebrado en Estados Unidos entre el equipo Cuba y los Orioles de Baltimore, Diego Tintorero volvió a ruedo para visibilizar la situación de los derechos humanos en la isla. Esta vez fue derribado por el árbitro César Valdés, quien le propinó una golpiza y años después, en entrevista con el sitio Swing Completo, culpó a Tintorero por haberle provocado.

Es posible que pronto aparezca Mijaín López sin asomo de remordimiento y justificando su proceder contra un joven que solo tenía una bandera. A fin de cuentas, la violencia en Cuba es una práctica normalizada y los “revolucionarios” jamás se disculpan.

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