AREQUIPA, Perú – La primera corrida de toros en Cuba ocurrió en 1538 en Santiago de Cuba, con motivo de la llegada de Hernando de Soto, gobernador de la Isla y adelantado de la Florida.
Un antecedente se menciona en 1514, cuando se lidiaron toros el día del Corpus Christi, según el padre Bartolomé de las Casas.
Las corridas llegaron a La Habana en 1569 y fueron especialmente notables cuando se prometieron 32 corridas a San Cristóbal para eliminar plagas.
Un siglo después, en 1682, se prohibieron las corridas en días de fiesta, pero aún hubo eventos importantes, como la corrida en La Habana para celebrar el ascenso de Carlos III al trono español.
La primera plaza de toros en La Habana se instaló en 1769 en la esquina de Monte y Arsenal. A lo largo de los años, se construyeron otras plazas en diferentes lugares de la ciudad, como Monte y Egido en 1796, la calle Águila en 1818, y el Campo de Marte en 1825. En 1853 se construyó una en Belascoaín, y la última fue en Infanta y Carlos III.
Las corridas de toros fueron suspendidas en 1899 por el interventor militar estadounidense. Tras la Guerra de Independencia, líderes del Ejército Libertador impulsaron la prohibición de corridas de toros y peleas de gallos.
Aunque el general Brooke suspendió las corridas, fue su sucesor, el general Wood, ambos interventores norteamericanos, quien prohibió también las peleas de gallo a partir de junio de 1900, con multas para quienes desobedecieran la medida.
El tema está recogido en el libro Las corridas de toros en La Habana, una enconada polémica republicana (1902-1959), publicado en el año 2018 por Ediciones Boloña.
Sucedió que a partir de 1830, con el surgimiento de la identidad nacional cubana, los criollos empezaron a preferir las peleas de gallos sobre las corridas de toros, además de cambiar sus preferencias culinarias, eligiendo café sobre chocolate, frijoles negros sobre garbanzos, y arroz con frijoles en lugar de pan mojado en guiso.
Durante la República, hubo intentos de reintroducir las corridas de toros para atraer turistas, pero no tuvieron éxito. Lo poco que se recuerda sobre las corridas en Cuba está más asociado con la figura del torero Mazzantini, quien, aunque no era cubano, es recordado todavía en toda la Isla.
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