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Crisis de combustible: escaso para hoy, imposible para mañana

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Crisis de combustible: escaso para hoy, imposible para mañana
Crisis de combustible: escaso para hoy, imposible para mañana

LA HABANA, Cuba. – Por La Habana se puede caminar durante horas y de pronto sorprenderse una al ver un autobús. Desde hace varias semanas la escasez de combustible se ha agudizado en la capital, a pesar de la ayuda de “países hermanos”. Semana tras semana la prensa oficial informa sobre presuntos trabajos de mantenimiento en las fuentes de abasto de agua potable, mientras el servicio de los taxis Gazelles (gacelas) está peor ahora que hace algunos días, cuando fue anunciada su suspensión temporal debido a la escasez de gasolina. 

Edificios multifamiliares reciben menos agua o ninguna. La gente se cansa de esperar por horas en las paradas y decide irse a pie, a menos que viva horriblemente lejos. Vienen caminando desde San Miguel, Plaza o Playa hasta Centro Habana. Todo lo que no quede después del túnel de la bahía se hace caminable para quien tiene prisa y fuerzas. 

En la calle se ven menos taxis particulares. Los que aún circulan cobran lo que les da la gana y no siempre van llenos. El bolsillo de los que podían pagar ha empezado a resentirse. Con el cierre del túnel por motivos de reparación, varios vehículos tipo pisa-y-corre han dejado la ruta Habana-Playas del Este para hacer los recorridos hacia Plaza, Playa y Marianao, rutas que usualmente cubren los llamados almendrones, donde se viaja ligeramente más cómodo. 

En el parque El Curita los buquenques intentan obligar a las personas a subirse a los pisa-y-corre para cobrar una comisión. La gente, sobre todo las mujeres, se cuadran y se niegan a montar. Nadie quiere pagar 250 o 300 pesos para ir apretado en “una lata de sardinas”. 

Los almendrones llegan, sueltan pasaje y cargan sin necesidad de un intermediario, pero aun así los buquenques se pegan a la ventanilla y exigen la comisión. Si el chofer se niega, lo delatan ante los inspectores por haber cargado en una zona prohibida, o estar cobrando por encima de lo estipulado. Más extorsión, más bronca y más se encarece el viaje, pues la comisión del buquenque se la cargan a los pasajeros. 

Para calmar los ánimos en Oriente han tenido que mandar grandes cantidades de combustible. Las autoridades no se han pronunciado sobre el tema, pero casualmente, después de las protestas ocurridas en marzo, han disminuido los apagones en horario nocturno. Mientras tanto, en La Habana la parálisis es palpable.  

“Es verdad que no nos subieron los precios, pero me están vendiendo para un mes completo el combustible que gasto en tres días. ¿Y el resto cómo lo resuelvo?”, se pregunta un botero que hace la ruta Centro Habana-Marianao. El sujeto se extiende en su explicación sobre los problemas que deben afrontar los transportistas privados. El camión cisterna que debía abastecer el servicentro en días alternos, está operando cada seis días. Las colas son inmensas, la ciberburocracia es igual de enrevesada que la burocracia tradicional, con el agravante de que se cae la conexión.

“Dice [Manuel] Marrero que yo no puedo cobrarle más de 75 pesos a un pasajero por llevarlo hasta La Ceguera. Si trabajo a ese precio, no me alcanza ni para comprar el combustible de la semana. Tengo que cobrar 250 y puedes estar seguro de que otros cobran más caro”, asegura Yankiel, botero que cubre las rutas desde Centro Habana hasta Playa o Marianao.

Cuando las autoridades cubanas anunciaron el incremento de los precios del combustible, el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, aseguró que los transportistas privados no se verían afectados, y que la demanda sería cubierta según la disponibilidad de los carburantes. Atendiendo a esa misma disponibilidad, siempre deficiente, se proyectó un escenario en el cual los boteros no tendrían que subir los precios y, quienes lo hicieran, serían sancionados. 

La realidad ha puesto las cosas en su sitio y desmentido al primer ministro. No solo los taxis están más caros, una respuesta lógica a la falta de combustible y la inoperancia del parque vehicular estatal, sino que cada día quedan menos en circulación. Al problema de la gasolina, dicen los choferes, se suma el costo de la vida, que no tiene techo. 

“Esta gente [las autoridades del régimen] hace sus cálculos en base a lo que les conviene, y no a lo que está pasando. En el precio del pasaje no puedes incluir solo lo que te cuesta el combustible. También tienes que calcular lo que vale el paquete de pollo, el aceite, la leche, el pedacito de carne, las medicinas y todo lo que hace falta en una casa y que no deja de aumentar de precio. ¿Quién le dijo a Marrero que en mi casa se puede comer cobrando yo el pasaje a 75 pesos? Ese tipo no sabe de lo que habla. Ni él, ni ninguno”, asegura Pedro Alberto Blanco, botero de la ruta Habana-Cotorro.  

El arribo de un buque con aproximadamente 90.000 toneladas de petróleo ruso ―poco más de 684.000 barriles― apenas cubre la demanda, con recortes incluidos, de una semana, teniendo en cuenta que Cuba consume 125.000 barriles de petróleo diarios. Las 230.000 toneladas de diésel que esperan en aguas nacionales por el pago del régimen para desembarcar alcanzarán como mucho para dos meses, priorizando los objetivos estratégicos de siempre: represión y corrupción. No da para más.  

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