Home Cuba Bajar el precio del dólar: ¿cuestión de crédulos o cretinos? 

Bajar el precio del dólar: ¿cuestión de crédulos o cretinos? 

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Bajar el precio del dólar: ¿cuestión de crédulos o cretinos? 
Bajar el precio del dólar: ¿cuestión de crédulos o cretinos? 

LA HABANA, Cuba. – Quienes creen que una publicación en Facebook puede influir de modo definitivo y único en la tasa cambiaria informal de las divisas en Cuba tienen todas las “condiciones mentales” para creer que la gordura de los dirigentes comunistas se debe a una enfermedad “glandular” inoculada por la CIA. Y llegado a ese punto, se ampliará y “progresará” su credulidad quizás hasta convertirse en terraplanistas si mañana, en la Mesa Redonda, alguien les dijera que la idea de un planeta esférico es una patraña del imperialismo. A fin de cuentas la coordinadora general del programa televisivo es la misma periodista que hace años “descubrió” en Guantánamo un perro que hablaba, y la gente lo creyó (incluso hay quienes aún lo creen).

Quizá sea hasta la misma gente (o sus descendientes) que por estos días están a la espera de un “bajón” del dólar porque el año pasado, alrededor del Día de las Madres, la moneda del “enemigo” bajó por unas horas después de varias jornadas de ascenso. Una fe que se acentuaría para siempre, convirtiéndose en “tradición”, en “rito financiero” si por casualidad volviera a suceder este año, aun como consecuencia de otras causas y no porque los “especuladores” y “conspiradores de Facebook” lo decidan como “un regalo para mamita”.

Se han tomado tan a pecho lo que dicen las “ciberclarias” sobre el origen externo de la inflación que ya están algunos pensando en la indudable efectividad de una campaña para contrarrestar, de un boicot a compradores y vendedores, proponiéndose no comprar a nadie que los venda a más de 150 pesos. Pero el punto débil del plan no es solo su propia idiotez sino que aun entre los mismos “crédulos”, entre los más “militantes”, no aparece el primero dispuesto a vender sus dólares a ese precio “justo”. Vaya, como para romper el hielo y dar “el paso al frente”. 

Y es que dar ese primer paso no solo implica un alto riesgo (sobre todo para quienes guardan, uno dentro del otro, en el mismo bolsillo, el pasaporte con la visa americana, el carnet del PCC y los dólares), sino que es el punto traumático en que, como por un golpe en la cabeza, todos recuerdan cuando Alejandro Gil y Marta Sabina Wilson intentaron algo parecido en agosto de 2022, al pretender competir con el mercado informal, y así no solo terminaron “perdiendo la batalla” sino que, además, perdieron la “cabeza”.

Uno, porque sacaba buen provecho del río “financiero” que él mismo ayudó a agitar; la otra, por no aprender que la economía es asunto para “nadadores” expertos (no para “crédulos”), pero a fin de cuentas los dos sucumbieron víctimas de su propia guerra, que en realidad es una contienda ciento por ciento imaginaria, o al menos tan “real” como acontece apenas en el discurso “mentalista” de esos mismos que se inventan contradicciones del tipo “Cuba no está en las redes sociales”, aunque al mismo tiempo cortan el internet cuando suena el primer cacerolazo.

Pero a los “crédulos” la memoria (y la vergüenza) les retorna solo por momentos. Y así como están los que recuerdan y esperan con ansias el bajón del dólar para el Día de las Madres, también vamos sobrados de quienes comienzan a correr el rumor de que posiblemente para este agosto el Banco Central vuelva a actualizar su tasa de cambio, reeditando lo que sucedió exactamente hace dos años y que, buscando cortar las alas del billete verde, terminó lanzándolo a la carrera por superar cada día su propio récord. 

En Cuba, tan abundante en “Giles” que se hacen pasar por “chicos listos”, todo lo que asegure terminar en otro “error” es posible (sobre todo si supera en gravedad al anterior), de modo que bien pudiera esperarse la materialización de cualquier “bola” para este verano, más si parte de la idea de que una campaña en las redes sociales contra la especulación, acompañada de una actualización de la tasa cambiaria más cercana a la realidad, serían suficientes para neutralizar las relaciones entre la oferta y la demanda.

Y entonces a olvidarse de que el dólar ha alcanzado ese precio en el mercado informal porque todo el mundo lo busca y pocos lo tienen; porque para emigrar es imprescindible, y nuestro éxodo es una verdadera fuga en masa; porque las mipymes no funcionan con moneda nacional; porque la “Tarea Ordenamiento”, desplegada con crueldad en medio de la pandemia de COVID-19, acabó con los ahorros de las personas, generalizando así la desconfianza en los bancos y en el gobierno, de modo que el dólar escondido bajo el colchón es lo único que brinda seguridad a quienes aún no se reponen del trauma de aquellos días cuando sus cuentas en divisas fueron saqueadas por la “continuidad”.

Porque cuando nos dicen, a través de las “ciberclarias”, que el asunto del dólar es “externo” y que es posible arreglarlo desde Facebook con unas cuantas publicaciones, en realidad lo que están pidiendo (ordenando) es olvidar lo sucedido o, en última instancia, apelando a esa capacidad de “borrón y cuenta nueva” que tienen los crédulos, lo que se traduce en la incapacidad de visualizar sus propias contradicciones haciéndose una simple pregunta:

Si alguien desde una publicación en su muro de Facebook tiene la capacidad de establecer la tasa de cambio, entonces, ¿por qué el Banco Central, que también publica diariamente (y en más de una página en redes sociales) su tasa oficial “actualizada”, y que además cuenta con una red de establecimientos para ejecutarla de manera legal y segura, no es capaz de lograr la misma influencia?

Las respuestas son bien fáciles, y respondidas desde la honestidad y el análisis profundo, no serán las más esperanzadoras pero sí las más ciertas; y esas verdades demasiado duras son algo que no muchos en Cuba (y hasta desde otras orillas más allá de la Isla) están dispuestos a escuchar. 

Nuestros traumas como sociedad son tan graves y tan antiguos que hemos buscado refugio mental en esa “credulidad” que con los años nos ha convertido en “cretinos”. Una palabra que, al comenzar con una sílaba similar, alguien pudiera pensar que guarda la misma “inocencia” de la credulidad cuando en realidad, para el futuro de un país, es mortal. Los cretinos son criaturas muy tenebrosas.

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