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A Carlos Massola lo mató el desencanto

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A Carlos Massola lo mató el desencanto
A Carlos Massola lo mató el desencanto

LA HABANA, Cuba.- La noticia del fallecimiento del actor Carlos Massola este miércoles 3 de julio conmocionó el espacio virtual y a una parte del gremio de las artes escénicas, principalmente emigrados, que lamentaron el suceso por partida doble: la pérdida de un gran amigo y excelente actor, y también la de un hombre enfermo a la espera de un parole humanitario que habría significado, entre otras cosas, un nuevo comienzo.

La gran mayoría de los cubanos recuerda claramente a Massola por sus interpretaciones de personajes negativos, tanto que quizás figure entre los maleantes más populares de la televisión y el cine cubanos. La buena acogida de aquellos trabajos provocó que lo encasillaran en ese tipo de roles, que siempre asumió con la profesionalidad que caracteriza a los actores y actrices de su generación.

En los últimos tiempos su presencia, bastante distanciada del medio televisivo, se hizo notar en las redes sociales y la prensa independiente debido a sus críticas al régimen de Miguel Díaz-Canel, especialmente tras los sucesos del 11 de julio de 2021 (11J). A través de contundentes directas, el actor denunció la situación inhumana en que sobrevive buena parte de la población cubana, incluidos él mismo y su madre.

Su realidad privada y doméstica, expuesta sin paños tibios, fue compartida por cubanos dentro y fuera de la Isla; pero su valentía fue respondida con los métodos que suele emplear el Gobierno cubano para intimidar a los ciudadanos críticos. El actor declaró que le impedían trabajar en cualquier proyecto auspiciado por el Estado, y denunció que estaba siendo vigilado por la policía política.   

En cada una de sus directas incendiarias se echó de menos la solidaridad y la empatía de colegas que hoy se conduelen por su muerte. Más allá de ese segmento de la diáspora que vive y se expresa con libertad, ha sido el pueblo llano el principal emisor de mensajes de acompañamiento en la hora final del actor, que aun después de muerto seguía siendo víctima del Gobierno que lo excluyó. Su anciana madre tuvo que esperar el carro fúnebre durante horas, con el cuerpo de su hijo tendido en el cuarto.

Hasta el momento no ha trascendido una declaración sobre la causa de su deceso. Solo se ha dicho que estuvo sintiéndose mal del estómago, que le prescribieron tabletas de Metronidazol y poco después de tomarlas fue hallado sin vida. Se dice que padecía de úlceras estomacales, una enfermedad que, mal atendida, puede provocar hemorragias mortales.

En sus directas eran muy evidentes, además de la rabia que lo sacudía, su profunda desilusión, su soledad y vulnerabilidad en medio de una situación que también agobia a otros artistas escénicos. Sin embargo, a diferencia de Carlos Massola, sus colegas continúan esperando, callados, a que se abra la escotilla que les permita escapar. Para el actor, la luz al final del túnel brilló demasiado tarde. Desde septiembre de 2023 le habían puesto el parole humanitario, pero casi un año después no recibía noticias y la muerte se adelantó.

El actor Edwin Fernández, en un post muy sentido, lamentó la partida de Massola, a quien calificó como “ser humano especial, amigo leal y excelente actor, mientras otros hijos de puta siguen vivos”. Es casi inevitable, en los tiempos que corren, pensar de ese modo. Muchos cubanos justos y valientes han muerto dejando a Cuba huérfana, a merced de un puñado de criminales que continúan en pie, más o menos longevos, pero todos igualmente terribles.

Los decesos son siempre un pie forzado para intercambiar opiniones a favor o en contra del finado. Para gustos, colores. No importa lo que cada quien piense de Carlos Massola como actor, o como ser humano. Tampoco importa que los medios oficiales permanezcan indiferentes a su fallecimiento pese a que era un artista conocido, ni que el gremio al cual perteneció guarde silencio, aunque Carlos habló por todos y desde una posición desventajosa. Quienes lo conocieron bien afirman que fue un hombre culto, un actor infravalorado y una persona con defectos y virtudes, como el resto de nosotros.

Fue, sobre todo, un hombre valiente, aquejado por problemas de salud. Un cubano capaz de sobreponerse a muchas adversidades, pero no a la desesperanza. Aunque el golpe letal se lo haya propinado la enfermedad, Carlos Massola ya venía muriendo lentamente de desencanto, un triste destino que alcanzó a otros antes que a él, y que alcanzará a muchos más en el futuro inmediato de esta Cuba que no sabe cómo salvarse a sí misma. 

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