LA HABANA, Cuba. – “Son niños que necesitan de nuestro apoyo. Fuimos creados para eso: para apoyar y ayudar al necesitado”, asegura en entrevista con CubaNet Alberto Turis Betancourt Pérez, el activista que estuvo durante una semana recorriendo las calles de La Habana recaudando fondos para ayudar a Amanda Lemus Ortiz, la niña que padece de atresia de las vías biliares y lleva un año esperando por un trasplante de hígado.
Acompañado de una pequeña caja este cubano de 43 años recorrió alrededor de 15 kilómetros diarios durante siete días. A cuanta persona encontraba durante su recorrido le pedía que se solidarizara con Amanda; al que no conocía sobre su historia le contaba.
―Alberto, cuéntanos cómo te surgió la idea de salir a las calles a pedir ayuda para Amanda.
―La idea me surge desde el momento en que sale en redes sociales la información de la niña Amanda, sobre las carencias y la recogida de fondos en la plataforma GoFundMe, donde solo se puede poner dinero vía digital desde el exterior.
Una de las personas que se me acercó para ayudar a Amanda me explicó que no tenía manera de hacerlo por la vía digital, que si no podía ser en efectivo y ahí se me prendió un bombillo y dije “Vamos para las calles”.
Llamé a un amigo y le dije que necesitaba imprimir fotos para recaudar fondos por la calle para Amanda. Salí por Monte y Carmen camino al Parque de la Fraternidad, donde me di cuenta de que el pueblo conocía a Amanda; la gente quería ayudar a Amanda.
Al otro día contamos y había 53.000 ciento y tantos pesos recaudados. Había billetes de 20, de tres pesos… Eran de personas que se despojaban de lo que no tenían para ayudar a Amanda.
―¿Algo te impresionó especialmente durante estos siete días de recorrido por la capital recaudando ayuda para la niña?
―En una ocasión me monté en una guagua donde no conocían a Amanda. Cogí la caja, la alcé y dije: “Buenas tardes, por favor, ¿me pueden ayudar con algo de dinero para Amanda?”. Una persona en el fondo preguntó quién era Amanda y cuando les conté la historia, aduaneros, médicos y hasta niños empezaron a echar en la cajita de lo que tenían; eso fue impactante.
También en una ocasión venía caminando por la calle y veo una moto y a un teniente coronel de las FAR. Le dije: “Hermano, ¿me puede ayudar con algo?”. El hombre me da dinero y le explico para quién es. Me contestó que sabía quién era Amanda. Cuba entera sabía quién era Amanda y estaba lista para ayudarla.
―¿Cuántos kilómetros calculas que tuviste que caminar?
―Siete días estuve caminando las calles de La Habana. Regularmente caminaba entre 12 y 15 kilómetros diarios. Mi recorrido era: calle Monte, Monserrate, Avenida del Puerto, Obispo, Neptuno, Infanta, Carlos III, Parque de la Fraternidad y luego iba para mi casa.
A La Cuevita (San Miguel del Padrón) fui un día por peticiones de las personas. Las gentes me gritaban “Amanda”, me llamaban por el nombre de la niña y echaban en la cajita; hasta de las casas me llamaban.
―¿En algún momento pensaste que recaudarías tanto dinero?
―Nunca pensé recoger el dinero que se recogió debido a las carencias que tiene el pueblo. Después me sentí avergonzado porque lo que no creía es lo que había sucedido: todas las personas echaron en la cajita, los que podían y los que no. Dueños de mipymes echaban 500 y hasta 1.000 pesos.
―¿Piensas seguir ayudando a otros niños que como Amanda necesiten este tipo de ayuda?
―Sí, he buscado información y resulta que no hay una sola Amanda. Hay 40 y tantas Amandas en Cuba esperando por un trasplante de hígado. Ya empezamos a visibilizar a una porque no podemos hacerlo con las 40 y tantas a la vez.
Hay una niña que se llama Ashley, de Pinar del Río, que está en las mismas condiciones y vamos por ella, vamos a apoyarla. Espero que el pueblo se comporte de la misma manera positiva porque son niños que necesitan de nuestro apoyo. Por eso voy a seguir caminando las calles de La Habana, recaudando fondos para los niños que lo necesiten.
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