Tuesday, November 26, 2024
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VII Pleno del Partido Comunista, el remiendo como solución

LA HABANA, Cuba. – La prensa oficial está muy atenta a las reformas en Argentina. Los voceros del régimen critican severamente los cortes y recortes de Javier Milei, se alarman por el destino de los “pobres argentinos”, pero, hipócritas amnésicos como siempre, esquivan realizar cualquier análisis o emitir una opinión sincera sobre la situación en Cuba donde, por ejemplo, la venta de máquinas para contar dinero se ha disparado en los grupos de internet, la gente las importa por cantidades, porque para comprar un mazo de zanahorias o de lechuga se necesita otro buen mazo de billetes.

El dólar va escalando por sobre los 270 pesos cuando apenas en noviembre del 2022 algunos veían como imposible que superara los 200; incluso en agosto de este mismo año muchos auguraron que una vez alcanzados los 245 —como si se tratara solo de superar la marca olímpica de Javier Sotomayor— volvería a retroceder “porque si Nicaragua iba a cerrar”, “porque si ya todo el que se iba se fue”, “porque las nuevas medidas del Banco”, porque esto o aquello, pero la realidad es que frente a una moneda nacional que se devalúa aceleradamente y que de poco sirve, el dólar es la única garantía de estabilidad para quienes vieron sus ahorros evaporarse por obra y gracia no de Javier Milei sino de una Tarea Ordenamiento cuyos principales eslóganes, de no ser porque fueron dichos muchísimo antes por Raúl Castro, parecieran traídos de Buenos Aires: “se acabó el dinero”, “se acabaron las gratuidades”.

Pero ojalá las odiadas frases de aquí hubieran llegado de allá, donde aún queda la esperanza de que se logre arreglar lo que los dos Fernández arruinaron con sus hipocresías izquierdistas y manos sueltas, y donde los efectos inmediatos de las reformas económicas, aunque duros, se han dicho sin pelos en la lengua, es decir, sin prometer vasitos de leche para todos y que “nadie quedará desamparado” porque la realidad nuestra es esta bien lamentable que conocemos.

A pesar de mipymes, paroles humanitarios, bodas de la socialité española en la Catedral de La Habana y hasta un Tesla rodando en la Isla de los apagones, la nuestra es una realidad que cada día se recrudece, que en opinión casi generalizada de quienes la sufren es suficiente para calificar estos dos últimos años como los más tristes, así como estos días finales como los peores, incluso en comparación con aquellos del llamado Período Especial. 

Una realidad que —por lo escuchado en el VII Pleno del Partido Comunista—, marcha hacia momentos aún más graves, sobre todo cuando la solución a los problemas no es echar a la basura y dar candela unos “lineamientos” que les han servido de muy poco sino “hacerles ajustes”, remendar, para ver si así la cosa comienza a funcionar.

Quitar y poner “piezas” como cuando, sin conocimientos de mecánica, nos arriesgamos a “cacharrear” el auto y echarle agua bendita a ver si con eso arranca. O cuando nos empeñamos en hacerlo caminar aún al costo de empujarlo o remolcarlo cuesta arriba o despeñándolo cuesta abajo.

Nada bueno trascenderá de esta reunión “pasada por agua”, no cuando se escuchan tales cosas del ministro de Economía sobre el fallo de la Tarea Ordenamiento —algo que desde su implementación era evidente hasta para un recién nacido que fracasaría— y tampoco cuando escuchamos que alguno de los más “entusiastas” habla de las mipymes no como parte de la solución a los problemas económicos sino como “estrategia política” de articulación del sector privado con el estatal y, a la vez, como forma de control ideológico por parte de las “organizaciones políticas y de masas”. Más claro ni el agua.

Si después de escuchar sobre esa “trampa”, esa “emboscada”, los “mipymeros” que se dicen “independientes” e “incontrolables” (no “manipulables”) no reaccionan y se detienen a pensar en su condición “provisional”, en su existencia “circunstancial”, “coyuntural”, es decir, en su carácter de pieza desechable del sistema, después que no se lamenten cuando les estalle encima la tormenta. Les están cambiando las reglas del juego y no para que crezcan y se hagan ricos sino para que entren por el aro, y la mayoría de ellos con los bolsillos vacíos.

Y hablando de tormentas, pero ya no de modo figurado, cualquiera diría que hasta la naturaleza los comunistas cubanos la tienen en contra pero, más allá de supersticiones, lo cierto es que celebran el VII Pleno del Partido Comunista y aparece el mal tiempo, quizás como premonición de lo que sucederá a posteriori.

Como si evocaran y convocaran el mal tiempo con sus “malas energías” o como si fuera parte de ellos. Pero quizás sucede como cuando alguien nos cae muy mal y solo por eso no dudamos en cargarle las culpas de todo cuanto malo nos sucede.

Hay algo de eso, sin dudas, pero sobre todo porque somos conscientes de que les hemos permitido ser los culpables de la mayor parte de nuestras desgracias porque también la culpa nos toca a todos, y a algunos de muy cerca, tanto que se hace difícil adivinar si el mal tiempo es castigo para ellos allá arriba o para nosotros aquí abajo. Porque, a fin de cuentas, si llegan más apagones, más derrumbes, más inundaciones y otra “tarea ordenamiento” ahora remendada no serán los barrigones quienes los sufran.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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