Ninguno de los dirigentes y campesinos que participaron, este martes, en una reunión sobre la debacle de la producción lechera en Villa Clara pudo relajar el rostro. Las autoridades dicen sentirse engañadas por los 1.504 productores que incumplieron el plan trimestral, algunos de ellos sin entregar “ni un solo litro de leche a la industria” y alegan que hay un “desvío impune” y un “crecimiento del desorden” en los campos.
La situación, según el gobernador provincial, Alberto López, solo puede calificarse con un adjetivo: crítica, y los principales afectados son los niños menores de siete años, que con frecuencia se quedan sin el producto. No es el primer regaño de 2023: en el trimestre enero-marzo, 1.078 incumplieron sus contratos. De abril a junio, el número subió a 1.478. Las previsiones para 2024 no dan cabida al optimismo.
A nivel de municipio, las cifras son aún más alarmantes. Camajuaní, tradicionalmente a la cabeza de la producción lechera, solo ha cumplido el 22% de su plan en la primera quincena de noviembre, lo cual se traduce en la entrega de solo 1.820 litros, cuando debía acumular 10.050.
Villa Clara ha dejado de estar “a la vanguardia” y los campesinos se han vuelto inmunes a los regaños y amenazas
Villa Clara, se quejó el primer secretario del Partido Comunista en la provincia, Osnay Colina, ha dejado de estar “a la vanguardia” y los campesinos se han vuelto inmunes a los regaños y amenazas. “Y no es que falte la leche, sino que no se entrega a la industria”, insistió, pero los guajiros prefieren “destinos más lucrativos” para su producto.
En algunos municipios, los productores están casi en huelga. Unos 185 campesinos de Sagua la Grande han dejado de entregar leche al Estado, aunque se supone que deben aportar 1.300 litros por contrato. ¿La consecuencia? El municipio solo cuenta con unos 19.000 litros al día de los 44.313 que debería tener. Placetas, otro tanto. Con 211 guajiros que se niegan a “cooperar”, el municipio solo ofrece 15.500 litros diarios, de los más de 40.000 acordados.
“Nos engañaron en los análisis que hemos realizado durante el año, puede o no gustar el término, pero es la realidad”, remachó Colina, que se confesó dolido por el “engaño de los compromisos hechos y no cumplidos”. Las reuniones de evaluación, aseguró, son “inefectivas”, pero el Partido tiene un plan: apelar a la “sensibilidad” del campesinado con las embarazadas y los niños del territorio.
Tras un largo exordio sobre las necesidades alimentarias de madres e hijos, Colina y López formularon su “orientación”: reunir diariamente 60.000 litros en la provincia, contra viento y marea, redoblando las exigencias y llevando las cuentas a punta de lápiz, aunque el “control informático”, admitieron, también está en pañales por la falta de tecnología.
Los dirigentes informaron a los campesinos sobre un plan de medidas de urgencia, destinadas a fiscalizar mejor el contenido de los contratos
Para ello, los dirigentes informaron a los campesinos sobre un plan de medidas de urgencia, destinadas a fiscalizar mejor el contenido de los contratos para el año que viene y contener las “desviaciones”. El objetivo de todas las inspecciones, aseguraron, serán los “incumplidores” absolutos y aquellos que entregan menos del 50% de su plan.
También se pretende que los guajiros renuncien, tras un “proceso político” de convencimiento, a recibir leche normada por la libreta de abastecimiento, una “respuesta productiva” que el oficialismo exigió también a los arroceros de Villa Clara a inicios de noviembre. Se comprarán caballos y otros recursos, para llevar leche a puntos remotos o montañosos, y se mejorará, prometieron, la infraestructura para repartirla mejor en las bodegas.
Planean, además, controlar el turbio mercado de los derivados de la leche, “como helado, queso y yogur, sobre todo en las cabeceras municipales”, donde más irregularidades se reportan. Pero si los guajiros no están a la altura de los requerimientos, el Partido y el gobierno provincial prometen “demandar en la Sala de lo Económico del Tribunal Municipal del Poder Popular a los incumplidores con la entrega de la leche y carne”.
Durante la reunión, ni Colina ni López preguntaron a los campesinos la causa de los incumplimientos, evitaron aludir a la delincuencia y la inseguridad que se han apoderado de los campos cubanos, y la vigilancia constante –y por sus propios medios– que debe realizarse contra los cuatreros. Con el mismo carácter impositivo, en otras provincias del país se han realizado reuniones similares para advertir de cuáles serán los próximos pasos de las autoridades: vigilar y castigar.
En Ciego de Ávila, el pasado 7 de noviembre, las autoridades pusieron el grito en el cielo por el incumplimiento del plan de entrega de carne en el mes (solo el 16,5%) y los pésimos resultados en la producción de leche. La situación era igual de desastrosa en otros sectores relacionados con la alimentación; la respuesta del Gobierno, igual de voluntarista.
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