No es la primera vez que el diario provincial de Sancti Spíritus, Escambray, se sitúa a la vanguardia de la prensa oficial más atrevida en sus críticas a las autoridades y la columna publicada este lunes es, quizá, uno de sus hitos hasta la fecha. La nota, firmada por una de sus voces más conocidas, Dayamis Sotolongo, afila los dardos contra las medidas que obstaculizan el objetivo de inmediatez del reporterismo. “Dejar de decir a tiempo viene a ser lo mismo que callar”, sentencia la periodista.
En el texto, titulado ¿Callo, después informo?, Sotolongo explica que días atrás se convocó a los profesionales a una cita en la que la dirección provincial de Turismo dio a conocer el nuevo mecanismo de acceso a la información –que califica de “maquiavélico”– implementado por el propio ministerio. El procedimiento que expone provocaría más que perplejidad en el redactor de cualquier país con prensa libre.
El procedimiento que expone provocaría más que perplejidad en el redactor de cualquier país con prensa libre
“Para hacer lo mismo una nota informativa del hotel Meliá Trinidad Península que una reseña del Campismo Popular Planta Cantú, los periodistas deben hacer una solicitud formal donde expliciten, además de sus datos personales, las fechas en las que se pretenden hacer los trabajos, las instalaciones a visitar, los objetivos, si se tomarán imágenes o se grabarán videos, los medios en los que se publicarán los productos comunicativos para que, luego de ser analizado por la Dirección de Comunicación del Ministerio del Turismo —en un lapso que puede tardar días—, comuniquen a las direcciones provinciales si proceden o no los trabajos”, detalla.
Sotolongo deja claro que la inmediatez es intrínseca al periodismo y las noticias no pueden esperar, porque entonces dejan de serlo. Pero, sobre todo, que este tipo de técnicas son, de hecho, contrarias a la Ley de Comunicación Social que se aprobó este año en la Isla y cuyo texto –aunque no ha entrado en vigor– ya se conoce.
El artículo 25 pide que se responda con “oportunidad, transparencia y veracidad” a la solicitud de información de la prensa para que pueda ejercer su función social, mientras que el 33 obliga a los medios a “actuar con inmediatez, oportunidad y previsión estratégica”.
Por ello, la columnista considera que ya se está violando incluso su espíritu. “¿Información en papeles y mutis en los medios de comunicación? ¿La Ley por un lado y el discurso por otro? (…) A ojos vista muchos decisores parecen obviar tales deberes. Como si tendiendo cercos a la información pudiera entonces ocultarse”, replica.
El texto abre con varios casos en los que Escambray ha sorteado la rigidez de las normas para ofrecer una información, desde los primeros contagiados de covid-19 en Cuba, a la crecida del río Zaza que casi acaba en tragedia o la causa real de la suspensión de un partido de béisbol en 2014 por un brote diarreico. Sotolongo celebra que su diario no esperase la autorización del Ministro de Salud Pública, Defensa Civil o la Comisión Nacional de Béisbol para estos y otros casos o “no hubieran sabido Cuba y el mundo” nada de aquello.
La nota no ahorra en frases lapidarias: “Cada zancadilla en el acceso a la información es un paso más a la censura”. “Si algo se ha articulado infelizmente en la comunicación cubana es que los medios publican a destiempo lo que la vox populi ha ido confirmando a los cuatro vientos”. “El descrédito siempre pesa sobre todos”. “El sayo no les sirve únicamente a los periodistas, porque faltar a la verdad no es tan solo un crimen de leso periodismo”.
“Cada zancadilla en el acceso a la información es un paso más a la censura”
La crítica, pese a su ferocidad, no tiene como fin la reivindicación de una prensa libre, así como tampoco se atisba ninguna empatía con los periodistas independientes, que son boicoteados y reprimidos por el régimen. Sotolongo reclama unas buenas condiciones de trabajo dentro de los márgenes legales cubano, es decir, solo reconoce a la prensa oficial y desliza una crítica. “Cada vez que la prensa pierde oportunidad en decir, la ganan en mentir o en tergiversar otros”, escribe en alusión a las redes sociales y los medios alternativos.
Sotolongo fue premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez en 2019 y es una de las periodistas, especializada en temas sociales, más reputadas del país. Ese mismo año, estuvo en el centro de una gran polémica cuando el Instituto de Prensa y Sociedad (Ipys) decidió premiar a varios comunicadores de dentro de la Isla en el concurso llamado Cubacron, entre ellos a la periodista de Escambray y otros dos oficialistas, pero la mayoría de medios independientes.
La situación molestó mucho a la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) y la dirigencia cubana que calificaron de “injerencia de EE UU” el galardón y acusó al Ipys de estar vinculado con la “contrarrevolución”. Sotolongo rechazó la nominación y expresó su disgusto por haber sido incluida en un premio al que no se postuló. “Yo no vendo mi alma al diablo; que se vayan para… “, dijo la reportera, sin especificar adónde quería mandar a los que se atrevieron a premiarla.
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