CAMAGÜEY, Cuba. – Familias camagüeyanas con estudiantes en la escuela primaria seminternada José Luis Tasende recibieron una solicitud de las autoridades escolares para colaborar con alimentos y asegurar el almuerzo de los menores en esa institución educativa. Asimismo, se les indicó que la entrega, que no sería de carácter obligatorio, debe hacerse “de forma discreta”.
De acuerdo con la información proporcionada por una profesora de la institución, que pidió proteger su identidad para evitar ser despedida u represalias, los únicos alimentos disponibles para los estudiantes es “una sopa y picadillo de claria”. Esta dieta, según indicó, “ha empeorado en las últimas semanas” y es insuficiente para cubrir las necesidades nutricionales de los más de 100 alumnos que asisten al centro.
Un padre, que optó por mantener el anonimato, también para evitar represalias en contra suya o de su hijo, relató que la maestra le solicitó “un poquito de arroz crudo para que los cocineros pudieran hacer algo de almorzar para los niños”. “No deberíamos ser los únicos responsables de alimentar a nuestros hijos, ya que pagamos una chequera por su alimentación en la escuela”, aseguró otro progenitor a este medio.
La situación en la escuela José Luis Tasende contrasta con lo planteado por el Ministerio de Salud Pública, de la Isla que recomienda alimentos “frescos, nutritivos, inocuos y de calidad” para garantizar el desarrollo adecuado de los infantes. Sin embargo, la falta de recursos e ineficiencia en la gestión dificultan garantizar una alimentación adecuada a los estudiantes, lo que entraña posibles repercusiones en su salud y rendimiento escolar.
A mediados de 2024, la ONG Food Monitor Program y el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) denunciaron la grave situación alimentaria que atravesaba la Isla. En ese momento, Cuba fue incluida, por primera vez, en un informe de la UNICEF sobre desnutrición infantil y trascendió que, en la mayor de las Antillas, un 9% de los menores de edad sufría “pobreza infantil grave”, lo que significa que “los niños cubanos tienen menos de la mitad de los ocho grupos de alimentos considerados necesarios para una vida sana”.
El informe de UNICEF también destaca que un 33% de los menores de cinco años en Cuba vive en condiciones de “pobreza moderada”, con acceso a entre tres y cuatro alimentos esenciales.
No obstante, Food Monitor Program y el OCDH advirtieron que este dato podría estar muy por debajo de la realidad. “Muchas instituciones internacionales se guían por estadísticas aportadas por el Gobierno Cubano, las cuales suelen estar desactualizadas o sesgadas”, señalaron ambas organizaciones.
En sus investigaciones, Food Monitor Program ha encontrado que el 90% de los centros educativos de enseñanza primaria en la Isla carecen de fuentes de agua potable.
En febrero pasado, Cuba descendió 30 puestos en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de las Naciones Unidas, un impacto que “hasta ahora ningún otro país ha experimentado sin haber pasado por una guerra civil o un desastre natural”, recordaron ambas organizaciones.
Las investigaciones también revelan que las composiciones en la dieta escolar consisten mayoritariamente de carbohidratos, con ausencia permanente de cereales, productos lácteos, alimentos cárnicos y pescado, frutas y verduras, llegando a servirse alimentos altamente desbalanceados en menús de “arroz y pan” y “sopa y boniato”.
Además, las dos organizaciones concluyeron que “la subalimentación” y “el hambre oculta” en Cuba están determinadas por la mayor presencia de alimentos ultraprocesados y ricos en azúcares y grasas no saludables, que son opciones más baratas y menos saludables en medio del desabastecimiento y la inflación predominante en el país.