Con cámaras de camión y válvulas de neumáticos, un ponchero de Las Tunas fabrica y repara tensiómetros para medir la presión arterial. Ante la falta de recursos y la imposibilidad de sustituir sus equipos, los hospitales de la provincia han comenzado a encargar a Arturo Batista los brazaletes y ahora valoran entregarle materiales para que produzca más.
Entrevistado por el oficialista Periódico 26, Batista recuerda la primera vez que alguien le pidió sustituir la goma de látex de un tensiómetro. “Eso fue en el 2004, y lo hice basado en mi experiencia como ponchero (…) y dio resultado, y después de tanto tiempo aquel equipo todavía funciona correctamente”, asegura.
La historia del ponchero llamó la atención en las redes sociales y algunos usuarios cuestionaron que el material destinado a las cámaras de vehículos permitiera que los instrumentos midieran la tensión con precisión. “Me preocupa en este trabajo la rigidez de las bandas usadas. Me refiero al material y su grosor, recordemos que será inflada por médicos con la mano no con una bomba de bicicleta”, alertaba un usuario en Facebook.
“También estamos dialogando con trabajadores por cuenta propia dedicados a las piezas de plástico, para garantizar las válvulas de los equipos, una pieza muy deficitaria y que serían mucho mejor que las de metal”
No obstante, previendo la reticencia de los pacientes, Alberto Charles Martínez, director del Centro Provincial de Electromedicina de Las Tunas, dijo a Periódico 26 que “las bandas hechas por Arturo cumplen con los parámetros de calidad, y ahora están gestionando la entrega de bandas de gomas más finas para que siga su labor”.
“También estamos dialogando con trabajadores por cuenta propia dedicados a las piezas de plástico, para garantizar las válvulas de los equipos, una pieza muy deficitaria y que serían mucho mejor que las de metal, y así se conformarían esfigmomanómetros más prácticos y de mayor calidad”, añadió Charles.
Lo que la prensa ha evitado mencionar a toda costa es el pago que se le entrega a Batista por cada una de las bandas que fabrica cuando, asegura el ponchero, “necesita una ayuda”, pues las confecciona con pocos recursos y pagando altos precios por las cámaras de neumáticos y las válvulas. “Si a mí se me ayuda con las ligas de cámaras de camión que son finas y las válvulas, estoy en condiciones de hacerlas de manera rápida, de acuerdo con las necesidades”, dijo.
Según el diario, “en estos momentos (Batista) ya cuenta con más de 50 hechas y utilizadas en el municipio de Las Tunas, y tiene más de 50 listas para cerrarlas, pues toda la provincia demanda esos equipos”, aseveró el medio, que explicó que Batista espera que aparezcan válvulas para empezar a completar los más de 150 tensiómetros que requiere el hospital Ernesto Che Guevara.
La prensa oficial no se pregunta por qué el Estado no invierte nada en esos equipos tan necesarios
Desde diciembre pasado el hombre ha entregado otro centenar de piezas a la Salud Pública, la mayoría destinados al policlínico Guillermo Tejas, lo que ha “ahorrado” divisas al país. La prensa oficial no se pregunta por qué el Estado no invierte nada en esos equipos tan necesarios.
El pasado septiembre una historia similar a la del ponchero se publicó en el propio Periódico 26, la del doctor Pedro Oliva, que lleva años fabricando en Las Tunas prótesis ortopédicas utilizando el plástico de cubetas y tubos de plomería. La falta de equipamiento profesional en los hospitales, que alarga las colas de ortopedia por meses e incluso años, fue la motivación del sanitario para comenzar a fabricarlas él mismo.
Durante los peores momentos de la pandemia de covid-19 en la Isla también se volvieron célebres las historias de personas que fabricaban conectores plásticos para que con un solo balón de oxígeno se pudiera asistir a más de un paciente.
La crisis de insumos, equipamiento y personal de los hospitales cubanos es cada vez más preocupante, al punto de que los propios médicos de la Isla enviados a “misiones” en países pobres de África han comenzado a mandar donaciones de jeringuillas, gasas, guantes y todo tipo de material desechable que, pese a su bajo costo, no son adquiridos con frecuencia por el Gobierno.
Las ayudas de países como Japón, España, Italia y varias organizaciones como Naciones Unidas y la Unicef, han sido también una tabla de salvación para el desamparado sistema sanitario cubano.
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