Monday, November 25, 2024
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Un camino para Cuba (I)

PUERTO PADRE, Cuba.- Un camino sólo tiene Cuba para concretarse como nación. Viene a corroborarlo la defenestración reciente del ministro de Economía y Planificación del régimen, que, habiendo producido dentro y fuera de Cuba un sinfín de opiniones, casi todas achacando el desastre económico que hoy vive la nación cubana al echado Alejandro Gil Fernández, muy bien nos muestra y alerta de nuestro alejamiento cívico y hasta de la sociedad viable.

Olvidan quienes así opinan de un ministro, o de todos ellos, que Cuba es un Estado totalitario donde todo diseño, ya sea estratégico o táctico, para acorralar al lechero o de seguridad estatal, para cavar una zanja o implementar la macroeconomía, antes de ser proyecto en el Consejo de Ministros, estar en manos del Buró Político del Partido Comunista (PCC), y pasar a la llamada Asamblea Nacional del Poder Popular para estatuirse en ley, tal plan antes pasó por el visto bueno del “máximo líder”, que así se hizo llamar Fidel Castro, como mismo pasaron ahora las nuevas “medidas económicas” por la anuencia del hoy llamado “líder histórico”, el general Raúl Castro, que no siendo formalmente jefe de nada, es jefe de todo.

Óiganme… los oficiales a los que se encargó esta combinación operativa, la de corregir la metedura de pata, esa de al estilo de los Chicago Boys tratar de introducir algo de economía de mercado, de ajuste económico en un régimen totalitario, deben estar frotándose las manos. ¡Qué bien les salió!

Quienes de forma aldeana culpan al ex ministro Alejandro Gil por ser ingeniero en vías y obras y no economista, y, por consiguiente, achacan al “Gil” la depreciación del peso cubano, la espiral inflacionaria, y porque en Cuba no hay carne, leche, huevos, frijoles o arroz, o, porque hay de todo, pero todo cuesta muy caro, olvidan, o mejor dicho, cayeron en la trampa y los hicieron olvidar que, cuando Alejandro Gil era un niño que vestía pantaloncitos cortos, los hermanos Fidel y Raúl Castro, con uniformes de campaña, botas de infantería y pistolas en la cintura, desde 1959 y hasta 1968 con la llamada “ofensiva revolucionaria”, eliminaron la propiedad privada en Cuba, y, a todos, a ricos y pobres, nos hicieron pobrísimos por igual.

Un Estado más rudo y menos productivo

La estatización castrocomunista comenzó en mayo de 1959 confiscando tierras y ganados, los llamados latifundios, por ser grandes propiedades rurales, pero también expropiaría fábricas, comercios, puertos, aeropuertos, las escuelas, los sindicatos, la radio, la televisión, y terminaría en agosto de 1968, expropiando todos los pequeños negocios que aun quedaban en manos privadas.

El Estado se hizo cada vez más grande. Más rudo. Menos productivo. Y más parásito. Así, el castrocomunismo parasitó a la URSS, para mantener a las plebes como un día lo hizo Roma, con pan y circo, que son las muchedumbres sostén del Estado totalitario, esas mismas, que hoy envejecidas, un día pidieron “paredón de fusilamiento” y otro día aplaudió las expropiaciones de hasta las pequeñas bodegas de barrios, y ahora, unos viejos y otros sus jóvenes descendientes, piden mantener la cartilla de racionamiento. Así cuando la URSS se derrumbó, Fidel Castro fue por Venezuela. Pero ya el castrocomunismo no tiene a quien parasitar y se parasita así mismo.

Pero ya son tantos los nematodos consumiendo la sociedad cubana que, urgente, necesita un revulsivo, pero no un purgante que expulse los gusanos adultos y ya. Necesitamos una segunda purga, esa que liquida tanto los nematodos adultos como los recién eclosionados. Hablemos claro. No son sólo los generales, los ministros, los comisarios del PCC, o los nuevos ricos con posibilidades de hacer más ricos a cuenta del Estado monopolista y las carencias ciudadanas, los que quieren y hacen para que el régimen castrocomunista se mantenga en el poder. No. Hay cientos, miles de desposeídos como según ellos mismos dicen, “que hicimos y luchamos por esto”, que quieren que la llamada “revolución”, se mantenga inamovible. Las destituciones están dirigidas a ellos. Son cambios en apariencias. Cortinas de humo.

Un camino para Cuba

Un camino para Cuba y para los cubanos, no importan donde hoy estén, necesariamente no puede pasar por un sultán, como lo fue Fidel Castro, o lo es su hermano Raúl hoy, y lo será cualquier otro que a cuenta del PCC, las fuerzas armadas, la policía, la economía en manos del Estado monopolista y la manipulación de las multitudes, que mantengan a la nación cubana en un “Estado sultanístico”, como llamara Max Weber a este engendro de sociedad, a caballo entre el totalitarismo y el llamado “Estado de propiedad privada”, como los nombró Juan Linz. Un camino para Cuba necesariamente tiene que pasar por la democracia.

Pero no es posible llegar a la democracia en Cuba si no retornamos a su origen. Y el último día de un gobierno democráticamente elegido en nuestro país fue el 9 de marzo de 1952. Habrá que volver a aquel momento truncado por el golpe de Estado del 10 de marzo de Fulgencio Batista y complotados. Y habrá que apartarse del camino de Fidel Castro y seguidores hasta el día de hoy. Pero si proseguimos el juego de la dictadura, que cambia ministros y mantiene el sistema, y entre nosotros decimos, “¡oh, bien cambiado, pero hay que sacar a más!”, seguimos en el mismo camino del castrocomunismo y no en el camino de Cuba. De cómo seguir esa ruta en transición de forma pacífica, esteremos apuntando en el próximo artículo.

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