LA HABANA, Cuba. – Por estos días hemos arribado al 30 aniversario de la constitución de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), surgidas en la etapa más álgida del llamado Período Especial, en un intento por revertir los malos resultados de la calamitosa agricultura cubana.
Cuando a la cúpula castrista del poder se le presentó la alternativa entre privatizar o cooperativizar en aras de transformar o disminuir la omnímoda presencia estatal en la agricultura, no hubo dudas acerca del camino a escoger. Ellos, que siempre han sido enemigos acérrimos de las privatizaciones, optaron rápidamente por las cooperativas.
En ese contexto numerosas granjas estatales se convirtieron en cooperativas, las conocidas como UBPC. La tierra seguía siendo propiedad estatal, mientras que la gestión productiva correspondía a los exobreros agrícolas, ahora convertidos en asociados de las UBPC.
Casi existe consenso en el sentido de que las UBPC nacieron viciadas al violarse dos requisitos básicos para cualquier tipo de cooperativa. En primer término el requisito de voluntariedad. Porque los exobreros agrícolas no tuvieron opciones: se integraban a las UBPC o perdían el empleo. De esa forma las flamantes cooperativas contaban con muchos asociados sin la motivación necesaria para acometer el nuevo empeño productivo.
Por otra parte, las UBPC surgían casi sin autonomía. Se les asociaba a determinada empresa estatal, la que fijaba el destino social de sus producciones, gestionaba en muchos casos la compra de sus insumos y materias primas, así como también las relaciones con sus clientes. En verdad las UBPC, más que auténticas cooperativas, eran en la práctica dependencias estatales con cierto camuflaje cooperativo.
Así las cosas, muy pronto afloraron las deficiencias asociadas a este tipo de entidades. Antes de cumplirse las dos décadas de su nacimiento, muchas UBPC tenían deudas financieras casi insalvables y resultaban improductivas. Ante tal estado de cosas, algunas habían optado por su disolución. Si en 1994 había en el país 2.519 UBPC, en el año 2012 la cifra había bajado hasta 1.989.
En el año 2011 se dictaron 17 medidas con el objetivo de revitalizar la labor de las alicaídas UBPC. La mayoría de esas medidas se relacionaban con la situación financiera de esas entidades. Se conmutaron o aligeraron las deudas que las UBPC mantenían con el sistema bancario y otras instituciones de la economía. Sin embargo, muy poco pudo ―o quiso― hacerse para aumentar la autonomía de las UBPC. Muchos de sus asociados, al no sentirse como verdaderos cooperativistas, perdían el sentido de pertenencia y emigraban hacia otros sectores de la economía.
Cifras aportadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) dan cuenta del decrecimiento experimentado en el número de UBPC durante los últimos años. En el 2016 había en el país 1.593 UBPC, y al año siguiente eran 1.563. Para el 2018 la cifra ascendía a 1.529, y en el 2019 eran 1.519. Al cierre del 2020 las UBPC en el país llegaban a 1.513, para tocar fondo en el 2021 con solo 1.459.
Pero ahí no queda todo. Nuevos entresijos tomados por la economía cubana, en este caso la bancarización, les complican la vida a los asociados de las UBPC, aun en los casos en que sus entidades hayan sido eficientes.
Una información aparecida en el semanario Trabajadores refleja el calvario de un asociado a una de las pocas UBPC eficientes que quedan en el país. El protagonista de la nota posee una tarjeta con un saldo de 100.000 pesos debido a la obtención de estimulaciones y utilidades. Pero no ha podido extraer ni un centavo a causa de no contar el banco con suficiente dinero en efectivo. Y concluye preguntando el abrumado asociado: “¿Acaso podré dejar durante varias jornadas las atenciones a la caña para hacer la cola porque solo se autoriza la extracción de 5.000 pesos diariamente en la agencia bancaria?”.
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