LAS TUNAS, Cuba. — “¿Cómo el régimen comunista de Cuba ha conseguido penetrar una gran potencia como lo es Estados Unidos y sus encumbrados sistemas de seguridad nacional, diplomático, legislativo, de medios de comunicación, universidades y en vastos tejidos sociales?”, pregunté en la segunda parte de este artículo, señalando luego: “La respuesta a esa interrogante habría que buscarla en las mismas libertades civiles de la sociedad estadounidense que el castrocomunismo niega a la nación cubana”.
Para dar veracidad periodística a esa afirmación, contrastémosla con lo dicho en 1954 por el escritor, periodista, editor, excomunista y excorreo de una red de espías estadounidenses al servicio de la Unión Soviética, Whittaker Chambers, cuando, respondiendo, en la revista Look a la pregunta “¿no puede cualquiera advertir que el comunismo ruso es más un infierno que un cielo?”, dijo: “En primer lugar, el comunista de fuera de Rusia pondrá en duda que los informes referentes a la Unión Soviética sean veraces. Luego, aun aceptando esas referencias como ciertas en parte, dirá que las atrocidades son un mal necesario en la actual fase histórica. Luego argüirá que el comunismo instaurado en Rusia no es todavía el comunismo auténtico, sino sólo un paso en la marcha hacia el comunismo. Y agregará que ese estado de cosas mejorará”.
Si a esa respuesta los lectores cambian las palabras “Rusia” o “Unión Soviética” sustituyéndolas por Cuba no se necesita ser sociólogo ni adivino para observar que los comunistas cubanos o extranjeros que realizan labores de influencia para el castrocomunismo, dirán esos mismos sofismas para justificar por qué el comunismo cubano es “más un infierno que un cielo”, claro, añadiendo la consabida monserga del “criminal bloqueo yanqui a la Isla”. Raro “bloqueo” ese que mantiene en la miseria al pueblo cubano mientras la clase dirigente vive cuales millonarios, pero en esa división de clases y refiriéndose a Cuba, no repararan los topos o candidatos a topos seleccionados en Estados Unidos, ocupados como están en la construcción de “un mundo mejor”.
Así hemos visto a ciudadanos estadounidenses, entusiastas y orgullosos de su encargo, haciendo labor de espionaje para la dictadura castrocomunista u otras, sabiendo, como bien saben, que ese servicio, primero que todo, es un acto de traición para con su patria, sea por nacimiento o adoptiva, como también saben que constituye moralmente un ejercicio de mentiras continuadas, conducida por una doble vida, la real y la simulada mediante la leyenda creada por sus empleadores, por lo que es preciso preguntar: ¿Por qué lo hacen? ¿Son traidores innatos o es que talando secuoyas del bosque nativo creen reconstruir la flora de la nación estadounidense con margullos en los arbustos ornamentales del comunismo? ¿Es que acaso son traidores por egolatría, por escalar cúspides, por ganar dinero o traicionan comprometidos por viejas taras?
Llevados por todas esas y muchas más razones, por sí solas o en conjunción, puede hacer que una persona parezca lo que no es y, en consecuencia actúe, para una dictadura en una sociedad que es abierta, plural. En Estados Unidos, los planes estratégicos cambian con cada nueva administración y, particularmente, el cambio de enfoque estratégico mucho tiene que ver con el carácter de cada nuevo presidente. Y eso ocurre cada cuatro años, incluso con un presidente reelecto, porque puede que en el segundo mandato se comporte más “liberal”, como hizo Barack Obama, mientras que los países totalitarios o las dictaduras enmascaradas en democracias aparentes, tienen estrategias a largo plazo y siempre con el mismo enfoque: conseguir la destrucción de Estados Unidos como nación democrática y potencia económica y militar mundial.
Y es en la enseñanza superior, en las universidades, en las profesiones llamadas liberales, en las ciencias de la comunicación social y las ciencias jurídicas, por sólo citar algunos de los muchísimos ejemplos posibles, donde los enemigos de los Estados Unidos encuentran un terreno fértil de forma natural unas veces y otras abonado mediante influencias, para realizar primero labores de acercamientos y luego de reclutamientos, pues es allí, y desde posiciones académicas, donde la democracia recibe más críticas que elogios por una sencillísima razón: el estudiante universitario estadounidense no tiene en todo el mundo un sitio que le sirva de símil, tal es su aventajada posición, pero añora más, quiere más libertades, más derechos civiles, y es por esa fisura, honesta, digo yo, porque honesta es la búsqueda de más derechos y libertades, es por donde, de forma hipócrita, se introducen los servicios secretos de regímenes totalitarios para reclutar colaboradores extraídos de la democracia, a través de apologías comunistas que pueden estar muy bien desarrolladas en la literatura marxista-leninista, pero de exiguas, cojas o nulas realizaciones prácticas.
Así, para realizar reclutamientos de agentes por base ideológica, los oficiales operativos con fachadas de diplomáticos, periodistas, académicos, intelectuales u otras coberturas, evalúan al candidato centrándose en su credo, político, ideológico, religioso, así como aficiones y gustos, en especial en el ámbito cultural, donde el apego por determinada literatura o arte ya en sí enmarca un signo, un ideal, para lo cual deberá conocerse de sus opiniones, relaciones íntimas, de personas afines, opiniones, currículo, resultados en la profesión u oficio y en especial, una muy detallada caracterización psicológica, y no sólo desde los puntos de vista de la psicología clásica y clínica, sino específicamente, de la psicología operativa.
En el caso de reclutamientos por interés material o personal, en los que, básicamente, se trata de reclutar a una persona de la que se sabe poseedora de información de interés operativo, o que por encontrarse en una posición ventajosa, puede acceder a ella, o que dado su talento ya se vaticina que alcanzará altos puestos políticos, académicos o de gobierno, el estudio y comprobación estará dirigido a verificar las necesidades económicas (de una casa, un negocio, deudas u otras), o los proyectos económicos sin financiación de esta persona, o también, puede que esos intereses sean mixtos (económicos y de reconocimiento social, político, cultural u otros), por lo que el órgano reclutador primero que todo buscará acrecentar vanidades o justas aspiraciones, para llegado el momento y a cambio de información, satisfacer esos intereses del reclutado mediante dinero, ejercicio de influencias, o ambos para conseguir las aspiraciones de esa persona.
Ya sea por ideología, por intereses de las personas o por comprometimiento, en un quehacer encubierto que se remonta a tiempos bíblicos, el espionaje tiene una misión muy concreta: conocer las debilidades del adversario, y así lo vemos en Génesis 42.9, cuando José dice: “Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido”. Luego, tengamos presente que mientras existan adversarios por derrotar siempre tendremos espías por descubrir.
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