Sunday, September 22, 2024
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“Si el salario no alcanza, la pensión menos”: el drama de una anciana que vende cigarros para sobrevivir

MIAMI, Estados Unidos. — “Con los salarios no hay quien viva. Trabajo en una empresa estatal que me pagan 2.600 pesos mensuales y no me alcanzan ni para los gastos de una semana”, dice Heriberta Herrera Leyva.

Es la dura realidad que sufren la mayoría de los cubanos que intentan sortear la crisis con labores alternativas en el mercado informal. “Cuando descanso salgo a la calle y vendo cajas de cigarros y confituras”, comenta la señora.

Para llevar adelante su negocio, Herrera Leyva camina varios kilómetros “bajo un fuerte sol y un insoportable calor”.

Pero su mayor limitante es padecer de la gota, una enfermedad causada por el exceso de ácido úrico en la sangre, caracterizada por un dolor intenso e inflamación de algunas articulaciones. “A veces me dan crisis pero así trabajo. La gota ataca los cartílagos y no es fácil caminar”, se lamenta.

El esfuerzo de la señora no se ha correspondido con los resultados. Desde hace varios meses su pequeño negocio rinde menos “Yo camino y camino y vendo muy poco. Casi son las siete de la noche y hoy solo he vendido dos cajas de cigarro Criollo (marca) y dos de H. Upmann. Antes en los bares yo vendía bastante, pero la venta ha ido disminuyendo. Hay menos clientes y poco dinero para comprar. Yo trato de vender la mayor cantidad posible en la primera quincena porque sé que en los últimos días del mes las ventas siempre bajan. El poco dinero que tiene la gente lo gasta en comida”, dice.

Para la familia de Herrera Leyva los últimos días del mes son los más críticos: a la crisis del negocio se suman la agudización de la escasez de alimentos y el aumento de los precios de los productos básicos. “Hoy en mi casa no amaneció nada de nada para comer, ni tan siquiera un grano de arroz”, señala.

Emprender un negocio en su hogar que le brinde mejores resultados y confort es su anhelada ilusión. Pero este sueño largamente deseado choca con una triste realidad: su capital nunca ha sido suficiente para invertirlo en un negocio más próspero y gratificante. “Siempre he querido hacer un punto de venta en mi casa con varios productos incluyendo alimentos y así no camino tanto y al mismo tiempo tengo más ganancia y mejoría para mi vida y la de mi familia”.

Con ese fin Heriberta ha intentado ahorrar, pero las bajas ventas de su informal emprendimiento actual unido a los necesarios gastos hogareños “matan” sus sueños.

“Limito mis gastos al máximo y el dinerito que logro ahorrar con mucho esfuerzo para ampliar el negocio después lo tengo que gastar para comprar comida. Es imposible guardar dinero para invertir porque los precios de los alimentos suben. Estamos trabajando solo para comer malamente”.

La mujer ejemplifica con el drama cotidiano que la golpea. “Dos libras de carne de cerdo al corte cuestan 900 pesos y dos libras de carne no son nada, es más hueso que carne. Y el pollo, ni se diga. Mi hermano vino a visitarme y me daba pena no brindarle nada. Compré dos libras de pollo que me costaron 1.600 pesos. Y ahorrándolas al máximo las dos libras rindieron solo para dos comidas. Esto no hay quien lo aguante”.

Heriberta Herrera Leyva (Foto: CubaNet)

La jornada está por concluir y en todo el día Heriberta ha vendido solo tres cajetillas de cigarros con una ganancia de diez pesos por cada una, una cifra insuficiente para comprar alimentos.“Mi hijo trabaja como bicitaxi y le mandé un recado por si hizo algo de dinero que comprara unos plátanos para por lo menos hacer un fufú y ya. Si él no tiene dinero entonces hoy no comeremos. Esto no es fácil, esto no hay quien lo aguante”.

La situación económica de Heriberta la hace pensar en las familias donde hay niños chiquitos. “Yo no sé qué hacen los padres con tres o cuatros hijos. ¿Cómo podrán mantenerlos y mandarlos para la escuela con la merienda?”, se pregunta.

La señora ha perdido las esperanzas de una mejoría futura. “La situación en vez de mejorar cada día empeora y nadie dice nada, y nadie dice vamos a arreglar las cosas, vamos a ponerles un tope a los precios”.

Con más de 40 años de trabajo y 65 años de vida Heriberta está en edad de jubilación, pero la difícil situación que atraviesa le impide acogerse a un merecido descanso. “Si el salario no alcanza, la pensión mucho menos. No puedo jubilarme porque empeora mi situación”, finaliza.

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