Sunday, September 22, 2024
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“Se me murió mi viejo”: las batallas de la viuda Loreta

AREQUIPA, Perú – “Se me murió mi viejo”, cuenta Loreta Venciano Falcón con semblante afligido. Camina por las calles de La Habana empujando a su nieto Alain en una silla de ruedas. A pesar de su avanzada edad, la anciana sale a “luchar” para poder sobrevivir.

La grave crisis económica existente en Cuba afecta más drásticamente a las personas de la tercera edad. La vida diaria se agrava con la escasez generalizada, tanto de medicamentos como alimentos. La Isla es un lugar hostil para los adultos mayores, bien lo sabe Loreta.

Por un momento, se detiene a conversar con CubaNet y explica que hace cinco meses es viuda, luego que su esposo falleciera de un infarto. Se desahoga, comparte su historia, que es casi la de una generación. El reflejo de un país.

“Estoy sola con él (Alain) y mi nieta. Hay veces que vengo a luchar algo para poder sostener la comida porque está muy cara. Todo está muy caro”, explica.

Loreta es responsable del alimento diario de tres personas, ella incluida. Reconoce que es una tarea en extremo complicada en el contexto actual. Hace poco recibió un aumento de pensión por parte del Estado, pero apenas y representa una gota de agua en el árido desierto de la inflación y los precios exorbitantes.

“A mi me subieron el salario por la muerte de mi esposo. Así y todo, eso no alcanza. Son 3.000 pesos, y 1.500 él”, dice señalando a su nieto discapacitado. “Son 4.500. Eso no alcanza para comer el mes entero comprando a sobreprecio”.

Loreta entonces comparte sus cuentas personales. Las matemáticas detrás del costo de vida en la capital que, a su vez, son una asignatura familiar para la mayoría de cubanos en la Isla.

“Solamente un picadillo que compré el otro día me costó seis con 30. ¡630 pesos! Bueno hice la mitad, y hoy voy a hacer la otra mitad”, dice entre la incredulidad y la angustia.

La capacidad de una vida de trabajo para una anciana jubilada se agota en poco más de una frase. En escuetas palabras, Loreta compró dos paqueticos de arroz, fueron 1.100 pesos. “Todo se te va en dos comidas o tres”, concluye.

Vive en calle Ánimas, en Casa Blanca, muy cerca de una loma. Hace alrededor de una semana, alguien penetró en su vivienda y se llevó la “cajita” receptora de la televisión. Desde entonces Alain “está sufriendo mucho, llorando”. Está intranquilo, y por su condición física y mental le dan ataques y exabruptos.

“Mi casa no tenía el candado bueno y entraron”, comenta Loreta. Sabe que un nuevo equipo costaría como 19.000 pesos o 50 dólares, como también sabe que comprarlo está fuera de sus posibilidades.

De todas sus penas, y de poder contar con alguna ayuda, esa sería su prioridad. Ahora su pantalla es “llovizna nada más”, porque la susodicha loma no deja entrar ninguna señal.

El pasado año, la población cubana mantuvo la tendencia al envejecimiento y al decrecimiento natural. Este 2024, los datos demográficos no apuntan a mejorías. Los nacimientos en la Isla han resultado en la cifra más baja de las últimas seis décadas. La calidad de vida, una utopía. Con manos temblorosas, Loreta se aleja empujando la silla.

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