Monday, November 25, 2024
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Regis Iglesias, un patriota sin alardes

LA HABANA, Cuba. — Regis Iglesias Ramírez, con el cabello por debajo de los hombros, tiene pinta de rockero. Y lo es: pocos disfrutan tanto como él la música de los Rolling Stones. Pero más allá de su afición al rock, su estampa desenfadada y su afabilidad, es un patriota apasionado que ha dedicado más de 35 de sus 54 años a la lucha por la libertad de Cuba.

Cuando tenía 19 años, se unió al Movimiento Cristiano Liberación (MCL), del que llegó a ser su portavoz, gestor del Proyecto Varela y uno de los principales colaboradores de Oswaldo Payá. Es icónica la foto donde aparece, en 2002, junto a Payá y Tony Díaz, entregando en la Asamblea Nacional los cajones con las 11.000 firmas recogidas para el Proyecto Varela. Encarcelado durante la ola represiva de la primavera de 2003, pasó más de siete años en prisión. En 2010 fue desterrado a España. Actualmente reside en Estados Unidos.

CubaNet: ¿Cómo te iniciaste en la oposición?

Regis Iglesias: Fue fundamental, en la adolescencia, coincidir con un grupo de buenos amigos que aún conservo con los que compartía gustos estéticos y musicales. Esas preferencias, alejadas de lo que se pretendía imponer por la fuerza, reafirmaron nuestro individualismo ante el adoctrinamiento colectivista, formó nuestro carácter rebelde y contestatario, pero sin una verdadera conciencia política. Rechazábamos lo político, viniera de donde viniera. Nos negábamos asimilar el adoctrinamiento comunista y nos parecía sospechoso cualquier otro tipo de propaganda política hasta que comprendimos que la vida no era intentar aislarte más escuchando música y viviendo de manera anárquica. Nos parecía que el anarquismo como respuesta de los jóvenes occidentales en las sociedades libres era, de cierta manera, estúpido, por sus orígenes en la izquierda antisistema.

A pesar de nuestra apatía por la política, en nuestra evasión, si algo teníamos claro, era que el comunismo es un fracaso. Una sociedad alienante que prefería mantener a la juventud enajenada con su propaganda, a quienes le seguían y a quienes no comprábamos su discurso. Muchos encontramos una puerta real a la verdad, la vida y la libertad en la Parroquia Santa Clara de Asís, en Lawton, con aquellos buenos frailes que nos acogieron sin preguntar ni pedirnos nada a cambio, dejándonos entrar a escuchar un poco de la música por la que éramos perseguidos. Aprovechamos aquella oportunidad de crecimiento. Fue el momento en que dejamos de ser un rebaño. Pero incorporarse al movimiento opositor contra la dictadura es un paso muy serio. En mi caso, tuve que renunciar a muchas cosas, incluso a mi vida privada en gran medida. Primero, debes soltar todos los lastres que te impiden la entrega.

Mis referencias fueron las mejores. Ya estábamos preparados, porque en aquella época en la parroquia Santa Clara, de Lawton, conocimos a Dagoberto Capote, entonces portavoz del MCL. Éramos un grupo de jóvenes que poco a poco aprendíamos de los frailes franciscanos Miguel Ángel Loredo, Domuois, Chasco, Rafael, Alberto y Rumin (estos dos últimos más cercanos generacionalmente con nosotros) a entender la verdadera magnitud de nuestro rol como humanos y a comprometernos con los  valores cristianos y su esencia. Por eso, a finales de 1988, cuando conocimos a Dagoberto primero y luego a Oswaldo Payá, Ramón Antúnez, Santiago Cárdenas y Fernando Acevedo, los fundadores del MCL, y hablamos con ellos, el paso liberador generó el sentido de solidaridad con nuestro prójimo, con el pueblo cubano que sufría la tiranía.

CN: Cuéntanos de los primeros tiempos del MCL.

RI: Primero nos reuníamos en las iglesias, en los parques, en casas. Aquel primer grupo de jóvenes, entre los que estábamos Ernesto Martini, Félix Rojas y yo, fuimos bautizados por Dagoberto como “los Kamikazes”. Teníamos la responsabilidad de distribuir en iglesias, embajadas y agencias de prensa internacionales cada documento o declaración que el Movimiento hacía pública. Pronto se organizaron los Equipos Base del MCL y el grupo de jóvenes, integrado fundamentalmente por muchachos de la parroquia y otros que no lo eran, pero casi todos rockeros que habían sido víctimas de la represión, me eligieron como su representante. No fue sencillo disciplinarnos, pues también de vez en cuando desobedecíamos los consejos de Dagoberto y Oswaldo, que intentaban protegernos y no exponernos demasiado.

Por ejemplo, al ser liberado Mario Chanes, estuvo parando en casa de otro ex preso político plantado que con los años se hizo muy querido y cercano a nosotros, Julio Ruiz Pitaluga. Dagoberto nos pidió no nos acercáramos por su casa, pues había un fuerte operativo de seguimiento a Chanes y Pitaluga por parte de la policía política y se ensañaría en nosotros. Dagoberto tenía razón, pero al final fuimos a saludar y conocer a aquellos dos  símbolos de la resistencia. En otra ocasión, Félix Rojas y yo aprovechamos la confusión al final de un concierto en un parque del Vedado donde se dedicó un hipócrita homenaje a John Lennon para gritar por los micrófonos, ante la sorpresa de los presentes: ¡Abajo Fidel, Libertad para los presos políticos y Viva el MCL! Lo de poner carteles, igual.  Al final, comprendimos que estábamos arriesgándonos en vano y que nuestra temeridad era estéril. No se madura de un día para otro, es un proceso.

En 1996, luego de la salida del país de Dagoberto Capote en 1994, el Consejo Coordinador del MCL  y Oswaldo, como su Coordinador Nacional, me eligieron como portavoz del Movimiento. Me pidieron que me cortara un poco el cabello, pero no hice mucho caso en ese momento. Me había cortado el cabello ya en 1990 cuando se inició la campaña de recogida de firmas para el Diálogo Nacional porque comprendí que tan jóvenes y con aquella pinta solo podíamos colectar firmas entre los rockeros. Finalmente, con el cabello más corto, pudimos expandirnos y llegar a personas de diferentes generaciones y condición social.

CN: ¿Cómo se gestó el Proyecto Varela?

RI: En 1998 salió a la luz el Proyecto Varela. Oswaldo lo había escrito en casa de Tony Díaz, luego de un proceso de consultas dentro del Movimiento y varios años de campañas  similares. Luego, el Proyecto fue asumido por las organizaciones presentes en Todos Unidos, pero la incoherencia de algunos de sus miembros y los intentos de sabotear la campaña con firmas falsas nos decantaron por la fundación de Comités Ciudadanos, integrados por opositores públicos miembros de organizaciones sindicales, colegios, agencias de prensa, grupos de derechos humanos y ciudadanos que, luego de firmar la petición de referendo, se incorporaron a la recolección y verificación de las firmas, además de ser referencia en sus municipios, 122 de los 187 que tiene el país. El régimen le cogió miedo a aquello y eso determinó la ola represiva de 2003.

CN: Más de veinte años después, ¿cómo valoras el Proyecto Varela? ¿Harías algo distinto?

RI: Nada. El Proyecto Varela ha sido la campaña cívica mejor pensada y ejecutada en los 65 años de la tiranía, y no por el reconocimiento internacional que generó, sino porque logró demostrar que la oposición podía ser una fuerza capaz de retar al régimen, pese a la abrumadora desventaja con la que teníamos que lidiar: las provocaciones, los intentos de sabotear la campaña por parte de la policía política, la desinformación malintencionada o ignorante, en medio de un ambiente represivo que intentaba cercanos desde todos los extremos, los escasos recursos, pero bien empleados para ayudar a sacar adelante una iniciativa que por primera vez puso en manos del pueblo el protagonismo y la demanda de cambios y libertad. Éramos un equipo de opositores organizados o ciudadanos sin filiación política que, coherentemente, nos comprometimos en aquel proyecto del que estaré orgulloso siempre. Personas sencillas, que no simples, formadores de conciencia sin ser ni elitistas ni iluminados, pero con el compromiso y el sueño de ver renacer nuestra patria del letargo de miseria material, cultural y espiritual a la que la chusma gansteril que aún nos oprime la ha llevado. Fue la verdadera Primavera de Cuba, pese a que nos han intentado escamotear todo aquello, a pesar de todo lo que generó y que aún no termina. Ninguno de los derechos que se demandan en el Proyecto Varela se han alcanzado, e inexorablemente, hasta alcanzarlos, la demanda estará vigente.

El régimen tuvo que violar incluso sus draconianas leyes para poder desatar la represión en 2003 y tuvo que mantener su esencia criminal para intentar liquidar no la petición constitucional, sino los Comité Ciudadanos que ya habíamos conformado en más de 120 municipios. Por eso la escalada represiva desproporcionada contra sus gestores cuando no pudieron por otros métodos más sutiles, pero igual de sucios. Si hubiera sabido que la represión vendría tan pronto, en 2003 hubiera intentado hacer más antes de que ocurriera, para tener Comités Ciudadanos en toda la Isla, y hubiera denunciado con más energía a cada saboteador o traidor que, desde una supuesta identidad disidente, nos entregó firmas falsas para hacer fracasar el intento del pueblo por rescatar su soberanía.

CN: ¿Qué significó Paya para ti?

RI: Fue, y no solo para mí, amigo, hermano y padre. El más grande cubano del siglo XX. Era un maestro paciente, sincero, un padre protector. Como líder, el de mayor visión, valor, serenidad  y coherencia. Solo alguien con esas características podía ganarnos a un grupo tan díscolo, independiente y rebelde de jóvenes como nosotros. Nos demostró, en todas esas décadas junto a él, e incluyo no solo el tiempo que pudimos compartir día a día durante muchos años su lucha, también los años de prisión y exilio, hasta que lo asesinaron, su entereza, generosidad, su acompañamiento y su cariño a toda prueba. Yo le decía Bapú, como llamaban los hindúes a Gandhi, el padre del pueblo. Los criminales que asesinaron a Oswaldo no solo nos privaron de él, con todo lo que representa para nosotros, sino que privaron a Cuba del mejor de sus hijos. Una orfandad comparable a la de los cubanos luego de la muerte de Martí. La libertad llegará y una nueva República emergerá, pero no será igual sin Oswaldo Paya.

CN: ¿Cómo afrontaste la prisión?

RI: Mis siete años y medio en prisión fueron más llevaderos gracias a las enseñanzas de Oswaldo, a su respaldo y al de muchas otras personas, familiares y amigos. Siempre sabía que Oswaldo estaba ahí para mi familia, mis hijas, para mí y para todos mis compañeros de presidio, fueran o no miembros del MCL o gestores del Proyecto Varela.

CN: ¿Qué han representado para ti trece años de exilio?

RI: Desde que asesinaron a Oswaldo Payá y Harold Cepero he intentado regresar a Cuba. Mi caso lo plantearon durante sus visitas a Cuba dos ministros de exteriores españoles, lo ha demandado la Internacional Democrática Cristiana y la Organización Demócrata Cristiana de América, también en el Senado de España. Con el Cardenal Jaime Ortega se planteó el tema, pues él fue fundamental en la gestión de nuestra salida de prisión al destierro. Hasta hoy, la tiranía sigue sin reconocer el derecho de todos los cubanos a regresar a su país. El exilio es el peor castigo para cualquier persona. Yo me negué la primera vez que Monseñor Ortega me llamó a prisión para proponérmelo, pero mis hijas  me rogaron que aceptara y terminé complaciéndolas, pues no solo habían sido aquellos años de prisión, sino que desde niñas habían vivido con el estigma de un padre opositor y no podía continuar pidiéndoles mantener las expectativas de un cambio en breve.

CN: A ti que la dictadura te impide venir a Cuba, ¿qué piensas de la reciente Conferencia La Nación y la Emigración?

RI: Ni es conferencia ni se trata de la emigración, es  simplemente un monólogo, un teatro donde el régimen intenta timar a la opinión pública para ganar tiempo mientras mantiene a los cubanos sin derechos. Los pocos que se han sumado a esta farsa no representan el sentir o los intereses de la inmensa mayoría de las víctimas del castrismo. Han sido acogidos en países donde han prosperado, porque en su propio país no se les permitía hacerlo. En específico, los residentes en Estados Unidos viven aquí porque han declarado ser perseguidos políticos o cuando menos aplicado bajo el merecido privilegio de la Ley de Ajuste Cubano, diseñada para dar cabida a nuestros compatriotas por ser víctimas directas o indirectas de una tiranía. Muchos de los participantes en esa conferencia no son ni exiliados ni emigrados, sino enviados del régimen como quintacolumnistas a las democracias que les han abierto las puertas. Es lo mismo que hacen China y los radicales islamistas que poco a poco van copando Occidente con incontroladas olas migratorias. Es más del cambio-fraude que describió Oswaldo Payá hace años y que hemos denunciado. No es que los cubanos podamos regresar a nuestro país, lo que no es un derecho reconocido y cuando se aplica es solo por conveniencia para el régimen, es que los cubanos no tengamos que abandonar nuestro país ni podamos ser desterrados por razones políticas. No hay un diálogo real del régimen con los emigrados y tampoco con el pueblo cubano, y por eso, toda esa mascarada es parte del cambio-fraude.

CN: ¿Cómo ves el futuro de Cuba?

RI: Cuba está preparada para el cambio. Durante 65 años el país ha estado sumido en la miseria y la soberanía popular secuestrada por los que tomaron el poder en 1959. Es una situación muy crítica, desesperada, y no solo por la falta de derechos y la miseria en que el grupo de poder mantiene al pueblo. La casta en el poder es cada vez más rica mientras la gran mayoría de los cubanos es cada día más pobre. La confusión en que pretenden mantener a la sociedad es asfixiante. Pero el daño antropológico que se ha hecho a los cubanos es peor aún. Está desvalorada la decencia y se identifica como cubanía la vulgaridad. Han reducido la cultura a lo cutre. Esto es así en todos los ámbitos de la sociedad. No podemos esperar al futuro: desde ya tenemos que rescatar la cultura, trabajar en la difusión de los mejores pensadores cubanos, aquellos que eran referencia para nosotros porque su solidez moral e intelectual forjó nuestra nación. Puede que el cubano, en esta época de Internet, pese a las limitaciones, tenga acceso a un poco más de información, pero veo que en algunos la capacidad de discernir es nula. Lo peligroso de esto es que por no discernir, acabamos  favoreciendo, hace 65 años, a un vulgar pandillero y sus matones. Pero repito, Cuba está preparada para el cambio, lo ha estado desde  hace mucho tiempo. Solo por la fuerza han logrado retardar el día feliz de la libertad. El pueblo sabe lo  que quiere y no lo podrán engañar nuevamente. A pesar de todo lo negativo, aún hay reservas morales y valores que no ha podido la dictadura destruir en el alma de los cubanos. Nunca fue más oscuro que antes del amanecer, y nosotros estamos en ese momento. Cuba renacerá de sus cenizas, el pueblo protagonizará el cambio y la liberación y juntos reconstituiremos la Patria.

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