En una Cuba libre, la voz de Lincoln habría tenido mucho peso. Quizás este sea el lado más triste de su partida. Lincoln, como es el caso de toda la familia Díaz-Balart, vivió y respiró constantemente Cuba y su lucha por ser libre.
Cuba está de luto. Esta se ha convertido en una realidad demasiado familiar, ya que muchos de sus hijos e hijas fallecen sin ver una Cuba libre. En esta ocasión, el motivo del duelo es la muerte del excongresista de Florida Lincoln Díaz-Balart. A los 70 años de edad y en plena capacidad intelectual, el fallecimiento de esta figura emblemática dejará un vacío para siempre en la política cubana. Sus 24 años en el servicio público electo, en particular 18 de esos años representando a los distritos de Miami en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, dejaron un legado fundamental.
Conocido por su brillante pensamiento y elocuencia, Lincoln, como se le conocía más comúnmente en Miami, se inspiró en su padre, Rafael Díaz-Balart, posiblemente uno de los miembros más elocuentes y cultos de la República de Cuba. La búsqueda de Cuba de la libertad y la democracia y la forma en que Estados Unidos ha respondido posiblemente no pueden señalar a una sola persona que haya tenido mayor influencia en trazar su curso. Convencido, con razón, de que privar de fondos al régimen castrocomunista es significativo para reprimir su capacidad de represión y mantenerse en el poder, ideó la codificación en ley del embargo estadounidense contra la dictadura marxista-leninista de la isla.
La Ley de Libertad y Solidaridad Democrática Cubana, también conocida como Ley Helms-Burton, rescató el embargo estadounidense contra la tiranía comunista de los caprichos y la ambivalencia del poder ejecutivo. Gracias al diseño calculado de Lincoln de la Ley Helms-Burton, la capacidad del castrismo para disfrazar su «tráfico» (un componente clave de la brillante construcción jurídica de la ley de Díaz-Balart) de propiedad robada se topó con un cortafuegos. La ley que finalmente firmó Bill Clinton el 12 de marzo de 1996 fue una elaboración de Lincoln. Los inversores extranjeros siguen siendo cautelosos a la hora de asociarse con el comunismo cubano e invertir en activos que fueron saqueados por la dictadura marxista de Cuba gracias a esa ley.
La defensa de los derechos humanos por parte de Lincoln no era solo cosa de cubanos. No había un lugar en el mundo donde el gobierno no democrático no encontrara un adversario. Los regímenes y movimientos socialistas de América Latina fueron especialmente atacados y desafiados por Lincoln. Los aliados demócratas encontraron en el experimentado e influyente congresista un amigo incondicional. Las personas que huyen de la opresión nunca olvidarán a este emblemático legislador cubano americano que hizo suya su causa.
En una Cuba libre, la voz de Lincoln habría tenido mucho peso. Quizás este sea el lado más triste de su partida. Lincoln, como es el caso de toda la familia Díaz-Balart, vivió y respiró constantemente Cuba y su lucha por ser libre. La democracia llegará a Cuba algún día. Con suerte, más temprano que tarde. Cuando llegue ese momento, el nombre de Lincoln Díaz-Balart será esbozado en la pared de los patriotas que hicieron todo lo que estaba a su alcance para ayudar a lograr esa libertad. En el caso de Lincoln, su previsión ayudó a dar forma a ese rumbo.