Saturday, November 23, 2024
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Raquel Revuelta: el teatro cubano tiene nombre rostro y de mujer

Ciudad de México, México.- Hija de Silvia Planas y de Vicente Revuelta, Raquel, al igual que su hermano Vicente tenía en venas la actuación. Ambos se formaron en el seno de un hogar humilde y devoto de las artes, sobre todo del teatro.

Siendo apenas una adolescente, Raquel triunfó en la “Corte Suprema del Arte” y en “La Escala de la Fama”, espacios dedicados a la búsqueda de nuevos valores en el arte. Luego con menos de 20 años se sumó al Teatro Popular, institución dirigida por el director Paco Alfonso. A lo largo de esa década siguió consolidándose como una de las principales actrices de las tablas cubanas y encarnó protagónicos en decenas de obras como “El despertar de nuestra muerte”, de Henrik Ibsen; “Juana de Lorena”, de Maxwell Anderson; “Teresa”; entre otras.

Junto a estas obras llegaron también los reconocimientos para Raquel, quien ganó cuánto quiso.

En 1947 obtuvo el Premio “Talía” a la mejor actuación femenina por su desempeño en la obra “Nada menos que todo un hombre”. Tal lauro lo repitió en 1952. En ese año mereció también el Premio de la Unión de la Crónica Tele Radial Diaria (UCTRD) y el Premio de los periódicos Avance e Información

Los galardones para ella no cesaron, y en 1954 recibió el Trofeo Antillana, de los Redactores Cinematográficos y Teatrales, por películas filmadas en Cuba y México; el Gran Premio Avellaneda le fue concedido por los Críticos Asociados de Radio y TV como “la Actriz Más Valiosa del Año”.

En 1958, creó junto a su hermano Vicente y otros seis artistas, el grupo Teatro Estudio, agrupación paradigmática de la escena cubana de la cual fue directora general durante 36 años.

Así Raquel Revuelta Planas se consagró como figura emblemática de las artes escénicas del siglo XX en la Isla. Era la más sobresaliente, sin dudas. Pero su excepcionalidad no quedó solo en las tablas.

Su filmografía comenzó en 1950 con “Siete muertes a plazo fijo” (Manolo Alonso). Sin embargo una de sus cintas más icónicas fue “Lucía” (1968, Humberto Solás). Raquel fue el rostro del teatro y del cine

También podemos disfrutar de ella en “Aquella larga noche” (1979, Enrique Pineda Barnet), “Cecilia” (1981, Humberto Solás) y “Un hombre de éxito” (1986, Humberto Solás), entre otras.

La belleza de Raquel y su sobrado talento la llevaron en los años setenta a la televisión en horario estelar. La actriz se convirtió en Doña Bárbara, la rica, hermosa y temida hacendada de la novela de Rómulo Gallego.

Hoy generaciones de actores la recuerdan por sus significativos aportes en la modernización y desarrollo del teatro cubano. Raquel también se desempeñó como Profesora Titular del Instituto Superior de Arte (ISA) y Decana de la Facultad de Artes Escénicas.

Recordada como una mujer de carácter fuerte pero empática ha sido una de las actrices más talentosas que ha visto y disfrutado Cuba.

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