Cienfuegos/La mañana de este lunes Nilda, que sufre una discapacidad, protestó en el parque Martí de la ciudad de Cienfuegos. A pocos metros de la sede del gobierno provincial, la mujer reclamó ayuda de las autoridades para reparar la vivienda donde reside y que se le está “cayendo encima”, según sus propias declaraciones a viva voz en la céntrica explanada.
Nilda llegó al lugar con un bastón y mostró de inmediato su disposición de no moverse del parque hasta ser atendida por los representantes del Poder Popular Provincial. “Ustedes saben que esta no es la primera vez que yo denunció su descaro. Que venga la policía y me lleve esposada para la unidad”, exclamaba la mujer ante las miradas sorprendidas de lugareños y turistas.
Nilda explicó, también a voz en cuello, que el huracán Michelle, en noviembre de 2001, provocó un derrumbe parcial en su vivienda. Desde entonces, las autoridades locales le han prometido todo apoyo con materiales de construcción que se han quedado solo en los papeles. “De aquí voy para la Plaza de la Revolución a denunciar este abuso. Mientras ustedes los dirigentes están viviendo bien, el pueblo está pasando hambre y miseria”, aseguraba la mujer.
Desde la sede del gobierno, varios funcionarios observaban atónitos lo que estaba sucediendo sin atreverse a intervenir. “Llamen a la gobernadora. Díganle que yo quiero verla. Ella es una mentirosa, que se aprovecha de su cargo para hacer y deshacer como le da la gana”, enfatizó Nilda, que recordó “la ingenuidad” y pasión con la que había creído en el sistema cubano en su juventud. “Esto no es lo que querían tantos patriotas que entregaron sus vidas. Ustedes han acabado con la esperanza de quienes lo dimos todo y no tenemos nada”, subrayó la mujer.
Cerca del acta constitutiva de la ciudad, escrita sobre el pavimento en el centro del parque, Nilda añadió que estaba cansada de recurrir a todas las instancias, incluyendo la asociación de discapacitados para que le ayuden a resolver su problema. “No me han dado ni un sólo ladrillo para comenzar la reparación. Ha pasado año tras año sin que a nadie le importe mi situación. Cómo va a importarles, si ustedes tienen buena ropa, buen techo, buena comida, todo garantizado”.
Los minutos pasaron y los curiosos comenzaron a acercarse a la escena. Luego de bajarse de un ómnibus Transtur, un pequeño grupo de turistas extranjeros fue alejado por su guía rápidamente del lugar para que no pudieran tomar fotos y vídeos. “Todos los días nos quitan la corriente más de 20 horas y el acueducto tampoco nos pone agua. Esto es insoportable”, lamentó Nilda, que pasó de hacer reclamos individuales a exigir en nombre del resto de los cienfuegueros.
“Hasta me han quitado la conexión a internet para impedir que publique mis denuncias en Facebook. Ustedes no tienen valor ni moral para enfrentarme, porque saben que estoy diciendo la verdad. Por eso no quieren salir a darme la cara. ¡Cobardes!”, gritó mientras seguía mirando hacia el edificio del Poder Popular.
Solo entonces, tras una larga protesta, un funcionario, a quien la mujer conocía, se acercó a ella e intentó calmarla. “Tranquila, que nos están grabando. No armes problema aquí”, pedía el hombre, al que Nilda reconoció como uno de los representantes oficiales que ella solicitó ver en la recepción de la sede del gobierno y del que le habían informado que no estaba. La contradicción entre la información recibida y la realidad enervó mucho más a la mujer.
Entre frases de reclamo y denuncia, Nilda accedió a acompañar al funcionario al interior del inmueble pero antes, se dirigió al espontáneo público que se había congregado a su alrededor y advirtió en un grito que se escuchó por todo el parque: “¡Estoy dispuesta a coger una guagua e irme para la Plaza de la Revolución de La Habana!”. Poco después cruzó el umbral del imponente edificio.