Saturday, September 21, 2024
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¿Qué pasará con las “mipymes”?

LA HABANA, Cuba.- No te aceptan billetes de cinco pesos, tampoco los de 10, incluso los de 20 y 50 son mirados con evidente desprecio porque son como la calderilla en esos mercadillos y negocios (que popularmente llamamos “mipymes”) donde el dólar da la impresión de ser el que marca la diferencia entre la prosperidad y la quiebra, pero no es tanto así. Mercadillos que no son la excepción de la “regla” en lo que va quedando de la economía cubana sino el fiel reflejo de esta, de sus prioridades y contradicciones, de sus hipocresías.

Nada de billetes pequeños porque en el tenso “microescenario” donde se mantienen a flote nadie los quiere, nadie los usa, en tanto responde a la dinámica del mercado informal de divisas donde quienes venden y compran no los aceptan cuando se trata de las cantidades que necesitan los “mipymeros” para importar sus mercancías.

Es decir, nadie que vende más de 200 dólares aceptaría billetes de moneda nacional de baja denominación en el canje, puesto que igual no les servirán de mucho en ese círculo vicioso que ellos mismos han creado (a partir del “macroescenario” diseñado por el Gobierno), y del cual quedan excluidos o al menos en desventaja quienes no cuentan con cantidades suficientes de “billetes grandes” o quienes no los han acaparado bajo el colchón en considerables cantidades para usarlos solo en esas operaciones (canje informal y compras en “mipymes”) donde el dinero no regresa al banco. No tiene por qué.

Y el propio banco, bien enterado de esa “dinámica”, se cuida de dejar escapar los billetes gordos; en cambio, suelta por sacos, en cajeros y ventanillas, sobre todo para el pago de salarios y pensiones, esa montaña de billeticos que solo sirven para pagar el transporte y comprar en el agro, ir a la bodega, coger la balita de gas y demás remanentes de un “comercio estatal” que aún “persiste” solo para “guardar las formas” de un sistema totalmente hueco, es decir, del cual va quedando apenas la fachada, como sucede con los muebles de madera cuando son invadidos por el comején.

Así, entre el banco que no suelta “lo gordo” y las mipymes que desprecian las más “bajas expresiones” de nuestra moneda nacional, hay unos cuantos millones de cubanos y cubanas a los que, ya por sus salarios o ya por los billetes en que los reciben, les resulta inútil la existencia de esos comercios que quizás sean los únicos que no están desabastecidos aunque a los efectos de la crisis inflacionaria sus altísimos precios conduzcan al mismo resultado de vidrieras y estantes vacíos.

De modo que los mercadillos a los cuales por una reducción del término (que por supuesto engloba mucho más) llamamos “mipymes” existen, o solo para proveer a quienes integran ese “círculo vicioso” en donde el dinero “informal” entra pero no pasa en su totalidad por el banco (apenas el por ciento establecido en los impuestos, que ni siquiera es el por ciento del total real) o porque, a pesar de los inconvenientes y las contradicciones, es la opción que mejor sirve al discurso oficial para mostrar al mundo que “estamos mal pero no tanto”.

Digamos, que si no existieran las “mipymes” con sus anaqueles y vidrieras repletos de productos, la imagen de la crisis, del desastre, pudiera apreciarse en todo su “esplendor”, y eso es algo que el régimen no desea, de modo que mientras jueguen su papel de “maquillaje” de la realidad, sobre todo frente al turista y al extranjero de paso, frente al reportero obligado a generar “buenas noticias” sobre un país donde escasean, se les perdonará la vida, aunque no a todos y no por mucho tiempo. Tengamos en cuenta que en la economía cubana todo es “coyuntural”, incluso quienes la “diseñan”, o, mejor dicho, quienes prestan su nombre y rostro al verdadero “diseñador”.

También hay que tener en cuenta, además de su rol de “atrezo” —y continuando con la “teatralidad” que determinó la existencia de los “mercadillos mipymes”—, que junto con otras empresas de nuevo tipo han servido de máscara “bonita” tras la cual ocultar no solo un cambio de piel de unos militares y “militantes” ansiosos por mutar y transitar de empresarios a magnates al estilo ruso, sino también la estrategia donde se despliegan las verdaderas (malas) intenciones de lineamientos, ordenamientos, reordenamientos, corrección de distorsiones y lo que sea que esté pasando ahora que, con la destitución del Ministro de Economía, terminó por revelar cuán profunda es la corrupción y qué tan alta es la fuente de donde esta emana, así como qué verdadero papel juegan las mipymes en ese esquema corrupto, muy semejante al círculo vicioso del que hablaba líneas arriba.

Tan semejante que se vuelve inevitable pensar que en realidad se trata de un único círculo cuya función es como la de una centrífuga de la que saldrá disparado hacia afuera todo lo que no esté fuertemente agarrado a la pieza central. Y entre los primeros en ser expulsados están los que no pueden llevar ese ritmo de canjear billetes gordos por billetes verdes.

Así me explicaba su inminente fracaso el dueño de uno de estos “mercadillos mipymes”. No podía mantener abastecida su tienda por falta de dólares, y aunque tenía moneda nacional en efectivo, quienes vendían dólares se negaban a aceptar sus billetes pequeños. Igual se preguntaba de dónde sacaban los billetes grandes los otros colegas a los que les iba mejor que a él, si todos iban al mismo banco donde jamás había efectivo. Si todos compraban el dólar en el mercado informal. No tenía dudas de que algo “nada limpio” estaba sucediendo. “Es un juego sucio. Creo que nos están cantado out a todos. Bueno, a los que no quieren en el juego”, me decía este señor.

De manera que, de tener razón en sus sospechas, veremos a muchos de esos mercadillos quebrar, cerrar, desaparecer (lo estamos viendo ya) mientras que unos pocos sobrevivirán, incluso se transformarán en algo mayor, y no es necesario ser adivinos para intuir quiénes serán esos “afortunados”, solo basta con saber que solo hay bautizo si se tiene un padrino.

Una cafetería abandonada. (Foto del autor)

El estancamiento y el desabastecimiento que estamos presenciando en algunos de estos establecimientos, su quiebra, frente a la abundancia y crecimiento de otros, no solo nos va dando señales de que el proceso de “centrifugado” ha comenzado (incluso un poco antes de la destitución de Alejandro Gil) sino, además, de que muchos se han percatado de las pocas posibilidades que tienen de sobrevivir frente a semejantes “competidores”, algunos de ellos con apellidos y vestiduras demasiado “castrenses”.

A fin de cuentas, para abrir y hacer prosperar una “mipyme” en Cuba no se trata de tener los dólares para hacerlo, tampoco de contar con un respaldo “afuera”, ni siquiera de poseer habilidades para los negocios o para el contrabando, simplemente se necesita estar conscientes de una cosa: que las mejores economías, cuando funcionan bien, son como una centrífuga automática a la que las propias leyes del mercado ponen a girar, en equilibrio con el bienestar general, por supuesto, pero que la cubana  es un artefacto diferente. Tiene un motor manual, de los antiguos de manigueta, que da vueltas al antojo de un clan y de su ideología, y solo está en “equilibrio” con sus ambiciones. 

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