Saturday, September 21, 2024
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Pintores cubanos: la obra imprescindible de Wilfredo Lam

MIAMI, Estados Unidos. — Wifredo Lam fue uno de los principales exponentes de la vanguardia artística cubana y, sin dudas, el más universal de los pintores nacidos en la mayor de las Antillas. Su obra fue prolija y vigorosa, tanto desde el punto de vista temático como en los lenguajes formales que empleó, empezando con la figuración hacia los años veinte del pasado siglo, para luego ir absorbiendo, paulatinamente, elementos del arte moderno europeo.

Hijo de padre cantonés y madre afrocubana, Lam estudió en la Academia de Bellas Artes San Alejandro. En 1923 ganó una beca para estudiar en el Museo del Prado de Madrid, ciudad en la cual permaneció durante quince años. La obra de los grandes maestros españoles, especialmente Zurbarán, ejerció una clara influencia en sus primeros cuadros.

En 1938 se trasladó a París, donde quedó fascinado por la cantidad y variedad de movimientos estéticos que confluían en la capital del arte europeo, cuyos artistas estaban subyugados por el arte de África, Asia y América. Tras haber llamado la atención de André Breton se insertó en el gremio de los surrealistas y trabó una relación amistosa con Pablo Picasso, quien le transmitió su fascinación por las máscaras africanas y el cubismo.

La expansión del fascismo por Europa obligó a Lam a huir. Al llegar a Cuba después de una larga ausencia halló un país en plena búsqueda de su identidad nacional, tras cuatro siglos de dominio colonial.

Para ese momento ya estaba bien definida la segunda hornada de artistas de vanguardia, que, a su vez coexistía armoniosamente con los padres del arte moderno cubano: Fidelio Ponce, Amelia Peláez, Carlos Enríquez, Pogolotti, Victor Manuel, Ravenet, Arche y otros. Lam irrumpió con una poética que rápidamente sobresalió por su fuerza expresiva y su delicado equilibrio entre figuración y abstracción.

Aunque varios especialistas han catalogado su obra como surrealista, Wifredo Lam fue mucho más que una definición que permitiera a la crítica asociarlo con algún movimiento artístico. Su obra era ecléctica y escurridiza ante los encasillamientos. Era África, Europa, Asia y América; academicismo y modernidad; figuración y abstracción; cromatismo intenso y ambientes sombríos. Es un misterio y también una encrucijada cultural.

Todavía hoy Lam es un pintor inextricable para los estudiosos e inquietante para el público. En el museo de arte cubano de La Habana los visitantes se detienen, impresionados, ante sus cuadros, muchos de gran formato.

“Mi pintura es un acto de descolonización, no solo física, sino mental”, aseguró el genio de la plástica cubana, que murió en París, un día como hoy, de 1982.

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