LA HABANA, Cuba. – Muchas etnias mesoamericanas rendían culto a la muerte. Cuentan que el pueblo de Teotihuacán realizaba largas y extenuantes ceremonias para honrar a sus difuntos y ayudarlos en su camino al paraíso. En su último viaje, los muertos partían con comida, copal, cuchillo, vajillas, semillas y piedras de jade. También iban acompañados por un perro, para que lo guiara a través del inframundo. El noble animal era sacrificado y enterrado junto a la persona fallecida.
En la cultura mexicana la muerte es asumida como una consecuencia natural de la vida. Los difuntos son venerados durante todo el año, pero los días 1 y 2 de noviembre, específicamente, se celebran fiestas en su memoria, “trayéndolos de vuelta” al mundo de los vivos, obsequiándolos con reuniones familiares, música, abundante comida y diversas ofrendas.
Aunque el Día de Muertos se celebra en estas dos fechas, se dice que a partir del 28 de octubre comienzan a llegar las almas que perecieron de forma trágica. El día 29 llegan las víctimas de ahogamiento. Los días 30 y 31 acuden los espíritus de los niños que murieron antes de ser bautizados. Según la leyenda mexica, los señores del Mictlán (lugar de los muertos) decidían el destino de las ánimas de acuerdo con la forma en que habían muerto.
Con el advenimiento del cristianismo, la tradición fue modificada. La fiesta consagrada al señor del inframundo se unió a la celebración de los fieles difuntos. El proceso de transculturación dio paso a la festividad tal como se concibe en nuestros días.
Los complejos y hermosos altares, de origen prehispánico, contienen las ofrendas del Día de Muertos. En ellos no pueden faltar el mantel blanco, fotografías de los fallecidos, incienso, papel picado que representa el aire, veladoras, agua, bebidas y platillos favoritos de los difuntos, flor de cempasúchil para guiar a los espíritus, calaveritas y el delicioso pan de muerto, que representa el esqueleto de los difuntos.
El Día de Muertos ha sido recreado en el arte. El pintor José Guadalupe Posada es, quizás, el más identificado con esta tradición. Sus “calaveras garbanceras”, que luego serían bautizadas como “Catrinas” por el muralista Diego Rivera, reviven cada año en la gran fiesta que involucra a todo México.
En 2017 Disney estrenó el filme animado Coco, una conmovedora historia que refleja la estrecha relación entre vivos y muertos dentro de la cultura mexicana.
