Sunday, September 22, 2024
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Parole: ¿Qué falló y qué es posible?

PUERTO PADRE, Cuba.- “Sujétate de la brocha, que me llevo la escalera”, dice el viejo dicharacho y, potencialmente, luego del anuncio oficial de suspensión temporal, así han quedado “en el aire” miles de personas en Venezuela, Nicaragua, Haití y Cuba, con la esperanza de viajar a Estados Unidos, mediante el muy discutido y hasta litigado judicialmente por algunos Estados norteamericanos, programa de “Parole Humanitario”, diseñado por la administración Biden, procurando atenuar la migración ilegal de estos países convulsionados por el hambre, la violencia y las dictaduras.

No vamos a reiterar aquí lo ya dicho por fuentes oficiales del Gobierno estadounidense, pero sí deben relatarse los hechos sin eufemismos, el Parole entró en pausa porque algunos cientos de “patrocinadores” se trajeron miles de “patrocinados”, actuando como coyotes, sí, como traficantes de personas jurídicamente hablando, violando leyes y reglas y no sólo para ese programa migratorio sino que constituyen normativas legales en Estados Unidos, de obligatorio cumplimiento, y cuya infracción constituyen delitos penados, algunos con privación de libertad.

Es útil hoy preguntar: ¿Qué falló? Y con honestidad debe decirse que, primero, ante todo, fallaron las personas a sí mismas. El mero deseo ingente de emigrar en algunos casos, y la perentoria necesidad de huir de un país calamitoso en otros, hicieron a muchos ofrecer dinero por “patrocinios”, trámites abreviados y cuanta argucia fuera útil para emigrar lo antes posible, y así surgió un mercado de tráfico de personas que reunió a patrocinadores-coyotes, patrocinados-onerosos y toda suerte de correveidiles y leguleyos, prestos a ganar dinero y hasta contratos de servidumbre, sin atender, como oficialmente el Gobierno de Estados Unidos advirtió, que el parole es absolutamente gratuito, pero como bien dice el refrán, “una cosa dice la ley y otra la trampa”.

¿Qué falló?, repreguntamos, y cabe decir que si fallaron las personas haciéndose vulnerables por su afán de emigrar, cayendo en manos de individuos inescrupulosos, también es necesario decir que el Gobierno de Estados Unidos fue laxo, desoyendo las advertencias hechas por abogados, periodistas y políticos, permitiendo que, sin el menor parentesco con la persona patrocinada, cualquier individuo que muy bien podía dar la dirección de un galpón, se convirtiera en sujeto patrocinador, generando un negocio ilícito y delitos de los que mucho queda por decir por sus impredecibles consecuencias, todas, violatorias de derechos humanos, como es la trata de personas en general sin importar el sexo.

En muchísimos casos no fue un hijo quien patrocinó a sus padres, ni padres lo que patrocinaron a sus hijos; no, no fueron familiares por línea descendiente ni ascendiente ni colaterales los sujetos y objetos de patrocinios quienes descarrilaron el programa de Parole, fueron criminales los causantes de perjurio, de falsos testimonios, de delitos de cohecho y en suma de tráfico de personas.

Algunos pagarán por esos delitos, los que las autoridades logren identificar y probar sus crímenes. Pero con los delincuentes más hábiles no sucederá nada, porque desde la etapa de ideación de este “negocio”, diestros como son ante funcionarios lerdos, que le proporcionaron la “empresa” en sí misma más que el modo de operarla, ya ellos borraron el rastro; tras su huella no es posible seguir, como sí es posible ver miles de personas frustradas que quedaron, vaya usted a saber hasta cuándo y si no por siempre, junto a la estacada del Parole que, justo es decir, humanamente no estuvo mal concebido sino muy mal instrumentado.

El Parole debía proseguir si humanitario es, no siendo cualquiera sino siendo la familia la institución patrocinadora.

Pero como no todos los migrantes tienen familiares con capacidad de patrocinio, en una sociedad de economía de mercado abierto, como es la estadounidense, sí pudiera permitirse la garantía de personas fiadoras, esto es, garantes, debidamente autenticadas, valga decir, legalizadas mediante licencia, contratos, cesión de créditos y asunción de deudas y los consabidos pagos de impuestos, tratándose, como es, de una operación mercantil y no humanitaria, y esto sería para quienes no cuentan con familiares patrocinadores o por sí mismos quieren emprender una nueva vida, sin constituir una carga para sus seres queridos.

Esa sólo es una de las muchas procedencias en esta encrucijada; es sólo un ejemplo de lo posible, pero sería una forma de ampliar las oportunidades para una emigración legal, segura y, a la vez, de eliminar causas y condiciones propiciadoras de delitos, pues, en lugar de criminales, serían personas honestas las que haciendo de empresas aseguradoras y empleadoras, podrían responder por aquellos que sí pueden pagar y a la vez exigir derechos por su viaje y estadía de dos años en Estados Unidos que, en el caso de los cubanos, al año y un día pueden acogerse a la Ley de Ajuste Cubano para solicitar su estatus de residentes.

La administración actual hoy tiene la palabra y millones de personas aguardan por esa respuesta. Déselas.

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