Sunday, November 24, 2024
Google search engine
HomeCubaParlatino, zona de paz y armas nucleares rusas

Parlatino, zona de paz y armas nucleares rusas

Amigo lector, ¿ha oído usted hablar de Rolando Miguel González Patricio? En caso negativo, no debe de sentirse inquieto. Se trata de uno más de los integrantes de la llamada “Asamblea Nacional del Poder Popular” (ANPP), a la que la Constitución cubana define como “órgano supremo del poder del Estado”.

Por consiguiente, debemos presuponer que don Rolando Miguel posee en gran medida la capacidad de alzar su mano derecha al unísono con sus 469 colegas, dando muestras de una pasmosa simultaneidad. Esta característica de los ciudadanos que integran lo que, con muy buena voluntad, algunos apodan “parlamento cubano”, se pone de manifiesto cuando su presidente, Esteban Lazo, pronuncia las palabras mágicas (“Los que estén de acuerdo”). Esto constituye el preludio obligado antes de la aprobación —¡por unanimidad, no faltaba más!— de cualquier acuerdo.

Todo lo anterior, claro, más allá de las licenciaturas y doctorados que posee el personaje, de sus otros títulos académicos, de los libros que ha publicado y de las distinciones a él otorgadas, como la titulada “por la Cultura Nacional”. Todo eso podrá merecer atención, pero no caracteriza la actividad de González como diputado. Las manos alzadas con increíble simultaneidad y de manera unánime, esas sí.

Supongo que las actividades que ha desempeñado en el Centro de Estudios Martianos y en el de Investigación Cultural “Juan Marinello”, así como en el Instituto Superior de Arte (ISA) lo hayan mantenido residiendo en nuestra capital. Esto no le ha impedido representar en la ANPP al lejano municipio de Campechuela, en el que nació hace casi sesenta años. Él dirá: si el “Líder de la Revolución” es diputado por Santiago de Cuba; Díaz-Canel, por Santa Clara; y el Primer Ministro, por Gibara; ¿entonces por qué yo no puede serlo por mi villa natal!

Viene al caso mencionar al personaje porque he aquí que, entre las responsabilidades a él asignadas, está la de presidir la Comisión de Relaciones Internacionales en la ANPP. En esa calidad, ha representado a Cuba en el Parlamento Latinoamericano y Caribeño, el órgano que es más conocido, en forma abreviada, como Parlatino.

Desde diciembre del pasado año, González Patricio preside el órgano recién mencionado. Ya sabemos que, en esa clase de cuerpos multilaterales, la jefatura suele rotar entre los diferentes grupos subregionales, lingüísticos o de otro tipo. De todos modos, resulta alarmante que una asamblea integrada en su inmensa mayoría por legisladores electos de manera pluralista y democrática, invistan como Presidente al representante de un país monocolor, unipartidista y dictatorial. Algo anda mal en el Parlatino.

Estas amargas disquisiciones vienen al caso porque el pasado día 26 se conoció que la Mesa Directiva del referido órgano multilateral ratificó la proclamación de América Latina y el Caribe como zona de paz. Como se recordará, ese pronunciamiento se hizo diez años antes, en enero de 2014, durante la II Cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), celebrada por aquellas fechas en La Habana.

Con ese motivo, el órgano castrista Cubadebate, en el titular de un artículo fechado este lunes, proclama muy orondo: “Cuba ratifica su compromiso con la paz en América Latina y el Caribe”. En el texto se cita con gran complacencia lo expresado por el ministro cubano del ramo, Bruno Rodríguez Parilla, sobre “el compromiso de la isla de apoyar la paz, independencia, derecho a la libre autodeterminación y soberanía de los países” de la citada región.

Pero he aquí que, en medio de esa exaltación pacifista, la prensa de Rusia, así como los órganos independientes cubanos, se han hecho eco de una noticia sorprendente: Alexéi Zhuravliov, diputado a la Duma Estatal del gran país euroasiático, ha reiterado su proposición, que data de 2021, en el sentido de instalar proyectiles nucleares rusos en el territorio de nuestro país.

Ya sabemos que no es la primera vez que sucede algo de ese tipo. En 1961 hubo no una propuesta, sino la instalación de armas de ese tipo en suelo cubano. La decisión correspondiente fue tomada en nuestro país, por sí y ante sí, por el fundador de la dinastía castrista. Ya sabemos que esto condujo a la tristemente célebre “Crisis de Octubre” (también llamada “de los Cohetes”) que puso al planeta al borde de la catástrofe termonuclear. Y no se olvide que la primera víctima, de haberse desatado el conflicto, habría sido nuestra islita, que habría sido barrida literalmente del mapa.

En aquella oportunidad, como hoja de parra mediática, se esgrimió el pretexto de “proteger la Revolución Cubana”. Ahora, el jingoísta Zhuravliov no se toma tales molestias. Él habla simplemente de hacer ese despliegue para que la cohetería rusa pueda alcanzar Estados Unidos de manera mucho más rápida y efectiva. ¿Y a Cuba! Que la parta un rayo.

Y aquí resulta oportuno destacar el silencio ensordecedor que, ante esas declaraciones belicistas, han observado el régimen cubano y sus órganos de agitación y propaganda. Nuestros compatriotas de a pie, que no tienen accesos a medios de prensa internacionales, no se han enterado de este nuevo escándalo. El castrismo ha preferido no darse por aludido, ¡pese al gran entusiasmo que dicen tener por “la América Latina como zona de paz”!

¡Qué diferencia tan abismal con situaciones análogas, pero de signo contrario! Ya sabemos que basta con que un senador o representante federal de Estados Unidos, un parlamentario europeo o un político de nuestra misma Hispanoamérica demande libertad de expresión y manifestación para los cubanos, o la excarcelación de nuestros compatriotas presos por el solo hecho de oponerse al Gobierno, para que los portavoces castristas rasguen sus vestiduras.

El mismo Bruno Rodríguez y los cotorrones y plumíferos al servicio del tenebroso Departamento Ideológico del Comité Central rechazan indignados tales expresiones, invocando la no injerencia en los asuntos internos del país. Lo cual no es pertinente, pues en puridad se trata de un tema internacional, de derechos humanos. Pero, en definitiva, ¿qué le importa a un tigre tener una raya más! ¿Qué les importa a los agitadores castristas una mentira adicional!

Es así como los comunistas caribeños dicen defender su país. Condenan a cualquiera que defienda a los derechos de sus súbditos, pero aceptan con mansedumbre boyuna y silencio total los desplantes provocativos de un diputado patriotero de la Rusia putinesca.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.

RELATED ARTICLES
- Advertisment -
Google search engine

Most Popular

Recent Comments